01 de Noviembre, 2008
· Sagas |
LA SAGA DE EIRIK EL ROJO |
LA SAGA DE LOS GROENLANDESES
LA SAGA DE EIRIK EL ROJO
Prólogo, traducción y notas de Antón y Pedro Casariego Córdoba Los textos de las sagas ofrecidos en este libro son traducción de la versión inglesa de M. Magnusson y H. Pálsson en TheVinlandSagas. The Norse Discovery of America, Londres, 1965. Digitalizado por Analia (julio 2002) PRÓLOGO
Las sagas islandesas constituyen uno de los fenómenos más llamativos de la historia de la literatura, y las dos que aquí se presentan, la Saga de los Groenlandeses y la Saga de Eirik el Rojo, ocupan entre ellas un lugar destacado ya que nos narran el descubrimiento e intento de colonización de América por los escandinavos hacia el año 1000. El tema de estas sagas se presta a la polémica y ha provocado múltiples y encontradas pasiones, por lo que se ha escrito más acerca de ellas que sobre cualquier otra saga islandesa; pero a menudo se las ha utilizado para defender una teoría preconcebida, de forma sensacionalista y poco objetiva, olvidando el espíritu con que fueron escritas y contribuyendo así al oscurecimiento y desprestigio de las narraciones de unos hechos cuyo fondo de verdad parece indudable. Nacidas en el siglo X, en las largas veladas al amor del fuego que los prolongados inviernos de Islandia propician, las sagas permanecieron recluidas en la tradición oral durante mucho tiempo: los sagnamenn las repetían de memoria en banquetes, sermones y asambleas, y alguna vez añadían frases de su cosecha. Sólo a partir de finales del siglo XII o principios del XIII, cuando los acontecimientos que narran han quedado alejados en el tiempo, se convierten en literatura escrita. La palabra saga es afín a los verbos sagen y say, decir y narrar en alemán e inglés, y significa relato en la lengua de los noruegos: relato de cosas sucedidas, historia registrada en palabras. Este término se aplica especialmente a las narraciones en prosa de las biografías, hechos y gestas de los islandeses, y luego también de los reyes de Noruega; las sagas son epopeyas en prosa, aunque a veces se intercala en el texto algún grupo aislado de versos. Para acercar al lector a la Saga de los Groenlandeses y a la Saga de Eirik el Rojo, se hace necesario hablar aquí de Islandia, el país que engendró las sagas, del valor histórico y literario de éstas, de los viajes que protagonizaron sus personajes, de las nuevas tierras que visitaron y de la aventura vikinga de la que forman parte. Después de las invasiones de los germanos que acabaron con el Imperio Romano de Occidente, el siglo VII supone para los pueblos de la Europa cristiana un período de relativa paz exterior, pero en el siglo VIII se inicia la segunda oleada de invasiones bárbaras, y Europa se ve acosada en esta ocasión desde muchos frentes y por enemigos tan diferentes como musulmanes, eslavos y vikingos. Estos últimos jugaron entonces un papel tan decisivo que han dado unidad a esta segunda crisis y nombre al largo período que abarcó, el comprendido entre los siglos VIII y XI. Se habla de la «era de los vikingos» no sólo en la historia de Escandinavia sino también en la de la mayor parte de Europa, a la que ellos atemorizaron con sus continuos ataques, y a la que únicamente dieron tregua durante el tercio medio del siglo X. Desde el siglo IX muchos de ellos buscaban tierras donde asentarse además de botines, y en general puede decirse que los aventureros vikingos y varegos perseguían en sus viajes fama, prestigio y ascenso social, y que todo ello sólo se podía conseguir a través de la hazaña guerrera y la posesión de una tierra patrimonial. Ya entonces se podía comenzar a hablar de tres nacionalidades escandinavas dentro de un mundo culturalmente hermano: suecos, daneses y noruegos. Los primeros se expandieron hacia el este del Báltico, siguiendo el curso de los grandes ríos rusos; son los varegos, guerreros, mercaderes y príncipes, también llamados rus, nombre del que deriva la palabra Rusia. Los daneses se dirigieron hacia Inglaterra y la costa atlántica de la Galia, y recogiendo la herencia política inglesa y, sobre todo, carolingia, crearon las formas más perfectas de Estado medieval. Son los noruegos los que más nos interesan, y sus rutas de expansión las más variadas. Con las Shetland como primera etapa de su camino, unos se encaminaron a la costa oriental de Escocia e Inglaterra, y los más numerosos hacia las aguas y tierras irlandesas; desde allí algunos navegaron hacia el oeste de la Galia, de España, e incluso más allá del estrecho de Gibraltar. A partir del siglo IX los noruegos crean una nueva ruta que apunta hacia el noroeste, y aquellos que la siguen buscan nuevas tierras que colonizar, apartándose así de los habituales objetivos de pillaje y conquista. Después de ocupar las pequeñas islas situadas al norte de Gran Bretaña, este movimiento los llevaría primero a Islandia (860-870), y desde allí, cuando esta isla no ofrecía nuevos recursos a su creciente población, un segundo impulso los empujaría hacia Groenlandia (981-985), y poco más tarde a América (1000). Aunque los historiadores medievales islandeses y las propias sagas nos cuentan que siempre que los marinos avistaban una nueva tierra por primera vez era ello debido a tormentas o vientos desfavorables que desviaban las naves de su rumbo, lo cierto es que los viajes de los noruegos por el Atlántico Norte eran bastante numerosos y que los navegantes estaban preparados para el descubrimiento de tierras, respondiendo a una tendencia ordenada de expansión y búsqueda de lugares en que establecerse. En realidad, la mayoría de las rutas que siguieron eran conocidas en tiempos pasados, y los escandinavos tuvieron siempre muy buen cuidado de estar informados acerca de ellas. Sólo el camino hacia Groenlandia y América es completamente nuevo. Cada etapa puede ser considerada como consecuencia de la anterior, y los escandinavos trataron de asentarse en todas aquellas tierras, aunque las dificultades con las que tropezaron fueron cada vez mayores, y menores los recursos con que contaban para enfrentarlas. Hablemos ahora de Islandia, el país de nuestras sagas. Fue el sueco Gardar Svavarsson el descubridor escandinavo de la isla, a la que dio el nombre de Gardarsholm, la ísla de Gardar; le siguieron el vikingo Naddod, que la llamó Snaeland, Tierra Nevada, y Floki Vilgerdarson, que le dio el nombre que hoy tiene: Island, Tierra del Hielo. Estos viajes se sucedieron en la sexta década del siglo IX, y aquellos nórdicos encontraron en Islandia, posiblemente la mítica Thule, a los papar, anacoretas irlandeses que habían llegado allí en busca de soledad y pobreza para mejor servir a Dios. Desde finales del siglo VIII los papar, con sus báculos y sus libros religiosos, alcanzaban la isla en sus curachs, embarcaciones de cuero con estructura de madera, pero entonces, negándose a convivir con aquellos paganos recién llegados, la abandonaron no sin antes haber plantado en algunos corazones la semilla del cristianismo. La colonización noruega de la isla comienza hacia el año 870, con Ingolf Arnarson y su hermano de leche Leif, llamado Leif el de la Espada. Ingolf se asienta en el sudoeste, y tras él llegan numerosos inmigrantes noruegos, tantos que hacia el 930 las mejores tierras estaban ya ocupadas y se daba por completada la Edad de la Colonización. Aquellos primeros pobladores llegaron a Islandia (más acogedora que las islas Británicas, donde por aquella época los vikingos sufrían fuertes derrotas) por causas muy diversas; como cuenta la tradición literaria islandesa, muchos baendr, ricos propietarios rurales, y jarls, aristócratas que dominaban una región, abandonaron Noruega con sus siervos porque se negaban a soportar la tiranía de Harald el de los Cabellos Hermosos, vencedor de la batalla de Hafrsfjord en el 872, primer rey de aquel país y unificador de sus treinta cantones; otros simplemente porque tenían problemas con la justicia o porque no querían pagar los impuestos que Harald Harfagar, cuya implacabilidad tanto se ha exagerado, exigía; algunos más porque la fortuna les había dado la espalda y buscaban nuevas tierras donde rehacerse. Todos estos noruegos llevaron consigo sus armas, su ganado y sus herramientas y se dispusieron a vivir, según los usos y costumbres de sus padres, de aquel pobre país que, aunque rocoso, ni siquiera ofrecía piedras que sirvieran para la construcción. Hacia el 930 su espíritu de independencia sienta las bases de una muy peculiar república aristocrática que tiene en el Althing, la Asamblea General, su institución más sobresaliente. El Althing, con poder legislativo y judicial, ha sido considerado como el primer Parlamento del mundo, pero su funcionamiento era controlado por los godar, sacerdotes y jefes políticos, miembros de las principales familias del país. Además, el derecho por el que se regía la vida de los islandeses, a pesar de haber alcanzado un desarrollo desacostumbrado en aquella época, se inspiraba en una concepción de la justicia opuesta a los códigos latinos: prevalecía la fuerza de las familias y los clanes, y faltaba un poder ejecutivo que garantizase la observación de las leyes de obligado cumplimiento que dictaba el Althing. Los islandeses se dedicaban a la agricultura, a la ganadería y a la pesca, y algunos eran vikingos: piratas, comerciantes y aventureros al tiempo. No debe extrañar que fueran bastantes los que, empujados por las circunstancias, sobre todo el hambre del año 976, se lanzaran a la colonización de nuevas tierras. De ellos y de sus colonias en Groenlandia y América hablan las sagas que ofrece este libro. Aunque el país prosperaba, se daban ya las causas que originarían la pérdida de su independencia a manos del rey Hakon de Noruega en 1262. La tierra no permitía el autoabastecimiento, al escasear materias tan indispensables como la madera, el grano y el hierro, y a ello se unía el hecho de que los islandeses se mostraban como colonizadores poco previsores, pues no se proveían para las épocas de las vacas flacas y despojaban a la naturaleza de todo lo que ofrecía, sin preocuparse para nada de su reposición. Así pues, necesitaban cada vez más del comercio con Noruega, y con Inglaterra en menor grado, y la fragilidad de su república se acrecentaba por las continuas disputas que los enfrentaban. Astutos y amantes de la verdad, individualistas y apegados a sus familias, contradictorios pero no por ello incoherentes, heroicos, belicosos e insumisos, los islandeses dividían a sus semejantes en amigos y enemigos, y gastaban buena parte de sus energías en litigios y querellas que muchas veces nacían sin otro motivo que una fácil ofensa a su honor, concepto tan complejo que sólo con ocho palabras podían abarcarlo. Aficionados a contar historias de sus antepasados y faltos de la piedra y la madera que les hubiera permitido expresarse a través de las artes visuales, desarrollaron el arte de las palabras: la literatura islandesa es el corazón de la rica literatura escandinava del medioevo. En el año 1000, el Althing promulga una ley que hace del cristianismo la religión de Islandia. Esta decisión, de carácter religioso e incluso político, influyó en otros aspectos de la cultura del país, pues los muchos libros que llegaron con ella trajeron consigo el alfabeto latino, que demostró ser la herramienta capaz de sacar a la luz la latente pasión literaria de los islandeses. En pergaminos obtenidos de pieles de ternero transcribieron manuscritos en monasterios, haciendas y granjas: los setecientos que hoy se conservan enteros o mutilados son sólo la punta del iceberg de aquel extraordinario fenómeno cultural. Nacía así una literatura que había de dar magníficos frutos en los campos de la poesía, la historia y la prosa de las sagas, anticipo de la novela moderna, pero también una literatura marcada por el aislamiento, una lámpara rodeada de brumas y tinieblas que terminarían por dejarla en el olvido: muchas de sus huellas permanecerían ignoradas durante siglos; murieron sus múltiples hallazgos que renacerían mucho más tarde en otros lugares. Hasta el año 1000 la poesía escandinava estaba representada por los thulir o recitadores anónimos, y se basaba en la aliteración. Al comenzar el siglo XI, los escaldos, poetas creadores que daban más importancia a la forma que al fondo de sus obras, sustituyen a los thulir, e influidos por celtas y latinos compaginan rima, asonancia y aliteración. Son los autores de las kenningar, término que significa conocimiento, metáforas de indudable belleza, pero cuya complejidad y creciente hermetismo llevaría a la degeneración de esta poesía. Obra importante es la Edda Mayor, en la que se recogen treinta y cinco poemas aliterativos compuestos entre los siglos IX y XIII no sólo en Islandia, sino también en Noruega y Groenlandia, pero es de suponer que casi siempre por poetas islandeses. Eran éstos los más apreciados en las cortes escandinavas, florecientes centros culturales, y desde el siglo X en adelante fueron islandeses todos los poetas que en ellas destacaron. Aunque el espíritu de esta poesía no está demasiado lejos de las sagas, la base de éstas radicaría en la historia, e histórica fue la primera escuela literaria de Islandia, en la que se incluyen autores tan importantes como Saemund el Erudito y, sobre todos, Ari Thorgilsson (1067-1148). Llamado Ari el Historiador, escribió obras tan señaladas como el Islendingabók, o Libro de los Islandeses, primera obra de la literatura escrita islandesa junto con el Código de Leyes del Althing, ambos del primer cuarto del siglo XII; el Konungabók, o Libro de los Reyes, que refiere la historia de los reyes de Noruega, y el Landnámabók, Libro de los Asentamientos, que narra el descubrimiento y colonización de Islandia y que aporta las genealogías de los primeros pobladores de la isla. Fue Ari el padre literario del gran Snorri Sturluson (1179-1241), autor polifacético, a caballo entre la poesía, la historia y las sagas, cuyas obras más notorias son la Edda Menor, o Prosaica, tratado de arte poética que explica la cosmogonía pagana desde una óptica cristiana, y la Heimskringla, o Historia de los Reyes del Norte, Konunga Saga por excelencia, saga histórica para cuya elaboración partió de las viejas sagas heroicas. Muchos autores la tienen por una de las obras fundamentales de la literatura universal, y con ella un islandés contribuye decisivamente a la creación de la historia nacional noruega. Perteneciente a la poderosa familia de los Sturlung, Snorri participó activamente en la política de su país, en continua tensión con Noruega, y es uno de los personajes de la Sturlunga Saga. La mención de Snorri Sturluson como autor de la Heimskringla no debe confundirnos haciéndonos creer que los nombres de los autores de las sagas nos son conocidos, pues la gran mayoría de ellos permanece en el más absoluto anonimato. La razón de esto se puede encontrar en que las sagas son la voz de todo un pueblo que trataba inconscientemente de afirmar su identidad a través de ellas. Tampoco debe inferirse de ello que los autores de las sagas se limitaran a transcribir y repetir lo que habían recitado dos generaciones de rapsodas, pues además del material oral utilizaban fuentes escritas, organizaban todo ello a su gusto y no descartaban la creación personal, ya que incorporaban ocasionalmente al texto palabras e ideas propias. Las sagas buscaban la instrucción y el entretenimiento de sus oyentes y lectores, y para alcanzar estos fines recogían siempre las historias que más podían interesar a los islandeses, por estar inmersas en la tradición de su pueblo. A pesar de esta base común, las sagas se pueden clasificar en varios grupos. Las Islendingasögur, Sagas de los Islandeses o Sagas de Familia, forman el conjunto más valioso y original y también el que aquí más nos importa. Expresión de una Islandia que fue el último reducto de la recia cultura pagana de los escandinavos, nos muestran también el peso que el cristianismo tenía en la época de sus autores. Escritas en el siglo XIII, cuentan las vidas de los islandeses y los enfrentamientos entre sus familias durante el período que transcurre entre la primera ocupación de Islandia y el final de ta primera generación cristiana, hacia 1030, y que es conocido con el nombre de Edad de las Sagas. Las Konungasögur, Sagas de los Reyes, nos hablan de las dinastías noruegas y de los más sobresalientes hechos de sus reyes. La ya mencionada Sturlunga Saga, por no tener igual, se resiste a incorporarse a cualquiera de los grupos, y en ella se relata la historia de Islandia en el siglo XII a través de las dramáticas aventuras que corrieron los miembros de la muy señalada familia Sturlung. Las Biskupasögur, Sagas de los Obispos, crónicas de pesada lectura y escaso valor literario, tienen sus protagonistas en los obispos de la isla y algunas fueron escritas en latín. Las Riddarasögur, Sagas de los Caballeros, son más tardías, y su espíritu cortesano ejemplifica, junto con el de las Fornaldasögur, las Sagas de los Tiempos Antiguos, relatos de leyendas y mitos germanos plagados de aventuras y maravillas, la degeneración formal de las sagas con el paso de lo anecdótico a lo novelesco. Otro de los factores que ocasionaron el empobrecimiento literario de las sagas fue la progresiva influencia que ejerció sobre sus autores la moral cristiana, ya que las alejó de una de sus principales virtudes: bondad y maldad convivían en los corazones de todos sus personajes. Habría, sin embargo, que matizar esta afirmación, recordando que la Brennu-Njáls Saga, la Saga de la Quema de Njal, incorpora a sus páginas el espíritu cristiano y no deja de ser por ello una de las más renombradas. Además la Iglesia favoreció el desarrollo de las sagas y su transición de literatura oral a literatura escrita, para que pudieran así llegar con mayor facilidad a mayor número de gente, con el propósito de educar al pueblo y apartarlo de otras diversiones, tales como los bailes, consideradas más inmorales. El carácter épico de las sagas de los islandeses ha justificado que se las tenga por el equivalente en prosa de la poesía épica germánica. El destino está siempre presente en las sagas, porque también marca la vida del hombre del norte en el medioevo, y no sólo como una fuerza exterior, pues el carácter del individuo forma también parte del destino.
Sabedores de que no podían sustraerse a lo que el todopoderoso hado había dispuesto para ellos, conocedores de que no podían oponerse con éxito a un destino inevitable, los héroes de las sagas mostraban su dignidad, su insumisión y su rebeldía con la manifestación de su indiferencia estética ante lo que la fortuna les deparaba: aceptan su destino y lo cumplen sin rendirse a él; mirándolo de frente y con lucidez se convierten en sus protagonistas. Cuando las sagas nos narran las muertes de sus héroes, el momento de su victorioso enfrentamiento definitivo con el destino, nos ofrecen algunos de sus párrafos más bellos y representativos, y la insólita y memorable frase que tienen tiempo de decir antes de expirar nos comunica lo que sienten con palabras sencillas, llenas de poética ironía. En la Saga de Eirik el Rojo, Thorvald Eiriksson, mientras se arranca del vientre la flecha que sabe lo llevará a la muerte, dice: «Es un país rico este que hemos encontrado; una capa de grasa viste mis entrañas». Pero no debemos concebir a los héroes islandeses como seres extraordinarios: son hombres de carne y hueso, y nunca la encarnación del bien, que luchan con enemigos muy semejantes a ellos. Yerran los que definen las sagas como meras historias de «campesinos a la greña», pues olvidan su alto valor literario. Es cierto quejas sagas abundan en descripciones de peleas y reyertas, pero los islandeses, maestros en el arte de la disputa, lo fueron aún más en el de la escritura. Es el lenguaje de las sagas claro, conciso y directo, de una sencillez que no implica simplicidad, pues no carece de habilidad y poesía; los diálogos que en ellas aparecen son breves a causa del laconismo de sus personajes, y su belleza áspera y extraña. No se analizan los caracteres de los protagonistas, y los pensamientos y sentimientos de éstos se deducen de sus palabras y, sobre todo, de sus actos. Las mejores sagas nos conmueven sin recurrir al sentimentalismo; la ecuanimidad, la imparcialidad y la noble indiferencia de los autores escondían una emoción destinada a ser redescubierta por oyentes y lectores. Su realismo las distingue del resto de la literatura medieval, cuajada de simbolismos. En muchas de ellas el deseo de sus autores de relatar los hechos tal como sucedieron y la exactitud de sus descripciones geográficas fundamentan su valor como fuentes históricas. Pero ni su realismo es el mismo que el nuestro, ni su fidelidad histórica es absoluta y uniforme. Las sagas no excluyen la narración de acontecimientos mágicos o sobrenaturales, que los escandinavos juzgaban pertenecientes al mundo real (sibilas que predicen el futuro; muertos que se levantan y hablan; espadas y lanzas que combaten por sí solas), y aparecen ocasionalmente seres fabulosos, como el unípedo de la Saga de Eirik el Rojo. En cuanto a la fidelidad histórica de las sagas, ha quedado claro que en algunas de ellas los personajes y los hechos en que éstos participan son pura invención del autor. Sembrada de genealogías, cada saga acoge un sinnúmero de hombres y mujeres ligados entre sí por vínculos de amistad y parentesco. El que gran parte de los personajes fueran reales, y su gran número, son las causas de que muchos de ellos figuren en más de una saga: éstas integran así un mismo bosque literario. Los personajes que aparecen en las sagas aquí publicadas, la de los Groenlandeses y la de Eirik el Rojo, son prácticamente los mismos, pues ambas nos cuentan la misma historia, aunque entre ellas haya diferencias e incluso contradicciones que han creado problemas a los estudiosos. Forman un grupo de especial interés dentro de las sagas de los islandeses y han sido llamadas «Sagas de Vinlandia», pues son las únicas en las que se nos narran los viajes de los escandinavos a América, a las tres tierras que de ella conocían: Helluland, Markland y, la más importante, Vinlandia. También nos hablan de los previos descubrimientos y colonización de Groenlandia, pero esto no es tan señalado por sí mismo, puesto que de este país se ocupan con mucho detalle otras sagas, sin que, además, pueda ponerse en duda la realidad de la presencia de los nórdicos medievales en la Tierra Verde, después de las numerosas excavaciones realizadas allí por arqueólogos daneses. El hecho de que se haya demostrado que los datos referentes a Groenlandia en estas Sagas de Vinlandia no se apartan de la realidad, nos inclina a contemplar bajo una luz más favorable lo que en estas mismas sagas se nos cuenta acerca de América, aunque en este caso no dispongamos de argumentos arqueológicos tan válidos. Algunos se niegan a creer en los viajes de los escandinavos a Groenlandia y de allí a América basando su incredulidad en las insalvables dificultades opuestas por un clima terriblemente riguroso. Es cierto que tales viajes y la dificultosa colonización de Groenlandia hubieran resultado imposibles en las actuales condiciones climáticas, pero no es menos cierto que en aquella época el clima se mostraba bastante más benigno en el norte de Europa: hacia el siglo V se inició un breve retorno xerotérmico que, con sus naturales altibajos, culminaría en un óptimo climático que abarcaría los siglos X y XI, para luego dar paso a un corto período glacial a partir de los siglos XII y XIII. Se incrementó entonces el número de los hielos flotantes, de los que no nos hablan las sagas por no ser habituales en su tiempo, y se ampliaron las extensiones cubiertas de hielos perpetuos; avanzaron las morrenas, quedaron bloqueadas las antiguas rutas marítimas y se produjo el progresivo abandono de las tierras más septentrionales y el repliegue de la expansión escandinava. Para explicar los viajes de los escandinavos a Islandia, Groenlandia y América ha de hacerse también alusión a las naves de que disponían para realizarlos y a su pericia y arrojo como pilotos y navegantes. Las naves vikingas eran de muy diversos tipos, y tanto las de guerra, utilizadas casi siempre para el transporte de tropas, como las mercantes, dedicadas al comercio o al traslado de gentes a nuevas tierras, estaban sin duda entre las mejores de la época. Fue en el campo de la construcción de barcos mercantes donde más destacaron, recogiendo una tradición que se remonta a la Edad del Bronce, y enriqueciéndola en los siglos VII y VIII con la mejora revolucionaria de las técnicas de construcción naval, que se manifiesta en adelantos tan decisivos como la adopción de la vela y la mejora de la quilla y del casco, este último hecho de tablas solapadas. Recios y muy marineros, los knerrir o transatlánticos fueron los navios que hicieron posibles los viajes que cuentan las sagas: con ellos se emprendieron las colonizaciones de Islandia, Groenlandia y América. El knorr, que podía embarrancarse, al igual que los navios de guerra, en las playas planas sin necesidad de puerto, cortaba las olas llevando a bordo a unos veinticinco o treinta hombres, mujeres y niños, junto con su ganado, bultos y vituallas. Impulsado por el viento que henchía su gran vela cuadrángulas sus tripulantes acudían sólo ocasionalmente al uso de los remos. Cada nave llevaba a bordo un bote auxiliar, y en muchas ocasiones otro de remolque. Pero más importante aún que la notoria calidad de sus naves, insuperable en el género de barcos sin puente, pero similar a la de las de otros pueblos del norte de Europa, fue la habilidad y la ciencia de sus pilotos. Suplían la falta de ayudas tan valiosas para la orientación como la de la brújula y la de las cartas de navegación con sus magníficas dotes de observación aplicadas a sus conocimientos geográficos y a lo que del vuelo de los pájaros sabían, y por medios puramente astronómicos mantenían a lo largo de grandes distancias un rumbo invariable. Orientados de noche por la estrella polar, se valían de día del estudio de la posición del sol, y contaban para ello con un rudimentario astrolabio. Muchos eran los días encapotados en que el sol permanecía invisible; algunos dicen que entonces acudían a la mítica piedra solar, la solarsteinn, pedazo de espato calcáreo que reflejaba la luz polarizada y descubría así el sol oculto. Los viajes de los navegantes noruegos e islandeses del siglo X en adelante aportarían la información que sobre las rutas marítimas tenían los geógrafos islandeses de los siglos XII y XIII, los más avanzados de su tiempo. Pero aquellos sistemas de navegación distaban mucho de ser perfectos, y los marinos habían de afrontar continuos problemas; las naves estaban siempre a merced de las inclemencias del tiempo, y perdían el rumbo en numerosas ocasiones, como corroboran los relatos de las sagas. Conscientes de las deficiencias de su ciencia y de lo azaroso y accidentado de sus viajes, los navegantes escandinavos recurrían a las adivinaciones y confiaban su suerte a Dios y a los dioses. En uno de esos azarosos viajes, y a bordo de un knorr, Gunnbjorn Ulf-Krakason, como apuntan las Sagas de Vinlandia, descubrió unos islotes y vislumbró la tierra desconocida que había detrás de ellos. Sesenta años después, en el año 981 o en el 982, Eirik el Rojo, desterrado de Islandia a causa de los excesos de su espada, que ya le habían obligado a abandonar su Noruega natal, se convertía en el verdadero descubridor de Groenlandia, la exploraba durante tres años y le daba el nombre de Groenland, Tierra Verde. Sin olvidar que en aquella época había allí pastizales en los fiordos interiores y hierba en las laderas más favorecidas por el sol, parece claro que llamar así a un país casi siempre vestido de blanco y que carecía de árboles, perseguía el fin de atraer pobladores a sus tierras deshabitadas. Muchos islandeses, seducidos por este nombre y empujados por las calamidades por las que pasaba por entonces su país, en el que ya no era posible hacerse con nuevas tierras de calidad, ocuparon los veinticinco knerrir que capitaneados por Eirik el Rojo emprendieron viaje a Groenlandia en el año 985 ó 986. Sólo cuatrocientas personas alcanzaron su destino y se convirtieron en los primeros colonos de aquel país. Se establecieron en la costa occidental de Groenlandia, la de clima más moderado, y se concentraron en dos asentamientos principales, la Colonia Oriental, en torno a la bahía de la actual Julianehaab, y, unos quinientos kilómetros más al Norte, la Colonia Occidental, cuyo centro se situaba en el Fiordo de Godthaab. La Colonia Oriental era la más importante, y en ella se asentó Eirik el Rojo, fijando su residencia en Brattahlid, en el fiordo que se llamó Fiordo de Eirik, y sobre ella ejerció su autoridad de patriarca. Los colonos construyeron sus nuevas viviendas con piedra, tepes y madera de la que les llegaba a la deriva, igual que habían hecho en Islandia. Se alimentaban de la leche y la carne que les proporcionaban sus vacas y ovejas, de la carne de los caribúes. ballenas, focas y morsas que abatían en los extensos territorios de caza, del grano que traían de Islandia y Noruega, pues el que allí crecía en superficies pequeñas y aisladas era insuficiente, y de la pesca. Groenlandia parecía la hermana menor de Islandia; ligada a ella por fuertes lazos culturales, económicos y de amistad, padecía similares problemas aunque mucho más aguzados. Se convirtió en una nación independiente cuya organización política era una copia reducida de la de Islandia, pues se basaba también en una constitución y en una Asamblea General, emplazada en su caso en Cardar, en la Colonia Oriental. También allí se establecería la sede episcopal, ya en el siglo XII; hasta entonces sus obispos habían residido en Islandia. La supervivencia de las colonias groenlandesas, asentamientos marginales dentro del mundo escandinavo, nunca poblados por más de tres o cuatro mil personas pendió siempre de un hilo. Aún era más acusada que en Islandia la falta de grano, metales y madera, el clima más crudo, la tierra más inhóspita, y las comunicaciones más difíciles e infrecuentes. El autoabastecimiento era imposible para aquellos escandinavos, y dependían del comercio exterior, lo que aprovecharía Noruega para acabar con su independencia en el 1261, un año antes de que hiciera lo mismo con Islandia. Los noruegos ofrecieron unas pretendidas ventajas comerciales, pero lo cierto fue que su dominio fue una de las causas de la decadencia de Groenlandia. Noruega atravesaba entonces por una prolongada crisis, y los impuestos que exigió y el control monopolístico que la Corona noruega, cuyas naves eran insuficientes para cubrir sus propias necesidades, ejerció sobre el comercio, se tradujeron en la práctica desaparición de éste. También contribuyeron al hundimiento comercial de Groenlandia la imposibilidad de construir naves propias a causa de la falta de madera, y la fuerte competencia que los paños ingleses y holandeses, las pieles y cueros rusos y el marfil africano, hacían a sus tradicionales exportaciones de lana groenlandesa, pieles, y colmillos de narval, a principios del siglo XIV. Además, a partir del siglo XIII, el clima, ya de por sí muy riguroso, se hizo más frío y seco, y los escasos pastos desaparecieron casi por completo.
Los esquimales estaban mucho mejor adaptados a la dureza del país, pero hubieron de trasladarse más al sur, siguiendo a las focas de las que dependía su supervivencia, y hostigaron a los nórdicos. La Colonia Occidental fue abandonada a mediados del siglo XIV, y la Oriental sobreviviría, aunque en condiciones muy precarias, durante ciento cincuenta años más, hasta que perecieron sus últimos habitantes, famélicos y degenerados. De la ocupación nórdica de Groenlandia durante unos quinientos años sabemos lo que nos cuentan las sagas, y de ella dan fe los numerosos hallazgos de los arqueólogos daneses. Se han localizado las dos colonias y en ellas los cimientos de sus granjas e iglesias, incluso los de la catedral de piedra de Gardar. En cuanto a los edificios que aparecen en las Sagas de Vinlandia, se han excavado la granja de Brattahlid y la iglesia de madera de Thjodhild, más antigua que las otras iglesias hechas de piedra. La colonización de Groenlandia llevó a los nórdicos muy cerca de América y, según las sagas, se repitió el mismo esquema que ya se había dado en Islandia y Groenlandia: un marino, en esta oportunidad Bjarni Herjolfsson y en el año 985 ó 986, avista nuevas tierras cuando una tormenta le había desviado de su rumbo; como aquél no había pisado aquellas tierras, hay otro navegante, en esta ocasión Leif Eiriksson hacia el año 1000, que explora metódicamente el país descubierto; finalmente se pasa al intento de asentamiento, protagonizado en América por Thorfinn Karlsefni hacia el año 1010. En realidad el Labrador sería tan accesible como Noruega desde la costa occidental de Groenlandia, y no es de extrañar que los nórdicos llegaran allí si sabían, como parece probar el estudio de sus tratados geográficos, que había tierra al oeste de Groenlandia. Las Sagas de Vinlandia no son las únicas fuentes escritas que hablan del descubrimiento de Vinlandia, ni tampoco las primeras. La distancia temporal que separa estas sagas de los hechos que relatan, unos dos siglos, ha hecho dudar de su fiabilidad, pero ya en 1075 se escribió la primera referencia a Vinlandia de que se tiene noticia, en la Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificum, monumental historia del arzobispado de Hamburgo, cuyo autor fue Adam de Bremen. La Iglesia escandinava dependía entonces de ese arzobispado, y en el capítulo dedicado a Escandinavia, para cuya confección Adam se había guiado por lo que le contó el rey Sven Ulfsson de Dinamarca cuando visitó su corte unos diez años antes de escribir el libro, nos habla de una isla en el océano llamada Vínland, en la que había vides y trigo silvestre. También coincide con las sagas al decir que la isla fue descubierta por muchos, pues con ello parece significar que hubo diferentes expediciones a Vinlandia. También habla de Vinlandia Ari el historiador en su Islendingabók, escrito hacia 1127, libro que le fue encargado por dos obispos, uno de ellos descendiente de Thorfinn Karlsefni. Dentro de la breve sección en que se ocupa de Groenlandia, dice que los utensilios nacidos de la mano del hombre que en esa tierra encuentran Eirik el Rojo y los primeros colonos, permitían deducir que sus antiguos habitantes eran parecidos a los nativos de Vinlandia, a los que los groenlandeses llamaban skraelingar. Esta mención hace suponer que los hechos eran conocidos y no necesitaban de mayor explicación para los lectores islandeses. En los anales islandeses hay también algunas referencias aisladas. En el año 1121 se dice: «Eirik el obispo de los groenlandeses partió en busca de Vinlandia», lo que puede indicar que los islandeses habían olvidado, cien años después de la expedición de Karlsefni, la localización de aquellas tierras. Pero, según parece, tampoco habían cesado por completo los contactos entre Groenlandia y América, pues en el año 1 347 aparece citado un pequeño barco groenlandés al que las tormentas arrojaron a las costas islandesas y que llevaba madera de Markland. Con respecto a la posibilidad de que hubiera viajes desde Groenlandia a Markland para proveerse de madera, cabe apuntar que arqueólogos daneses han descubierto en Herjolfsnes cofres de alerce, árbol que no crece en Escandinavia, pero abundante en Terranova y Labrador. Para valorar con justicia las sagas desde el punto de vista histórico, es necesario tener en cuenta que no pretenden ser tratados geográficos o históricos, pues aunque sus autores acudieran a veces a las fuentes de que tales ciencias beben, y obtuvieran de ello datos a menudo fiables, lo hacían con la finalidad de explicar mejor el desarrollo de los hechos que querían narrar y las vidas de los personajes que los protagonizaban. Las contradicciones existentes entre las dos sagas cuando ambas cuentan una misma historia no deben causar extrañeza, dados los diferentes contextos histórico-literarios en que fueron creadas, y en realidad tas discrepancias nunca son de fondo, como pudiera creerse a primera vista, aunque sí lo bastante notables como para impedir una localiza-ción exacta de los lugares visitados por los islandeses-groenlandeses en las costas americanas. En la Saga de los Groenlandeses, Bjarni Herjolfsson avista nuevas tierras al oeste poco después de que Eirik el Rojo partiera para colonizar Groenlandia en el 985-986, y sólo después de quince años Leif Eiriksson le compra el barco, se informa y navega hacia la tierra que aquél había avistado cuando era joven; la explora y da nombre a los tres países que visita: Helluland o Tierra de Piedras Planas, Markland o Tierra de Forestas, y Vínland o Tierra del Vino. En esta última tierra levanta las Casas de Leif y encuentra entre otras maravillas que la naturaleza ofrece las vides y uvas que dan origen al famoso nombre. A su vuelta, Thorvald Eiriksson cree que el país no ha sido suficientemente explorado, y marcha hacia Vinlandia con instrucciones de su hermano en la misma veterana nave. Explora efectivamente el país y da el nombre de Cabo de la Quilla a uno situado al noreste de la Casa de Leif. Es el primero que encuentra indígenas, y después de que sus hombres mataran a varios de ellos sin motivo alguno, se rompen las hostilidades y muere de un flechazo. Sus compañeros regresan con un cargamento de uvas y madera. Más tarde, Thorstein Eiriksson quiere llegar a Vinlandia para recoger el cadáver de su hermano, pero se pasa todo el verano a merced de las tormentas y acaba en Lysufjord, en la Colonia Oriental, donde muere en una de las tantas epidemias que aparecen en las sagas. Más suerte tendría Karlsefni que, con su mujer Gudrid, la viuda de Thorstein, y sesenta hombres parte hacia Vinlandia con todo lo necesario para establecerse allí. Llega también a las Casas de Leif, y allí comercia con los skraelingar hasta que surge la enemistad entre ellos y los combates que los enfrentan obligan a Karlsefni a regresar a Groenlandia. Por último se nos cuenta la dramática expedición de Freydis que, con dos naves, la suya propia y la de Helgi y Finnbogi, arriba a las Casas de Leif. Allí Freydis haría matar a los dos hermanos y a la tripulación de éstos. En la Saga de Eirik no aparece para nada Bjarni Herjolfsson, y es Leif quien desempeña un papel parecido al suyo, aunque quizá aún más anecdótico, pues sólo se dice que descubre accidentalmente, en un azaroso viaje que lo llevaba de Noruega a Groenlandia, alrededor del año 1000, unas tierras cuya existencia no había imaginado, y en las que había uvas, trigo silvestre y arces. Después se nos narra brevemente la fracasada expedición de su hermano Thorstein hacia aquel país del que tanto se hablaba; en este caso vuelve a Eiriksfjord y de allí marcha a Lysufjord, donde tenía una granja, y allí muere. Casi todo lo que la Saga de Eirik el Rojo cuenta de Vinlandia, está incluido dentro de lo que nos relata de la empresa colonial de Karlsefni, de la que se ocupa tan detalladamente que también se llama Saga de Thorfinn Karlsefni. Era éste un comerciante islandés que marcha con su nave y la de Bjarni Grimolfsson hacia Groenlandia, donde pasa un agradable invierno con Eirik el Rojo y su familia, que le hablan de las excelencias de Vinlandia. En verano, parte hacia allí con tres naves (la suya, la de Bjarni, y otra tripulada por hombres del clan de Eirik: Thorvard, a quien acompaña Freydis, su mujer, Thorvald Eiriksson y Thorhall el Cazador) y todo lo necesario para emprender la colonización. Es Karlsefni quien va dando nombre a las costas que exploran: Helluland, Markland, Kjalarnes, Furdustrandiry, por fin, los dos lugares que aquí se reparten las características de la Vinlandia de la otra saga, Straumfjord y Hope. Encuentran uvas y trigo silvestres poco antes de llegar a Straumfjord, pero en este lugar pasan un invierno muy mísero; Thorhall se separa y Karlsefni y Bjarni deciden navegar más al sur, hasta Hope, donde hay trigo, vides y peces en abundancia. También hay skraelingar, con los que comercian con mucho provecho hasta que éstos les atacan en tan gran número y con tan terribles armas que resuelven abandonar el país, a pesar de lo buena que era la tierra. De vuelta a Straumfjord, Thorvald muere de un flechazo, y una vez allí Karlsefni y los otros deciden retornar a Groenlandia, al finalizar el tercer invierno desde su partida. Parece ser que la Saga de Eirik fue escrita más tarde que la Saga de los Groenlandeses, posiblemente a modo de revisión de ésta, tratando de racionalizar sus datos y de conciliarios con los de otras fuentes. Esto explicaría, entre otras cosas, las diferencias que se dan entre ambas sagas en cuanto al papel que cada una atribuye a un mismo personaje, y de manera especial a Leif en lo concerniente al descubrimiento y exploración de Vinlandia. El autor de la Saga de Eirik conoce la Saga de Olaf Tryggvason, redactada a finales del siglo XII por Gunnlaug Leifsson, pues de ella procede la mención de Leif como descubridor de América en un viaje que le llevaba de Noruega a Groenlandia para difundir el cristianismo, y sin saber que tal viaje era un invento del fantasioso Gunnlaug, digno tocayo de Gunnlaug Lengua Viperina, lo incorpora a su relato. Esto le obliga a hacer algunas otras variaciones, como borrar cualquier mención a Bjarni y adjudicar a la expedición de Karlsefni algunas de las vicisitudes por las que había pasado la de Leif. Aparte de la tradición oral y de la Saga de los Groenlandeses, el autor de la Saga de Eirik utiliza una versión del Landnámabók, pretendiendo alcanzar mayor objetividad y amplitud histórica, y lo enmarca todo con un estilo más elaborado y más propio de las sagas clásicas. Pero la Saga de Eirik el Rojo no sólo se contradice en algunos puntos con la de los Groenlandeses, sino que ha llegado hasta nosotros en dos versiones que tampoco coinciden en todo. Se conserva en dos manuscritos, uno incluido en el Hauksbók, largo códice de sagas y escritos eruditos compilado a principios del siglo XIV por Hauk Erlendson, y el otro en el Skálholtsbók, de finales del siglo XV, y a veces las diferencias que hay entre ambos manuscritos, aunque sólo afecten a algunas palabras concretas y a la redacción de las historias, y no a éstas en sí, son considerables. Los dos se derivan de la misma Saga de Eirik el Rojo, de mediados del siglo XIII, que quizá tampoco fuera la original, pero ambas versiones se alejan algo de su fuente común: la del Hauksbók por lo que parecen aportaciones personales del cultivado Hauk, con las que se proponía enriquecer la prosa del texto, y la del Skálholtsbók por descuidos del copista. Antes se prefería la versión del Hauksbók, de prosa más correcta y clásica, pero estudios posteriores han probado la mayor fidelidad histórica y cercanía formal a la fuente común del Skálholtsbók, que es el que se sigue en esta traducción. La Saga de los Groenlandeses no se halla completa en ningún texto antiguo. El original, escrito hacia el año 1200, se incorporó a la Gran Saga de Olaf Tryggvason, extensa compilación de material histórico reunida en torno a la figura del rey Olaf, lo que se hizo con bastante descuido e incluso se perdió el primer capítulo, que hoy nos llega a través de una interpolación del Landnámabók. La Gran Saga de Olaf Tryggvason está contenida en el Flateyjarbók, amplísimo códice de finales del siglo XV. Estudiando los datos que las sagas nos aportan sobre los viajes de los marinos escandinavos, los días de navegación y la dirección de ésta (aquí algunos sostienen que la información más precisa y significativa aparece en el relato del viaje de Bjarni Herjolfsson), y sus descripciones geográficas y del paisaje, clima, flora, fauna y habitantes, cuando los hay, de las tierras que aquéllos avistaron y visitaron, se ha tratado de localizar éstas. Sin que se pueda afirmar nada categóricamente, lo más probable es que Helluland, al oeste de Groenlandia, fuera la costa sur de la isla de Baffin y que Markland, más al sur, fuera una parte de la costa del Labrador. Vinlandia ha sido buscada con gran empeño y a lo largo de muchos años, pues de ella es de la que más se nos habla en las sagas, según las cuales fue la tierra más meridional que los escandinavos alcanzaron, y donde intentaron un asentamiento estable. Prueba del esfuerzo que ha exigido la interpretación de las sagas a sus estudiosos es que Vinlandia, la región o el lugar concreto en que los colonos erigieron sus casas (Leifsbudir), se ha ubicado en multitud de zonas o puntos diferentes de la costa oriental de Norteamérica, desde Florida hasta Terranova. Lo más probable y aceptado es que Vinlandia, o Straumfjord-Hope, estuviera situada en el norte de la isla de Terranova, en atención a aquellas descripciones de viajes y accidentes geográficos, pero cabe pensar que los escandinavos llegaron más al sur en viajes de exploración. La mención repetida que hacen las sagas de que en Vinlandia coexisíían salmones, trigo silvestre y vides, ha conducido a que algunos la emplacen en Nueva Inglaterra, especialmente en las cercanías de Boston. Otros argumentan que en aquella época las vides y el trigo podían crecer en latitudes más altas, o que el que hubiera vides en la nueva tierra no era sino un invento de Leif, que había aprendido de su padre, Eirik el Rojo, qué clase de nombres se debía dar a los territorios que se deseaba colonizar. Todo puede permanecer como objeto de debate mientras no sea confirmado por la arqueología, y eso parece muy difícil, y no precisamente porque no se rastree lo suficiente, sino porque los escandinavos que pisaron América debieron ser muy pocos, y sus asentamientos permanentes, si es que hubo alguno, aún más raros. Mientras duraron las expediciones, siempre limitadas y muy pronto casi inexistentes, llegarían en pequeños grupos y se conformarían con conseguir un buen cargamento, una vez fracasado el intento de establecimiento en una colonia demasiado aislada y mucho más marginal aún de lo que era Groenlandia. Pero la presencia de normandos en América sí parece demostrada arqueológicamente gracias a las excavaciones dirigidas por el noruego Helge Ingstad durante los años 60 en L'Anse Aux Meadows, en la punta norte de Terranova, para muchos el «Promontorium Winlandiae». Según cuenta el doctor Ingstad, aparecieron ocho casas, una de ellas de gran tamaño, que presentan las características arquitectónicas típicas de las de la era de los vikingos en el norte de Europa, varias agujas mohosas, un fragmento de aguja de hueso de tipo nórdico, una lámpara de piedra del mismo tipo que las de la Islandia medieval, y, en una pequeña herrería, un yunque de piedra, un horno para extraer hierro del mineral, escoria, trozos de hierro fundido y un pedazo de cobre. A esto se añade una pieza de esteatita perteneciente a un torno de hilar de tipo también nórdico. Hay dataciones de Carbono 14 que dan fechas cercanas al año 1000, pero en realidad no es posible fechar con exactitud estas ruinas, que en todo caso no parecen corresponder a un asentamiento permanente, pues no hay indicios que permitan colegir que sus habitantes practicaran la ganadería o la agricultura. Tampoco después de estos trabajos se pueden identificar de manera irrefutable los lugares de que nos hablan las sagas, y ni siquiera se puede asegurar que estas edificaciones constituyeran el asentamiento principal, Leifsbudir o las Casas de Leif. El resto de los descubrimientos arqueológicos que pretendían probar la estancia de los vikingos en América, y un ejemplo notable es el de la piedra rúnica de Kensington, han sido rechazados, por haberse puesto en evidencia que no eran sino falsificaciones, en las que casi siempre estaba implicado un norteamericano de origen escandinavo. El famoso mapa de Vinlandia, publicado en 1965 y que pretendía ser del siglo XV, tampoco ha podido resistir una investigación seria, y hoy se sabe que fue dibujado en nuestro siglo. Muchos de los defensores de estas falsificaciones actuaban de buena fe. si bien a los norteamericanos les ofuscaba el deseo de que su continente hubiera sido descubierto por hombres rubios y a los europeos del norte les tentaba la idea de poder atribuirse el descubrimiento de América. Pero aunque no parece que haya dudas razonables acerca de la arribada de un puñado de vikingos al continente americano, el verdadero descubrimiento llegaría quinientos años más tarde, protagonizado por Colón y sus tres carabelas, pues es ese el momento .en que se abre un Nuevo Mundo ante otro más viejo que ya estaba preparado para recibirlo, y sólo entonces y de aquel encuentro se derivarán consecuencias decisivas para los dos continentes. Y afirmar esto no significa ni mucho menos menospreciar la gran aventura que comenzó cuando Eirik el Rojo oyó las palabras que lo condenaban al destierro y lo declaraban fuera de la ley:
... en todos los lugares donde los hombres dan caza a los lobos donde los cristianos erigen sus iglesias donde los paganos elevan sus templos y hacen sacrificios donde la llama se yergue donde la tierra verdea donde el hijo llama a su madre donde la madre amamanta a su hijo donde el calor del fuego une a las gentes donde se alza el brillo de los escudos donde el sol resplandece donde vive la nieve donde en primavera el halcón se cierne si bajo sus alas se cobija un viento favorable donde baja el cielo donde se eleva la ciudad donde se calma el viento donde los hombres siembran el grano. Que los dioses tengan en su gloria a los que respetan todos los juramentos y en su cólera a los que violan uno.
Antón y Pedro Casariego Córdoba. LA SAGA DE LOS GROENLANDESES
I EIRIK EXPLORA GROENLANDIA
Había un hombre llamado Thorvald, el hijo de Asvald, el hijo de Ulf, el hijo de Bueyes-Thorir. Thorvald era el padre de Eirik el Rojo. Él y Eirik abandonaron su hogar de Jaederen, en Noruega, a causa de unas muertes, y fueron a Islandia, que ya había sido ampliamente poblada por aquel entonces(1). Empezaron por establecerse en Drangar (Rocas Altas), en Hornstrandir. Thorvald murió allí, y Eirik el Rojo se casó con Thjodhild, la hija de Jorund Ulfsson y de Thorbjorg-Pecho de Barco, que por entonces estaba casada con Thorbjorn el del Valle de Hauka, y se mudó al sur, para avecindarse en Eiriksstadir, junto al saliente de Vatn. Tuvieron un hijo llamado Leif. Eirik fue desterrado de Haukadal (el Valle de Hauka) por haber dado muerte a Eyjolf Saur y a Hrafn el Duelista, así que se fue al oeste hacia Breidafjord (Fiordo Amplio) y se asentó en Oxney (la Isla de los Bueyes) en Eiriksstadir. Prestó las tablas de su sitial(2) a Thorgest el de Breidabolstad. pero cuando pidió a éste que se las devolviera, no fue atendido, lo que dio pie a las riñas y disputas que los enfrentaron, tal como cuenta la saga de Eirik(3). StyrThorgrimsson, Eyjolf, de la Isla de Svin, Thorbjorn Vifilsson y los hijos de Thorbrand, de Alptafjord, se pusieron de la parte de Eirik; Thorgeir el del Valle de Hitar, y los hijos de Thord Gellir, respaldaban a Thorgest. Eirik fue declarado proscrito y sentenciado al destierro en la Asamblea de Thorsnes. Aparejó su barco en Eiriksvag (la Bahía de Eirik) y, cuando estuvo preparado para hacerse a la mar, Styr y los otros le dieron escolta hasta más allá de las islas. Eirik les dijo que iría en busca de la tierra que Gunnbjorn Ulf-Krakason (el hijo de Ulf Cuervo) había avistado cuando, perdido el rumbo y arrastrado hacia el oeste a través del océano descubrió Gunnbjarnasker (los Islotes de Gunnbjorn); añadió que volvería para visitar a sus amigos si encontraba aquel país(4). Se hizo a la mar pasado Snaefellsjokul (el Glaciar de Snaefell). Dio con el país que andaba buscando, y desembarcó cerca del glaciar que denominó Midjokul (Glaciar Medio) y que hoy se conoce con el nombre de Blaserk ,(o de la Camisa Azul). Desde ese lugar navegó con rumbo sur a lo largo de la costa, para averiguar si el país era allí habitable. Pasó el primer invierno en Eiriksey (la Isla de Eirik) que está situada cerca del corazón de la Colonia Oriental. Cuando llegó la primavera, fue a Eiriksfjord, donde decidió establecerse. Aquel verano exploró el yermo que había hacia el oeste, y dio nombre a los lugares más sobresalientes. Pasó el segundo invierno en las islas de Eiriksholmar, cerca de Hvarfsgnipa. Durante el tercer verano navegó hacia el norte, siguiendo todo el camino hasta Snaefell, y se adentró en Hrafnsfjord, donde estimó que se encontraba más al interior que la cabecera de Eiriksfjord. Regresó entonces y pasó el tercer invierno en Eiriksey, frente a la embocadura de Eiriksfjord. Navegó de vuelta a lslandiaxal verano siguiente y arribó al puerto de Breidafjord. Y dio al país que había descubierto el nombre de Groenlandia (Tierra Verde), porque decía que la gente se sentiría mucho más tentada de ir allí si el lugar tenía un nombre atractivo. Eirik pasó el invierno en Islandia, y al verano siguiente partió para colonizar Groenlandia, y se estableció en Brattahlid (Ladera Pronunciada), en Eiriksfjord. Dicen los hombres leídos que durante el mismo verano en que Eirik se marchó a colonizar Groenlandia, veinticinco barcos salieron navegando de Breidafjord y Borgarfjord hacia la Tierra Verde, pero sólo catorce alcanzaron su destino; algunos hubieron de regresar y otros se perdieron en la mar. Esto acontecía quince años antes de que el cristianismo fuera adoptado por ley como religión en Islandia, y el mismo verano en que el obispo Fridrek y Thor-vald Kodransson salieron del país(5). Los hombres cuyos nombres siguen abandonaron el país junto con Eirik y tomaron posesión de tierras en Groenlandia: Herjolf Bardarson tomó posesión de Herjolfsfjord y se estableció en Herjolfsnes; Ketil tomó posesión de Ketilsfjord; Hrafn, de Hrafnsfjord; Solvi, de Solvadal (el Valle de Solvi); Helgi Thorbrandsson, de Alptafjord; Thorbjorn Glora, de Siglufjord; Einar, de Einarsfjord; Hafgrim, de Hafgrimsfjord y de Vatnahverfi (el distrito de Vat-na); y Arnlaug de Arnlaugfjord. Otros fueron a la Colonia Occidental(6).
II BJARNI AVISTA TIERRA AL OESTE
Herjolf era el hijo de Bard, el hijo de Herjolf, un pariente de Ingolf, el primer colono de Islandia(7), que había dado a su familia la tierra entre Vog y Reykjanes. Herjolf Bardarson había vivido durante algún tiempo en Drepstokk; su mujer se llamaba Thorgerd y tenían un hijo llamado Bjarni. Bjarni era un joven muy prometedor. Desde su primera juventud había ansiado navegar a tierras extrañas; ganó para sí riquezas y buena reputación, y solía pasar un invierno fuera de su país y el siguiente en Islandia en compañía de su padre. Pronto tuvo un barco mercante propio. Durante el último invierno que Bjarni pasó en .Noruega, su padre, Herjolf, vendió su granja y emigró a Groenlandia con Eirik el Rojo. A bordo de la nave de Herjolf viajaba un cristiano de las Hébridas, el poeta que compuso el Hafgerdingadrapa8 (el Poema de las Olas Rompientes) que contiene esta estrofa:
Ruego al inmaculado Señor de los monjes Que guíe mis viajes; Que el Señor de los altos cielos Mantenga sobre mí su firme mano.
Herjolf se estableció en Herjolfsnes; era un hombre de gran categoría. Eirik el Rojo vivía en Brattahlid, y todos los groenlandeses le respetaban y reconocían su autoridad. Tenía tres hijos: Leif, Thorvald y Thorstein. También tenía una hija, llamada Freydis, que estaba casada con un hombre llamado Thorvard. Vivían en Cardar, donde está hoy la sede episcopal. Freydis era una mujer altanera y dominante; su marido, por el contrario, era más bien débil; ella se había casado con él principalmente por su dinero. Por aquel entonces Groenlandia era todavía un país pagano. Bjarni llegó a Eyrar, en Islandia, en el verano del año en que su padre se había ido a Groenlandia. La noticia de la partida de su padre dejó anonadado a Bjarni, que se negó a que descargaran su barco. Su tripulación le preguntó qué se proponía hacer, y él contestó que pretendía mantenerse fiel a la costumbre de disfrutar de la hospitalidad que su padre le brindaba en invierno, «por lo que deseo gobernar mi nave hasta Groenlandia, si vosotros estáis dispuestos a acompañarme». Todos respondieron que harían lo que él juzgara mejor. Entonces Bjarni dijo: «Este nuestro viaje será considerado temerario, porque ninguno de nosotros ha navegado jamás por el mar de Groenlandia». Pese a ello, se hicieron a la mar tan pronto como estuvieron preparados y navegaron durante tres días hasta que la tierra se perdió de vista debajo del horizonte. Amainaron entonces los vientos favorables y aparecieron los vientos del norte y la bruma; durante muchos días fueron a la deriva sin saber cuál era su rumbo. Al fin volvieron a ver el sol y fueron capaces de orientarse con su ayuda; tendieron velas y al acabar el día avistaron tierra. Discutieron entre ellos acerca de qué país podría ser aquél. Bjarni dijo que no pensaba que fuera Groenlandia. La tripulación le preguntó si quería desembarcar allí o no. Bjarni contestó: «Por lo pronto, acerquémonos más a la costa». Así lo hicieron, y en seguida pudieron ver que el país no era montañoso, pero sí arbolado y con bajas colinas. Se hicieron a la mar nuevamente, dejando la tierra a babor; y después de navegar durante dos días avistaron tierra una vez más. Los hombres de Bjarni le preguntaron si creía que aquello era ya Groenlandia. Él dijo que no pensaba que lo fuera más que la vez anterior, «porque se dice que hay gigantescos glaciares en Groenlandia». Se aproximaron velozmente a la tierra y vieron que era llana y boscosa. Cesó entonces el viento y toda la tripulación se manifestó a favor de desembarcar allí, pero Bjarni se opuso a ello. Argumentaron que andaban escasos de leña y agua, a lo que Bjarni repuso diciendo: «No os falta ninguna de las dos cosas». Sus palabras merecieron la censura de sus hombres. Les ordenó izar la vela, y así lo hicieron. Viraron y pusieron proa al mar y navegaron tres singladuras por delante de un viento del sudoeste hasta que avistaron una tercera tierra. Ésta era alta y montañosa; un glaciar la coronaba. Otra vez preguntaron a Bjarni si quería desembarcar, a lo que él replicó: «No, porque en mi opinión esta tierra no vale nada». Esta vez no arriaron la vela, sino que ciñeron la línea de la costa, y vieron que habían rodeado una isla. Una vez más viraron en redondo y dejaron la tierra a popa, y penetraron el mar por delante del mismo viento favorable. Entonces se enfurecieron los vientos, y Bjarni mandó a sus hombres que apocaran la vela y que no exigieran al barco y al aparejo más de lo que podían aguantar. Navegaron así durante cuatro días, hasta que avistaron una cuarta tierra. Los hombres preguntaron a Bjarni si creía que aquello era por fin Groenlandia. «Esto concuerda mucho más con lo que me han contado sobre Groenlandia», respondió Bjarni, «y aquí sí desembarcaremos». Con el crepúsculo se acercaron y tomaron tierra junto a un promontorio en el que había una barca varada. Era allí donde vivía Herjolf, el padre de Bjarni, y por ello el lugar se ha venido llamando Herjolfsnes desde entonces(9).
A partir de aquel día, Bjarni permaneció al lado de su padre y abandonó el comercio. A la muerte de Herjolf continuó viviendo de aquellas tierras como su sucesor.
III LEIF EXPLORA VINLANDIA
Algún tiempo después, Bjarni Herjolfsson navegó desde Groenlandia a Noruega y visitó al conde Eirik(10), que lo recibió con los brazos abiertos. Bjarni le contó la historia de su viaje y le habló de las tierras que había visto. La gente pensó que había mostrado una extraordinaria falta de curiosidad, ya que nada podía decirles acerca de aquellos países, y fue criticado por ello. Bjarni entró al servicio del conde, y dejó la corte al verano siguiente para retornar a Groenlandia. A la sazón se hablaba mucho de ir en busca de nuevas tierras. Leif, el hijo de Eirik el Rojo de Brattahlid, fue a ver a Bjarni Herjolfsson, le compró su barco y contrató una tripulación compuesta por treinta y cinco miembros. Leif pidió a su padre que capitaneara también aquella expedición, pero Eirik se resistía a asumir la responsabilidad del viaje; decía que estaba envejeciendo y que cada vez le costaba más arrostrar penalidades y rigores. Leif argüyó que la buena estrella de Eirik seguía brillando más que las del resto de sus parientes y que su buena suerte no le había olvidado. Finalmente Eirik dejó a Leif salirse con la suya. Tan pronto como estuvieron preparados, Eirik cabalgó hacia el barco, que estaba a corta distancia de allí; pero el caballo que montaba tropezó, y Eirik fue arrojado a tierra, hiriéndose en la pierna. «No estoy llamado a descubrir más países que éste en el que ahora vivo», dijo. «Aquí ha terminado el viaje, para mí al menos»(11). Eirik volvió a su casa de Brattahlid, pero Leif prosiguió su camino y subió a bordo de la nave, junto con sus treinta y cinco compañeros. Entre ellos había un hombre del sur, un alemán llamado Tyrkir. Aparejaron su barco y se hicieron a la mar. La nave recaló por primera vez frente al último país que Bjarni había avistado. Navegaron derechos hacia la costa y echaron anclas; entonces arriaron un bote y desembarcaron. No había pasto a la vista, el interior estaba cubierto de grandes glaciares, y entre los glaciares y la costa la tierra semejaba una inmensa laja. El país les pareció estéril y sin valor alguno. Entonces dijo Leif: «Ya hemos mejorado lo que hizo Bjarni en lo que a este país se refiere; nosotros, al menos, hemos plantado nuestros pies en él. Le daremos nombre y lo llamaremos Helluland (Tierra de Piedras Llanas)»(12). Volvieron a su nave y se hicieron a la vela y, algún tiempo después, avistaron una segunda tierra. Otra vez se acercaron directamente a ella y echaron anclas, arriaron un bote y fueron a tierra. Aquel país era llano y arbolado, con blancas playas de arena por doquier, y la tierra se inclinaba suavemente hacia el mar. Leif dijo: «Este país ha de recibir un nombre que hable de su naturaleza: deberá ser llamado Markland (Tierra de Forestas)»(13). Dicho esto volvieron a su nave tan aprisa como les fue posible, y el barco zarpó empujado por un viento del noreste, y dos días después avistaron otra tierra(14). Navegaron hacia ella y llegaron a una isla situada al norte. Bajaron a tierra y miraron en torno. Hacía muy buen tiempo y el rocío vestía la hierba, y lo primero que hicieron fue recoger unas gotas con sus manos y humedecerse con ellas los labios. Y aquel rocío les pareció la cosa más dulce que habían probado jamás. Volvieron luego al barco y navegaron por el estrecho que separaba la isla del cabo que apuntaba hacia el norte. Gobernaron la nave con rumbo oeste y rodearon el cabo. Había allí amplios bajíos y con la marea baja su barco quedó en seco y en alto, y el mar casi fuera del alcance de la vista. Pero se sentían tan impacientes por desembarcar que no fueron capaces de esperar a que la marea subiera y pusiera el barco a flote; se apresuraron a bajar a tierra y se encaminaron hacia un lugar donde un río nacía de un lago. Tan pronto como la marea liberó la nave, los que habían quedado a bordo la condujeron río arriba hasta llegar al lago, donde echaron anclas. Tomaron tierra llevando consigo sus sacos de dormir y levantaron cabanas. Decidieron poco después invernar allí, y para ello construyeron varias casas grandes(15). Los salmones no faltaban ni en el río ni en el lago; eran los salmones más grandes que habían visto nunca. El país se les antojó tan agradable que no juzgaron necesario almacenar forraje para que el ganado pudiera afrontar el invierno. Y acertaron, pues nunca heló durante el invierno, y la hierba apenas se marchitó. En aquel país la duración del día y de la noche variaba menos que en Islandia y en Groenlandia; allí la noche no era nunca tres veces más larga que el día(16). Cuando hubieron terminado de erigir sus casas, Leif dijo a sus compañeros: «Quiero dividir nuestra compañía en dos partidas para explorar el país; la mitad de la tripulación ha de permanecer aquí en las casas mientras la otra mitad sale a explorar la región. Pero éstos no deben alejarse tanto que no puedan regresar antes de la anochecida, y tampoco deben separarse nunca los unos de los otros». Así obraron durante algún tiempo; el propio Leif iba unas veces con el grupo de los exploradores y permanecía otras en el campamento. Leif era alto y fuerte, de impresionante apariencia; era hombre perspicaz y de conducta siempre moderada.
IV LEIF VUELVE A GROENLANDIA
Un día, al caer la noche, llegó la noticia de que uno de los hombres había desaparecido: se trataba de Tyrkir, el Hombre del Sur. Aquello disgustó mucho a Leif, pues Tyrkir había convivido con su familia durante largo tiempo, y había cuidado a Leif, cuando éste era niño, con gran dedicación. Leif reprendió severamente a sus hombres y se dispuso a iniciar la búsqueda en compañía de doce de ellos. Cuando todavía se encontraban cerca de las casas, Tyrkir vino a su encuentro andando y le dispensaron una calurosa bienvenida. Leif advirtió inmediatamente que Tyrkir estaba de excelente humor. Tyrkir tenía una frente prominente, furtiva la mirada, y apenas una cara debajo; era bajo y de aspecto enfermizo pero muy hábil con las manos. Leif le dijo: «¿Por qué llegas tan tarde, padre adoptivo?, ¿cómo es que te separaste de tus compañeros?». Tyrkir le respondió, pero al principio nadie podía entender lo que iba diciendo, pues hablaba en alemán, haciendo muecas y girando los ojos en todas direcciones. Al cabo de un rato se calló, y luego habló en islandés: «No fui mucho más allá que vosotros», dijo. «Traigo buenas nuevas: he encontrado vides y uvas.» «¿Es eso cierto, padre adoptivo?», inquirió Leif. «Desde luego que lo es», respondió él. «Donde yo nací abundaban las viñas y las uvas.» Durmieron durante lo que quedaba de noche y, a la mañana siguiente, Leif se dirigió a sus hombres: «Ahora tenemos dos tareas entre manos. Un día cortaremos cepas y recogeremos uvas, y al siguiente talaremos árboles, para cargar mi barco con todo ello». Así se hizo, y se dice que el bote de remolque se colmó de uvas y que el barco se llenó de madera. Y en primavera, una vez estuvo todo dispuesto, zarpó la nave. Leif dio al país un nombre que recordaba las excelencias que su naturaleza ofrecía, y lo llamó Vinlandia (Tierra del Vino)(17). Salieron a alta mar y disfrutaron de vientos favorables durante toda la travesía hasta que avistaron Groenlandia y sus montañas coronadas por el hielo. Entonces uno de los viajeros habló, y le dijo a Leif: «¿Por qué haces que el barco se acerque tanto al viento, aminorando así nuestra marcha?». «Tengo un ojo puesto en el timón», respondió Leif, «y el otro más allá de la nave. ¿No veis nada extraño?». Dijeron que no veían nada de particular. «No estoy seguro de qué es lo que veo», dijo Leif, «si un barco o un arrecife». Entonces también lo vislumbraron ellos y opinaron que se trataba de un arrecife. Como la vista de Leif era mucho más aguda que la de los otros, pudo distinguir varias personas sobre las rocas: «Quiero hurtar el viento, y navegando en su contra llegar hasta esas gentes», dijo; «si necesitan ayuda, es nuestro deber proporcionársela, pero si se muestran hostiles, les haremos ver que tenemos todas las bazas a nuestro favor.» Se acercaron al arrecife, arriaron la vela, anclaron y bajaron otro pequeño bote que habían traído con ellos. Tyrkir preguntó a los hombres quién era el que mandaba el grupo. Su jefe respondió diciendo que su nombre era Thorir, y que era de origen noruego, y a su vez preguntó: «¿Cómo te llamas tú?». Leif se lo dijo. «¿Eres hijo de Eirik el Rojo de Brattahlid?» Leif contestó que lo era. «Y ahora», añadió, «quiero invitaros a todos vosotros a subir a bordo con tantas de vuestras pertenencias como mi barco pueda llevar». Aceptaron el ofrecimiento, y todos juntos navegaron hacia Eiriksfjord en tan cargada nave. Cuando alcanzaron Brattahlid descargaron el barco. Leif invitó a Thorir y a Gudrid, su mujer, junto con otros tres hombres, a quedarse en su casa, y encontró alojamiento para el resto de los que habían viajado en su barco, tanto los hombres de Thorir como su propia tripulación. Leif había rescatado quince personas del arrecife. Desde entonces le llamaron Leif el Afortunado, y prosperó tanto en fama como en riquezas. Aquel invierno una grave enfermedad brotó entre los hombres de Thorir y el propio Thorir y muchos de sus compañeros murieron a causa de ella. Eirik el Rojo también murió aquel invierno. Mucho se hablaba por aquel entonces acerca del viaje de Leif a Vinlandia, y su hermano Thorvald pensaba que el país no había sido suficientemente explorado. Leif dijo a Thorvald: «Puedes disponer de mi nave para ir a Vinlandia, si así lo deseas; pero antes quiero enviarla a recoger la madera que Thorir abandonó en el arrecife»(18). Y así se hizo.
V THORVALD EXPLORA VINLANDIA
Thorvald hizo los preparativos de su expedición, contando para ello con los sabios consejos de su hermano Leif, y tomó a su servicio una tripulación de treinta hombres. Cuando el barco estuvo aparejado, se hicieron a la mar, y no se conserva relato alguno del viaje hasta que llegaron a Leifsbudir (las Casas de Leif), en Vinlandia. Allí vararon la nave y se dispusieron a pasar el invierno, y pescaron peces para comer. En primavera, Thorvald dijo que deberían aparejar el barco, y que, mientras esto se hacía, una pequeña partida de hombres debería coger el bote y navegar en él con rumbo oeste a lo largo de la costa, para explorar la región durante el verano. El país les pareció muy hermoso, con bosques que se extendían hasta casi alcanzar la costa y con blancas playas de arena; había un sinfín de islas, y bajíos por doquier. No encontraron huella alguna que delatara la presencia de hombres o animales, excepto en una isla situada al oeste, donde encontraron un pajar muy humilde, y de entre todo lo que vieron, sólo aquello había nacido de la mano del hombre. Y con el otoño volvieron a las Casas de Leif. Al verano siguiente, y con la mayoría de sus hombres, Thorvald navegó en su na.ve con rumbo este y después gobernó al norte siguiendo la línea costera. Toparon con un temporal frente a un cabo y fueron arrastrados a tierra. Como la quilla se había hecho añicos, tuvieron que permanecer allí mucho tiempo para repararla.
Thorvald dijo a sus compañeros: «Quiero clavar aquí en el cabo la vieja quilla, y llamar Kjalarnes (Cabo de la Quilla) a este lugar». Una vez hecho esto, se alejaron navegando hacia el este siguiendo el litoral. Pronto se encontraron en la boca que compartían dos fiordos, y en ella se adentraron hasta llegar al promontorio que entre ellos se alzaba; en el promontorio verdeaban numerosos árboles. Amarraron el barco de modo que quedara paralelo a la línea de la tierra, sacaron la pasarela, y por ella Thorvald y todos los hombres que le habían acompañado abandonaron la nave. «Es éste un hermoso paraje», dijo, «y aquí me gustaría levantar mi hogar». En el camino de vuelta al barco, distinguieron tres bultos en la playa de arena que había frente al promontorio. Cuando estuvieron más cerca comprobaron que se trataba de tres canoas de cuero, cada una de ellas con tres hombres debajo(19). Thorvald y sus compañeros dividieron sus fuerzas y los capturaron a todos excepto a uno, que pudo escapar en su canoa. Mataron a los otros ocho y se apresuraron a retornar al promontorio, desde el cual otearon el país que los rodeaba. Divisaron un cierto número de bultos fiordo arriba y dedujeron que se trataba de viviendas. Entonces se sintieron abrumados por una somnolencia tal que no pudieron permanecer despiertos, y todos cayeron dormidos. Nada perturbó su sueño hasta que les despertó una voz que gritaba: «¡En pie, Thorvald, tú y todos tus hombres, si queréis seguir vivos! ¡Ve a tu nave con toda tu compañía y marchaos tan rápidamente como podáis!». Un gran enjambre de danoas de cuero bajaba por el fiordo y apuntaba hacia ellos. «Levantemos parapetos en las bordas», ordenó Thorvald, «y defendámonos lo mejor posible, pero no respondáis a sus ataques a menos que os veáis obligados a ello». Así lo hicieron. Los skraelingar(20) les arrojaron flechas durante un tiempo, y luego enseñaron la espalda y huyeron tan velozmente como les fue posible. Thorvald preguntó a sus hombres si alguno había resultado herido; todos ellos contestaron que habían salido ilesos de la batalla. «Tengo una herida en la axila», dijo entonces Thorvald. «Una flecha voló entre la borda y mi escudo y se detuvo bajo mi brazo. He aquí la flecha que me llevará a la muerte.» «Os aconsejo que regreséis a las Casas de Leif tan pronto como podáis. Pero antes quiero que carguéis con mi cuerpo hasta el promontorio donde tanto me hubiera gustado vivir. Me parece que di con la verdad cuando dije que moraría allí por algún tiempo. Enterradme allí, hincad cruces sobre mi cabeza y a mis pies, y dejad que el lugar se llame Krossanes por siempre jamás.» Dicho esto, Thorvald expiró, y sus hombres lo enterraron tal como les había pedido. Cuando Thorvald murió, Groenlandia había sido ya convertida al cristianismo; Eirik el Rojo, su padre, murió antes de la conversión(21). Y para cumplir enteramente con lo que Thorvald les había dicho, retornaron a las Casas de Leif, donde se reunieron con el resto de la expedición, y se contaron unos a otros lo que de notable les había ocurrido. Pasaron allí el invierno y recogieron uvas y vides para cargar con ellas la nave. En primavera salieron de viaje hacia Groenlandia y desembarcaron en Eiriksfjord con muchas noticias que dar a Leif.
VI THORSTEIN EIRIKSSON MUERE
Mientras tanto, en Groenlandia, Thorstein Eiriksson de Eiriksfjord se había casado con Gudrid Thorbjarnardottir, la hija de Thorbjorn, la viuda de Thorir el Oriental, todos ellos mencionados antes. Thorstein Eiriksson estaba ahora deseoso de ir a Vinlandia para recuperar el cuerpo de su hermano Thorvald. Aparejó el mismo barco y eligió a veinticinco hombres, los más grandes y fuertes de entre los que conocía, para que tomaran parte en la expedición junto con él mismo y su mujer Gudrid. Cuando todos estuvieron dispuestos, se hicieron a la mar, y pronto se perdieron de vista. Pero durante todo aquel verano estuvieron a merced del tiempo, de sus caprichos y tormentas, y no supieron nunca adonde se dirigían. Una semana antes de la llegada del invierno, se encontraron fortuitamente frente a Lysufjord, en la Colonia Occidental de Groenlandia, y allí desembarcaron. Thorstein buscó alojamiento, y encontró hospedaje para toda su tripulación, pero nada encontró para sí y para su mujer, por lo que ellos dos hubieron de permanecer a bordo del barco durante algunos días. Por aquel tiempo el cristianismo aún daba sus primeros pasos en Groenlandia. Una mañana temprano, algunas personas se acercaron a la tienda de campaña que los cobijaba, y su jefe preguntó quién había dentro. «Dos personas», respondió Thorstein. «¿Quién quiere saberlo?» «Me llamo Thorstein», dijo el otro, «y me llaman Thorstein el Negro. He venido aquí para invitaros a ti y a tu esposa a acompañarme y compartir mi casa». Thorstein Eiriksson dijo que deseaba consultar a su esposa antes de dar una contestación; pero Gudrid dejó la decisión en sus manos y él aceptó la invitación. «Entonces volveré mañana con un carro para recogeros», dijo Thorstein el Negro. «No nos faltan cosas que ofreceros, pero encontraréis aburrida la vida en mi casa, porque allí estamos'solos nosotros dos, mi mujer y yo, y yo soy un hombre muy huraño. Profeso además una fe que no es la vuestra, aunque considero que la vuestra es mejor que la mía»(22). A la mañana siguiente volvió con el carro a recogerlos. Se trasladaron a su casa y allí los trataron bien. Gudrid era una mujer muy bien parecida; era inteligente y sabía bien cómo comportarse entre extraños. Al comienzo de aquel invierno, una enfermedad brotó entre la tripulación de Thorstein Eiriksson, y muchos de los hombres murieron. Thorstein ordenó que fabricaran ataúdes para los muertos e hizo que amortajaran los cuerpean el barco. «Porque quiero que todos los cuerpos estén en Eiriksfjord para el verano», dijo. No mucho después la enfermedad invadió también la casa de Thorstein el Negro, y la primera en caer enferma fue su mujer, Grimhild. Era una mujer inmensa, tan fuerte como cualquier hombre, pero la enfermedad la derribó igual que a todos. Thorstein Eiriksson contrajo pronto el mismo mal, y durante algún tiempo los dos estuvieron enfermos y en cama, hasta que Grimhild murió. Entonces su marido, Thorstein el Negro, salió a buscar una tabla para tender el cadáver en ella. «No tardes demasiado, mi buen amigo», dijo Gudrid. Él dijo que volvería en seguida. Entonces dijo Thorstein Eiriksson: «Hay algo muy extraño en Grimhild. Se incorpora apoyándose en el codo, saca los pies de la cama y busca a tientas su calzado»(23). En ese preciso momento Thorstein el Negro volvió a la habitación, y Grimhild se desplomó sobre su cama tan pesadamente que todas las vigas de la casa crujieron. Thorstein el Negro hizo un ataúd para el cuerpo de Grimhild, la amortajó, y se la llevó para que fuera enterrada. Era un hombre grande y vigoroso, pero necesitó de toda su fuerza para sacarla de la casa. La enfermedad de Thorstein Eiriksson se fue agravando hasta que murió. Los tres estaban juntos en la habitación cuando Thorstein expiró; Gudrid quedó desolada sentada en un taburete junto a la cama de su marido. Thorstein el Negro la cogió entre sus brazos, la llevó al banco que acababa de abandonar, y volvió a sentarse en él, con ella en su regazo. Trató de reconfortarla y consolarla de mil maneras distintas, y prometió que la llevaría a Eiriksfjord junto con el cuerpo de su marido y los de los hombres de su tripulación. «Y haré venir aquí algunos sirvientes más», dijo él, «para tu mayor comodidad y bienestar». Ella se lo agradeció. Mas entonces el cadáver de Thorstein Eiriksson se incorporó súbitamente hasta quedar sentado y habló: «¿Dónde está Gudrid?». Repitió estas palabras tres veces, pero Gudrid no dio respuesta alguna. Entonces ella preguntó a Thorstein el Negro: «¿Debería responderle?». Él le aconsejó que no lo hiciera. Entonces cruzó la habitación, tomó asiento en el taburete, con Gudrid en sus rodillas, y dijo: «¿Qué es lo que quieres, tocayo?». Tras una pausa, Thorstein Eiriksson respondió: «Ansio revelar a Gudrid su destino, para que ella pueda resignarse más fácilmente a mi muerte, porque estoy ahora en un feliz lugar de reposo. Tengo esto que decirte, Gudrid: te desposarás con un islandés, disfrutaréis de una larga vida juntos, y vuestra prole será sana y numerosa, clara y excelente, dulce y fragante. Tú y tu marido iréis de Groenlandia a Noruega, y de allí a Islandia, donde levantaréis vuestro hogar y viviréis durante largo tiempo. Sobrevivirás a tu marido e irás en peregrinación a Roma, y de allí retornarás a tu granja en Islandia; allí se construirá una iglesia y harás los votos de monja y allí permanecerás hasta que mueras». Entonces Thorstein se desplomó. Su cuerpo fue amortajado y llevado al barco. Thorstein el Negro cumplió todas las promesas que había hecho a Gudrid. En primavera vendió su granja y su ganado, llevó a Gudrid con todas sus posesiones al barco, aparejó éste, reclutó una tripulación, y entonces navegó a Eiriksfjord. Todos los muertos fueron enterrados en la iglesia que hay allí. Gudrid fue a Brattahlid para quedarse con su hermano político, Leif Eiriksson. Thorstein el Negro se estableció en Eiriksfjord y vivió allí durante el resto de sus días. Fue considerado como un hombre de espíritu recto.
VII KARLSEFNI EN VINLANDIA
Aquel mismo verano arribó a Groenlandia una nave que procedía de Noruega. Su capitán era un hombre llamado Thorfinn Karlsefni, el hijo de Thord Cabeza de Caballo, el hijo de Snorri, el hijo de Thord de Hofdi. Era un hombre que poseía considerables riquezas. Pasó el invierno en Brattahlid con Leif Eiriksson. Muy pronto Karlsefni se prendó de Gudrid y le declaró su amor, pero ella pidió a Leif que respondiera en su nombre. Ella se prometió en matrimonio a Karlsefni y la boda se celebró aquel mismo invierno. Aún se hablaba tanto como antes acerca de los viajes a Vinlandia y todo el mundo, incluida Gudrid, seguía instando a Karlsefni a que partiera hacia aquellas tierras. Finalmente éste decidió emprender la travesía y reunió una compañía compuesta por sesenta hombres y cinco mujeres. Llegó con su tripulación al acuerdo de que todos participarían por igual de los beneficios que la expedición pudiera producir, cualesquiera que éstos fueran. Llevaron consigo ganado de todas clases, ya que pretendían crear allí una colonia permanente, si ello era posible. Karlsefni preguntó a Leif si podía quedarse con sus casas de Vinlandia; Leif dijo que se las prestaba gustoso, pero que no quería regalárselas. Se hicieron a la mar y arribaron sanos y salvos a las Casas de Leif, y llevaron a tierra sus sacos de dormir. Pronto tuvieron víveres en abundancia, ya que un rorcual grande y hermoso había sido arrastrado a la playa; hacia allí bajaron y lo descuartizaron, y así no hubo escasez de alimento. Sacaron el ganado al pasto y los machos se tornaron retozones y difíciles de manejar. Habían traído un toro con ellos. Karlsefni ordenó talar árboles y que los cortaran a lo largo para cargar con ellos el barco en su momento, y mientras tanto la madera se dejó sobre un peñasco para que el aire la fuera curando. Se sirvieron de todo lo que la naturaleza del país había puesto a su alcance, uvas y caza de todas clases y otros regalos. El primer invierno dio paso al verano, y entonces tuvieron su primer encuentro con los skraelingar, cuando un gran número de ellos salió del bosque un día. La vacada pacía por allí cerca y el toro empezó a bramar y mugir con gran vehemencia. Esto aterrorizó a los skraelingar que huyeron llevando consigo sus fardos llenos de cuero, pieles de marta y otras muchas pieles. Se dirigieron hacia las casas de Karlsefni y trataron de entrar en ellas, pero Karlsefni había atrancado las puertas para impedirles el paso. Ningún bando podía entender la lengua del otro. Entonces los skraelingar dejaron sus fardos en el suelo, los abrieron y ofrecieron su contenido, preferiblemente a cambio de armas; pero Karlsefni prohibió a sus hombres comerciar con éstas. Entonces tuvo la idea de ordenar a las mujeres que sacaran leche para dársela a los indígenas, y cuando éstos la vieron no querían comprar otra cosa. Y de este modo el resultado de su expedición comercial fue que los skraelingar se llevaron sus compras en el estómago y que dejaron sus fardos y sus pieles a Karlsefni y sus hombres. Después de aquello Karlsefni mandó que se erigiera una fuerte empalizada alrededor de las casas, y allí dentro permanecieron. Por esta época la mujer de Karlsefni, Gudrid, dio a luz a un hijo varón, y le llamaron Snorri. Al comienzo del invierno siguiente, volvieron los skraelingar, esta vez mucho más numerosos, trayendo consigo las mismas mercancías que la vez anterior. Karlsefni dijo a las mujeres: «Debéis sacarles lo mismo que ellos tanto apreciaron la última vez, y ninguna otra cosa». Tan pronto como los skraelingar vieron la leche, arrojaron sus fardos por encima de la empalizada. Gudrid estaba en su casa, sentada frente a la puerta, junto a la cuna de su hijo Snorri, cuando una sombra cruzó el umbral y entró una mujer vestida con una túnica negra ceñida; era menuda y una cinta rodeaba sus cabellos castaños. De pálida tez, tenía los ojos más grandes que nadie haya visto nunca en cabeza humana. Caminó hacia Gudrid y dijo: «¿Cómo te llamas?». «Me llamo Gudrid. ¿Y tú?» «Me llamo Gudrid.»
Entonces Gudrid, la mujer de Karlsefni, le indicó con un gesto que se acercara y se sentara a su lado; pero de repente se oyó un gran ruido y la mujer desapareció, y en el mismo instante uno de los hombres de Karlsefni dio muerte a un skraeling que intentaba robar algunas armas. Los skraelingar se dieron a la fuga tan rápidamente como les fue posible, abandonando sus ropas y mercancías. Nadie a excepción de Gudrid había visto a la mujer. «Ahora debemos planear algo», dijo Karlsefni, «porque supongo que nos harán una tercera visita, y esta vez acudirán en mayor número y se mostrarán hostiles. He aquí lo que debemos hacer: diez hombres han de ir al promontorio y hacerse allí bien visibles, mientras el resto de nosotros se interna en la foresta y hace allí un claro, donde podamos ocultar la vacada cuando los skraelingar salgan del bosque. Apartaremos el toro y lo enfrentaremos a ellos». El lugar donde se proponían combatir con los skraelingar tenía el lago a un lado y los bosques al otro. El plan de Karlsefni se puso en práctica y los skraelingar fueron derechos al lugar que Karlsefni había elegido para la batalla. Comenzó la lucha, y muchos de los indígenas encontraron la muerte. Había un hombre alto y gallardo entre los skraelingar, y Karlsefni estimó que debía de ser su jefe. Uno de los skraelingar había recogido un hacha del suelo, y después de haberla examinado durante un momento, la arrojó contra un hombre que estaba junto a él, y que cayó a tierra como fulminado por un rayo. El hombre alto se hizo entonces con el hacha, la miró durante un momento, y luego la tiró al agua tan lejos como pudo. Entonces los skraelingar huyeron por el bosque tan rápidamente como les fue posible, y así terminó el combate. Karlsefni y sus hombres pasaron allí todo el invierno, pero en la primavera Karlsefni anunció que no tenía ningún deseo de seguir durante más tiempo allí, y que quería volver a Groenlandia. Se aprestaron al viaje y llevaron con ellos muchos productos de valor, vides y uvas y pieles. Se hicieron a la mar y llegaron sanos y salvos a Eiriksfjord y pasaron el invierno allí(24).
VIII FREYDIS EN VINLANDIA
Se hablaba entonces con renovado interés de los viajes a Vinlandia, porque se pensaba que esas expediciones eran buenas fuentes de fama y fortuna. El verano en que Karlsefni volvió a Vinlandia, arribó a Groenlandia, procedente de Noruega, un barco capitaneado por dos hermanos llamados Helgi y Finnbogi. Pasaron el invierno en Groenlandia. Eran islandeses de origen, y provenían de los Fiordos del Este. Un día Freydis Eiriksdottir (hija de Eirik) emprendió viaje desde su casa de Cardar para visitar a los hermanos Helgi y Finnbogi. Les preguntó si se unirían a ella, aportando su barco, para dirigirse a Vinlandia, y si estarían de acuerdo en compartir, a partes iguales, todos los beneficios que de la expedición pudieran derivarse. Ellos respondieron afirmativamente. Entonces ella marchó a ver a su hermano Leif y le pidió que le diera las casas que él había construido en Vinlandia; pero Leif dio la misma respuesta que la otra vez: se las prestaba gustosamente, pero no estaba dispuesto a regalárselas. Los dos hermanos y Freydis llegaron al acuerdo de que cada parte debía reunir a bordo de su nave treinta hombres sanos de cuerpo, sin contar las mujeres. Pero Freydis traicionó el acuerdo inmediatamente añadiendo a su partida cinco hombres más, a los que mantuvo ocultos. Los hermanos no se enteraron de sus manejos hasta que llegaron a Vinlandia. Así que se hicieron a la mar, no sin antes haber acordado que navegarían agrupados si ello era posible. Nunca les separó una gran distancia, pero los hermanos llegaron a Vinlandia un poco antes que Freydis, y ya habían transportado su carga a las Casas de Leif cuando Freydis desembarcó. La tripulación de ésta descargó su barco y trasladó todo a las casas. «¿Por qué habéis metido aquí vuestros trastos?», preguntó Freydis. «Porque habíamos pensado que nuestro acuerdo sería respetado en su totalidad», respondieron los hermanos. «Leif me prestó estas casas a mí, y no a vosotros», dijo ella. Entonces, dijo Helgi: «Nosotros, los hermanos, nunca podremos rivalizar contigo en maldad». Sacaron fuera sus bienes y se construyeron su propia casa más al interior, a orillas de un lago, y allí se instalaron cómodamente. Entretanto, Freydis hacía que talaran árboles para ir formando su cargamento. Cuando llegó el invierno los hermanos sugirieron la organización de juegos y otros entretenimientos(25). Se ejercitaron en ellos durante algún tiempo, hasta que surgieron diferencias, y los malos sentimientos se interpusieron entre las dos partidas. Se abandonaron los juegos y cesaron las visitas entre las dos casas. Este estado de cosas se prolongó durante casi todo el invierno. Una mañana temprano Freydis se levantó y se vistió, pero no calzó sus pies. Afuera el rocío lo humedecía todo. Se puso la capa de su marido y se encaminó a la puerta de la casa de los hermanos. Alguien acababa de salir dejando la puerta entornada. Ella la abrió del todo y permaneció en el umbral durante un rato sin pronunciar palabra. Finnbogi estaba echado en la cama más alejada de la entrada; estaba despierto y le dijo: «¿Qué buscas aquí, Freydis?». «Quiero que te levantes y que salgas conmigo», le respondió. «Quiero hablarte.» Caminaron hacia un tronco de árbol que yacía junto al muro de la casa, y se sentaron en él. «¿Cómo te van las cosas?», preguntó ella. «Me gusta este generoso país», respondió él, «pero me disgustan los malos sentimientos que se han interpuesto entre nosotros, porque no veo razón alguna que justifique su existencia». «Tienes toda la razón», dijo ella, «y siento lo mismo que tú acerca de todo ello. Pero el motivo por el cual vengo a verte es que quiero cambiar mi nave por la que es tuya y de tu hermano, ya que la vuestra es mayor que la mía y yo quiero irme de aquí». «No me opondré a ello», respondió él, «si ello te hace feliz». Y así se separaron. Finnbogi volvió a su cama y Freydis anduvo hasta su casa. Cuando se metió en su lecho, tenía los pies fríos y su marido Thorvard se despertó, y le preguntó por qué estaba tan fría y mojada. Ella respondió con gran indignación: «Fui a ver a los hermanos para ofrecerme a comprar su barco, pues yo necesito uno mayor; y esto los enfureció de tal manera que me golpearon y me manosearon brutalmente. Pero tú, infeliz, nunca vengarás mi humillación ni la tuya propia. ¡Ahora me doy cuenta de lo lejos que estoy de mi hogar en Groenlandia! Y a menos que tomes venganza de esto, me divorciaré de ti»(26). Thorvard no pudo aguantar por más tiempo sus puyas y ordenó a sus hombres que se levantaran inmediatamente y que cogieran sus armas. Así lo hicieron y fueron derechos a la casa de los hermanos; irrumpieron en ella cuando todos los hombres estaban dormidos, los agarraron y los ataron, y los arrastraron fuera uno a uno. Y Freydis los hizo matar a medida que iban saliendo. Todos los hombres fueron asesinados de esta manera, y pronto sólo quedaron las mujeres, pero nadie estaba dispuesto a matarlas. Freydis dijo: «Dadme un hacha». Empuñó el hacha y ella misma mató a las mujeres, a las cinco que había. Después de aquella monstruosa acción volvieron a su casa, y era evidente que Freydis pensaba que había dado prueba de su astucia haciendo lo que hizo. Se dirigió a sus compañeros: «Si alguna vez logramos volver a Groenlandia, haré matar a todo aquel que deje escapar una sola palabra acerca de lo que acaba de pasar. Contaremos que esta gente seguía aquí cuando nos fuimos». Al principio de la primavera aparejaron la nave que había pertenecido a los dos hermanos y la cargaron con todos los productos que pudieron obtener y que el barco era capaz de transportar. Hecho esto se hicieron a la mar. Tuvieron un buen viaje y arribaron a Eiriksfjord a comienzos del verano. Karlsefni seguía allí cuando llegaron. Su nave estaba lista para navegar y lo único que esperaba para partir era un viento favorable. Se dice que ningún barco ha levado anclas en Groenlandia tan ricamente cargado como aquel que Karlsefni capitaneaba.
IX LOS DESCENDIENTES DE KARLSEFNI
Freydis volvió a su granja, que no había sufrido ningún daño durante su ausencia. Repartió dinero entre todos sus compañeros de viaje, ya que quería que mantuvieran sus crímenes en secreto, y entonces se estableció en su granja. Pero no todos sus compañeros eran lo suficientemente discretos como para no decir nada acerca de aquellos perversos crímenes y evitar así que salieran a la luz. Ciertos rumores llegaron por casualidad a oídos de su hermano Leif, y lo que oyó le pareció una historia espantosa. Apresó a tres de los hombres de Freydis y los torturó hasta que revelaron todo lo que había sucedido; sus relatos coincidieron palabra por palabra. «No tengo coraje», dijo Leif, «para castigar a mi hermana Freydis como se merece, pero profetizo que sus descendientes no prosperarán nunca». Y desde entonces todos tuvieron de ella y de su familia la peor de las opiniones. Mientras tanto Karlsefni había aparejado su nave y en ella se había marchado. Tras una feliz travesía alcanzó Noruega sano y salvo. Pasó allí el invierno, y vendió su cargamento, y él y su esposa fueron tenidos en mucho por los más notables de aquel país. A la primavera siguiente, aparejó su nave para emprender viaje a Islandia; cuando estaba completamente dispuesto para navegar, y su barco descansaba en el muelle a la espera de vientos favorables, un hombre del sur fue a verle, un hombre de Bremen, en Sajonia. Aquel hombre preguntó a Karlsefni si le vendería el bien trabajado mascarón que tenía en su barco(27). «No quiero venderlo», contestó Karlsefni. «Te daría por él medio marco de oro», dijo el hombre del sur. Karlsefni pensó que aquella era una buena oferta; la venta se llevó a cabo y el hombre del sur se fue con el mascarón. Karlsefni no sabía de qué clase de madera estaba hecho: era de arce y había venido desde Vinlandia. Karlsefni se hizo a la mar y llegó al norte de Islandia, recalando en Skagafjord, donde varó la nave para que el invierno no hiciera mella en ella. A la primavera siguiente compró las tierras de Glaumbaer y se estableció allí; cultivó aquello durante el resto de sus días y fue considerado como un hombre de gran valía. Muchas gentes de alta condición descienden de él y de su mujer Gudrid. Tras la muerte de Karlsefni, Gudrid y su hijo Snorri, que habla nacido en Vinlandia, se hicieron cargo de la granja. Cuando Snorri tomó esposa, Gudrid marchó en peregrinación a Roma; y a su vuelta a la granja de su hijo se encontró con que éste había erigido una iglesia en Glaumbaer. Después. Gudrid se hizo monja y allí permaneció como anacoreta durante el resto de sus días. Snorri tuvo un hijo llamado Thorgeir, que luego sería el padre de Yngvild, la madre del obispo Brand. Snorri tuvo también una hija llamada Hallfrid, que luego sería la mujer de Runolf, el padre del obispo Thorlak. Karlsefni y Gudrid tuvieron otro hijo, al que llamaron Bjorn, y que luego sería el padre de Thorunn, la madre del obispo Bjorn(28). Gran cantidad de gente desciende de Karlsefni; ha venido a ser el origen de un linaje prolífico. Fue el propio Karlsefni quien narró, con más lujo de detalles que ningún otro, la historia de todos estos viajes, que aquí ha sido rememorada con alguna extensión. LA SAGA DE EIRIK EL ROJO
I LOS ANTEPASADOS DE GUDRID
Había un rey guerrero llamado Olaf el Blanco, que era el hijo del rey Ingjald, el hijo de Helgi, el hijo de Olaf, el hijo de Gudrod, el hijo de Halfdan Pierna Blanca, rey de los hombres de las Tierras Altas. Olaf fue en una expedición vikinga a las Islas Británicas, donde conquistó Dublín y los territorios vecinos, y se hizo proclamar rey de aquellas tierras(1). Casó con Aud la Meditabunda, la hija de Ketil Nariz Aplastada, el hijo de Bjorn Buna, un hombre excelente de Noruega; tuvieron un hijo llamado Thorstein el Rojo. Olaf encontró la muerte en una batalla allá en Irlanda, y entonces Aud y Thorstein el Rojo marcharon a las Hébridas. Allí Thorstein tomó por esposa a Thurid, la hija de Eyvind el Oriental, y la hermana de Helgi el Flaco; tuvieron muchos hijos. Thorstein el Rojo se convirtió en un rey guerrero y sumó sus fuerzas a las del conde Sigurd el Poderoso, el hijo de Eystein el Ruidoso; juntos conquistaron Caithness, Sutherland, Ross y Moray, y más de la mitad de Argyll. Thorstem rigió aquellos territorios y fue su rey hasta que fue traicionado por los escoceses y muerto en batalla. Aud la Meditabunda estaba en Caithness cuando se enteró de la muerte de Thorstein. Tenía una nave, que habían construido en secreto para ella en un bosque, y en cuanto aquella estuvo aparejada, partió hacia las Oreadas. Allí entregó en matrimonio a Groa, hija de Thorstein el Rojo, la madre de aquella Grelod que se casó con el conde Thorfinn Quebrantacráneos. Después de aquello Aud navegó hacia Islandia, con veinte hombres nacidos libres a bordo de su nave. Llegó a Islandia y pasó el primer invierno en compañía de su hermano Bjorn en Bjarnarhofn. Entonces tomó posesión de todo el distrito de los Valles, entre los ríos Dogurdar y Skraumuhlaups y formó su hogar en Hvamm. Solía ir a rezar a las Colinas de la Cruz, donde había hecho levantar cruces, ya que había sido bautizada y era una devota cristiana. Muchos hombres bien nacidos que habían sido hechos cautivos por los vikingos en las Islas Británicas y que eran ahora esclavos habían venido a Islandia con ella(2). Uno de ellos se llamaba Vifil y era de noble cuna. Había sido hecho prisionero en las Islas Británicas y fue esclavo hasta que Aud le devolvió la libertad. Cuando Aud dio tierras a algunos miembros de la tripulación, Vifil le preguntó por qué no le cedía a él alguna tierra, tal como había hecho con los otros. Aud le respondió diciendo que aquello no tenía ninguna importancia, y le dijo que él sería considerado como un hombre de calidad dondequiera que estuviese. Le dio el Valle de Vifil y allí se estableció él. Se casó y tuvo dos hijos llamados Thorbjorn(3) y Thorgeir; ambos eran jóvenes prometedores y crecieron al lado de su padre.
II EIRIK EXPLORA GROENLANDIA
Había un hombre llamado Thorvald, el hijo de Asvald, el hijo de Ulf, el hijo de Bueyes-Thorir. Thorvald era el padre de Eirik el Rojo. Él y Eirik abandonaron su hogar de Jaederen, a causa de unas muertes, y fueron a Islandia. Tomaron posesión de tierras en Hornstrandir, y se establecieron en Drangar (Rocas Altas). Thorvald murió allí y entonces Eirik el Rojo se casó con Thjodhild, la hija de Jorund Ulfsson y de Thorbjorg Pecho de Barco, que por entonces estaba casada con Thorbjorn el del Valle de Hauka. Eirik se mudó al sur, al valle de Hauka; roturó aquellas tierras y se avecindó en Eiriksstadir, junto al Saliente de Vatn. Los esclavos de Eirik provocaron un alud que destruyó la granja de un hombre llamado Valthjof, en Valthjofsstadir; por ello Eyjolf Saur, uno de los parientes de Valthjof, dio muerte a los esclavos en Skeidsbrekkur, encima del Saliente de Vatn. Y por esto Eirik mató a Eyjolf Saur; también mató a Hrafn el Duelista, en Leikskalar. Geirstein y Odd el de Jorvi, que eran parientes de Eyjolf, hicieron procesar a Eirik por estas muertes, y fue desterrado del Valle dé Hauka. Entonces Eirik tomó posesión de Brokey (la Isla de Brok) y de Oxney (la Isla de los Bueyes) y pasó el primer invierno en Tradir, en Sudrey (la Isla del Sur). Prestó las tablas de su sitial a Thorgest el de Breidabolstad. Hecho esto Eirik se trasladó a la Isla de los Bueyes y se estableció en Eiriksstadir. Entonces pidió a Thorgest que le devolviera las tablas de su sitial, pero no fue atendido; así que marchó a Breidabolstad y se hizo con ellas. Thorgest salió en su persecución y libraron una batalla cerca de la granja de Drangar. Dos de los hijos de Thorgest y algunos otros hombres encontraron allí la muerte. Desde entonces Eirik y Thorgest mantuvieron sendas partidas de guerreros en sus casas. Styr Thorgrimsson, Eyjolf el de la Isla de Svin, Thorbjorn Vifilsson y los hijos de Thorbrand el de Alptafjord se pusieron de parte de Eirik; Thorgeir el del Valle de Hitar, Aslak el del Valle de Langa, y su hijo lllugi y los hijos de Thord Gellir, respaldaban a Thorgest. Eirik y sus hombres fueron declarados proscritos y sentenciados al destierro en la Asamblea de Thorsnes. Aparejó su barco en Eiriksvag (la Bahía de Eirik) y Eyjolf el de la Isla de Svin le ocultó en Dimunarvag, mientras Thorgest y sus hombres batían las islas en su busca. Thorbjorn Vifilsson, Styr y Eyjolf le dieron escolta hasta más allá de las islas, y allí se despidieron como buenos amigos. Eirik prometió que les devolvería su ayuda si ello estaba a su alcance y si alguna vez lo necesitaban. Les dijo también que iría en busca de la tierra que Gunnbjorn, el hijo de Ulf Cuervo, había avistado cuando, perdido el rumbo y arrastrado hacia el oeste a través del océano, descubrió Gunnbjarnasker (los Islotes de Gunnbjorn) añadió que volvería para visitar a sus amigos si encontraba aquel país. Se hizo a la mar pasado el glaciar de Snaefell, y desembarcó cerca del glaciar que se conoce con el nombre de Blaserk o de la Camisa Azul. Desde ese lugar navegó con rumbo sur para averiguar si el país era allí habitable. Pasó el primer invierno en Eiriksey (la Isla de Eirik) que está situada cerca del corazón de la Colonia Oriental. Cuando llegó la primavera, fue a Eiriksfjord, donde decidió establecerse. Aquel verano exploró el yermo que había hacia el oeste, y dio nombre a los lugares más sobresalientes. Pasó el segundo invierno en Eiriksholm, islas situadas cerca de Hvarfsgnipa. Durante el tercer verano navegó hacia el norte, siguiendo todo el camino hasta Snaefell, y se adentró en Hrafnsfjord, donde estimó que se encontraba más al interior que la cabecera de Eiriksfjord. Regresó entonces y pasó el tercer invierno en Eiriksey, frente a la embocadura de Eiriksfjord. Navegó de vuelta a Islandia al verano siguiente y arribó al puerto de Breidafjord. Pasó el invierno junto a Ingolf de Holmlatur. En la primavera libró una batalla1 contra Thorgest de Breidabolstad y fue derrotado. Más tarde se reconciliaron. Aquel verano Eirik partió para colonizar el país que había descubierto; lo llamó Groenlandia (Tierra Verde) porque decía que la gente se sentiría mucho más tentada de ir allí si el lugar tenía un nombre atractivo.
III GUDRID VA A GROENLANDIA
Thorgeir Vifilsson se casó con Arnera, la hija de Einar de Laugarbrekka, el hijo de Sigmund, el hijo de Ketil Cardo, que había poblado Thistilsfjord. Thorbjorn Vifilsson se casó con otra de las hijas de Einar, la llamada Hallveig, y de este modo adquirió algunas tierras en Hellisvellir, en Laugarbrekka, y se mudó allí. Thorbjorn se convirtió en un hombre de gran prestigio; era un godordsmadr(4) y poseía una gran granja. Tenía una hija llamada Gudrid, que era muy hermosa y mujer excepcional en todos los aspectos. Un hombre llamado Orm vivía en Arnarstapi; tenía una mujer llamada Halldis. Orm era un buen granjero. Él y Thorbjorn Vifilsson eran grandes amigos, y Gudrid vivió en Arnarstapi, como hija adoptiva de Orm(5), durante largo tiempo. Había un hombre llamado Thorgeir, que residía en Thorgeirsfell; era un liberto y se había hecho muy rico. Tenía un hijo llamado Einar, que era un hombre apuesto y cortés que gustaba del lujo; Einar era un próspero comerciante acostumbrado a largos viajes por mar, y solía pasar un invierno en Islandia y el siguiente en Noruega. Ocurrió un otoño, cuando Einar estaba en Islandia, que hizo un viaje comercial a lo largo de Snaefellsnes y llegó con su mercancía a Arnarstapi, donde Orm lo invitó a quedarse; Einar aceptó porque sostenían relaciones amistosas. Sus mercancías fueron llevadas a un almacén junto a la casa. Einar abrió sus fardos y mostró su contenido a Orm y su familia, y dijo a Orm que podía tomar todo aquello que quisiera. Éste no rechazó la oferta, y calificó a Einar de mercader distinguido y hombre desprendido y de buena estrella. Mientras estaban examinando los géneros, una mujer pasó por delante del vano de la puerta. Einar preguntó a Orm quién era la hermosa mujer que acababa de pasar frente a la entrada del almacén, y añadió: «Nunca la había visto». «Es mi hija adoptiva, Gudrid, la hija de Thorbjorn de Laugarbrekka», respondió Orm. «Ha de ser un excelente partido», observó Einar. «Supongo que muchos habrán pretendido su mano». «Ciertamente ha habido pretendientes, amigo mío» dijo Orm, «pero pedir su mano no significa obtenerla. Es evidente que ella es muy especial a la hora de elegir marido, y también lo es su padre». «Sea como fuere», dijo Einar, «ella es la mujer a cuya mano aspiro, y te agradecería que hablaras del asunto con su padre en mi nombre y que hicieras todo lo que esté en tu mano para convencerle. Te corresponderé con la amistad más firme. Thorbjorn debería darse cuenta de que una alianza familiar tal nos convendría mucho a ambos; él es hombre de buena posición y tiene una granja excelente, pero he oído que su fortuna mengua rápidamente; por el contrario ni a mí ni a mi padre nos faltan tierras o dineros. Y por ello la celebración de este matrimonio favorecería mucho a Thorbjorn». «En verdad me considero tu amigo», dijo Orm, «pero aun así me siento poco dispuesto a trasladar tu proposición a Thorbjorn, ya que es un hombre orgulloso, y muy ambicioso por añadidura». Einar le insistió en que hiciera llegar la oferta de matrimonio a oídos de Thorbjorn, y Orm consintió en que se saliera con la suya. Entonces viajó al sur de vuelta a casa. Algún tiempo después Thorbjorn celebró la fiesta del otoño, con motivo de la cosecha, como era su costumbre, ya que era hombre muy espléndido. Orm de Arnarstapi estaba presente, junto con otros muchos amigos de Thorbjorn. Orm encontró la ocasión de hablar brevemente con el anfitrión, y le contó que Einar de Thorgeirsfell lo había visitado recientemente y cómo había probado ser un joven prometedor; y entonces le presentó la oferta de matrimonio en nombre de Einar, aduciendo que la unión sería muy conveniente por muchas y buenas razones: «Podría ser muy ventajosa para ti, Thorbjorn, sobre todo por el dinero que traería consigo». Thorbjorn replicó de este modo: «Nunca hubiera esperado oír de ti un consejo como éste, ¡que debería casar a mi hija con el hijo de un esclavo! ¡Mi falta de dinero debe ser para ti muy evidente! Y puesto que has juzgado a mi hija digna de un partido tan mezquino, ella no volverá a tu casa contigo». Cuando Orm y todos los otros invitados regresaron a sus casas, Gudrid se quedó con su padre, y permaneció a su lado durante todo el invierno. En la primavera Thorbjorn celebró otra suntuosa fiesta en honor de sus amigos. Muchos eran los presentes y la reunión se desarrollaba a gusto de todos. En cierto momento Thorbjorn pidió silencio y dijo: «He vivido aquí durante mucho tiempo; he gozado del favor y la amistad de todos, y puedo decir que con todos me he llevado siempre bien». «Pero ahora me encuentro con problemas de dinero. Nunca hasta hoy mi casa ha sido tenida por humilde, y prefiero abandonar mi granja a perder mi dignidad, dejar mi país a deshonrar a mis parientes. He decidido recurrir a la promesa que me hizo mi amigo Eirik el Rojo cuando nos despedimos el uno del otro en Breidafjord, y si las cosas salen como espero, iré a Groenlandia este verano»(6). Aquella revelación afectó mucho a todos, pues Thorbjorn había sido siempre un hombre muy apreciado, pero comprendieron que, habiendo anunciado su partida tal como lo había hecho, resultaría de todo punto inútil tratar de disuadirlo. Luego Thorbjorn repartió regalos entre los convidados, y poco después la fiesta tocó a su fin y todos regresaron a sus hogares. Thorbjorn vendió sus tierras y compró una nave que descansaba en el Estuario de Hraunhafnar. Treinta personas decidieron acompañarlo a Groenlandia; entre ellas se contaban Orm de Arnarstapi y su esposa, junto con otros amigos de Thorbjorn que no habían querido separarse de él. Se hicieron a la mar y empezaron la travesía con buen tiempo, pero en cuanto llegaron a alta mar el viento favorable los abandonó; se vieron envueltos en furiosas tormentas y poco pudieron avanzar durante aquel verano. La enfermedad apareció a bordo de la nave, y pronto pereció la mitad de la tripulación, incluyendo a Orm y su mujer Halldis. Entonces los mares se embravecieron aún más, y los supervivientes sufrieron terriblemente de desabrigo y otras penalidades. A pesar de todo, arribaron a Herjolfsnes justo al comienzo del invierno. Thorkel, el granjero de Herjolfsnes(7), era hombre de valía y muy capaz. Invitó a Thorbjorn y a toda su tripulación a pasar con él todo el invierno, y cumplió holgadamente con lo que se esperaba de su hospitalidad. Thorbjorn y sus hombres disfrutaron mucho durante aquellos meses.
IV LA PEQUEÑA SIBILA Y GUDRID
Por aquel tiempo hubo verdadera hambre en Groenlandia. Aquellos que habían partido en expediciones de caza habían tenido poco éxito y algunos de ellos ni siquiera volvieron. Había en la Colonia una mujer que se llamaba Thorbjorg; era profetisa y la conocían con el nombre de la Pequeña Sibila. Había tenido nueve hermanas, pero ella era la única que seguía viva. Era su costumbre asistir a las fiestas en invierno; la invitaban siempre, especialmente aquellos que sentían una mayor curiosidad por conocer su propio porvenir o las perspectivas de la estación. Siendo Thorkel de Herjolfsnes el principal granjero del distrito, se pensaba que era suya la responsabilidad de averiguar cuándo llegarían a su fin las penalidades por las que atravesaban. Así pues, Thorkel invitó a la adivina a su casa y preparó para ella un buen recibimiento, como era costumbre cuando se recibía a una mujer de su condición. Se dispuso un sitial para ella y se colocó en él un cojín, relleno, como debía, de plumas de gallina. Llegó al caer la noche con el hombre que había sido enviado a escoltarla. Iba vestida de esta manera: llevaba una capa azul atada con tiras de cuero, toda ella adornada con gemas hasta el dobladillo; tenía un collar de cuentas de vidrio; cubría su cabeza una capucha negra de piel de cordero, forrada con la piel de un gato blanco. Llevaba un bastón con empuñadura de cobre incrustada de piedras preciosas. Rodeaba su cintura un cinto de yesca, del cual pendía una bolsa grande y en ésta guardaba los talismanes que necesitaba para su magia. Calzaba sus pies con peludos zapatos de piel de becerro cuyos largos y gruesos cordones terminaban en grandes botones de latón. Enfundaba sus manos en guantes de piel de gato forrados de piel blanca. Cuando ella entró en la sala, todos se sintieron obligados a darle una respetuosa bienvenida, y Thorbjorg respondió a cada uno según la opinión que le merecía. Thorkel la tomó de la mano y la condujo al asiento que habían preparado para ella. Le pidió entonces que posara la mirada sobre su casa, su familia y sus rebaños. Por el momento ella tenía poco que decir. Más tarde sirvieron las mesas; y esto es lo que tuvo de comida la profetisa: le dieron gachas hechas con leche de cabra, y un segundo plato de corazones de las varias clases de animales de que allí se podía disponer. Usó una cuchara de latón, y un cuchillo con mango de colmillo de morsa montado con dos anillos de cobre, y con la punta de la hoja rota. Cuando hubieron recogido las mesas, Thorkel se acercó a Thorbjorg y le preguntó si la habían complacido su casa y el comportamiento de los presentes, y que cuánto tardaría en responder a la pregunta cuya respuesta todos ansiaban conocer. Ella replicó que no daría respuesta alguna hasta la mañana siguiente, una vez hubiera pasado allí la noche durmiendo. Avanzado el día siguiente, la proveyeron de todos los preparados que necesitaba para sus brujerías. Solicitó la ayuda de aquellas mujeres que recordaran los conjuros, conocidos por el nombre de Vardlokur (Cantos de Vardlok), de los que precisaba para hacer su magia, pero ninguna tenía noción alguna de aquella ciencia. Así que se hicieron averiguaciones entre toda la gente de la granja para ver si alguien conocía los cantos. Entonces Gudrid dijo: «No soy ni una hechicera ni una bruja, pero cuando vivía en Islandia mi madre adoptiva, Halldis, me enseñó conjuros a los que llamaba Cantos de Vardlok». Thorbjorg dijo: «Entonces es ésta una buena oportunidad de aprovechar tus conocimientos». «Ésta es la clase de saber y ceremonia con la que no quiero tener nada que ver», dijo Gudrid, «porque soy cristiana». «Bien pudiera ser», dijo Thorbjorg, «que con esto sirvieras de ayuda a otros, y no por ello serías una mujer peor. Pero lo dejaré en manos de Thorkel, puesto que él es quien debe proveerme de todo lo necesario». Así que Thorkel hizo valer la ascendencia que tenía sobre Gudrid, y ésta consintió en hacer lo que él deseaba. Las mujeres formaron un círculo en torno a la plataforma ritual, sobre la que tomó asiento la propia Thorbjorg. Entonces Gudrid cantó los cantos tan bien y tan bellamente que los presentes estaban seguros de que jamás habían oído voz más hermosa. La profetisa le dio las gracias por su canto. «Hay ahora aquí muchos espíritus», dijo Thorbjorg, «a los que hechizó el cantar, y que antes habían intentado rehuirnos para no debernos obediencia. Y ahora se me revelan muchas cosas que antes permanecían ocultas, tanto para mí como para los otros». «Y os digo que esta hambre no durará mucho más, y que todo mejorará con la llegada de la primavera. La epidemia, que ha persistido durante tanto tiempo, remitirá antes de lo esperado.» «Y en cuanto a ti, Gudrid, te recompensaré en este mismo instante por la ayuda que nos has prestado, pues ahora puedo ver tu entero destino con gran claridad. Contraerás el más distinguido de los matrimonios, aquí en Groenlandia, pero no durará mucho ya que todos tus caminos conducen a Islandia. Allí iniciarás un linaje grande y eminente, y sobre tu progenie brillará una luz muy clara. Y ahora, hija mía, adiós y que la suerte te acompañe.» Entonces todos se acercaron a la profetisa y cada uno preguntaba aquello que más deseaba saber. Ella les respondió de buena gana, y hubo pocas cosas que no sucedieran tal como ella había predicho. Luego llegó un mensajero desde una granja vecina buscando a Thorbjorg y ella marchó con él. En cuanto la profetisa se hubo ido enviaron a por Thorbjorn, que se había negado a quedarse en la casa mientras se llevaban a cabo tales prácticas paganas(8). El tiempo mejoró rápidamente a medida que se acercaba la primavera, tal como Thorbjorg había anunciado. Thorbjorn aparejó su nave y partió hacia Brattahlid, donde Eirik el Rojo lo recibió con los brazos abiertos, y dijo que le alegraba su llegada. Thorbjorn y su familia pasaron con Eirik el invierno siguiente. Y ya en primavera Eirik dio a Thorbjorn tierras en Stokkaness, donde éste construyó una buena casa en la que vivió de entonces en adelante.
V LEIF DESCUBRE VINLANDIA
Eirik estaba casado con una mujer llamada Thjodhild, y tenía dos hijos, Thorstein y Leif; ambos eran jóvenes muy prometedores. Thorstein vivía en casa con su padre, y nadie en Groenlandia era juzgado tan prometedor, en aquel tiempo. En verano Leif había partido de Groenlandia con destino a Noruega, donde residiría junto al rey Olaf Tryggvason. Pero durante el viaje su nave fue arrastrada fuera de rumbo, yendo a parar a las Hébridas. Él y sus hombres permanecieron allí durante la mayor parte del verano en espera de vientos favorables. Leif se enamoró allí de una mujer llamada Thorgunna; era de noble cuna, y Leif se dio cuenta de que era dueña de una especial sabiduría. Cuando estaba a punto de partir, Thorgunna le preguntó si podía ir con él. Leif preguntó a su vez si sus parientes lo consentirían, y ella le respondió diciendo que no le importaba. Leif replicó que no juzgaba prudente raptar a una mujer tan bien nacida en un país extraño, «porque no somos suficientes para salir con bien de la empresa». «No estoy segura de que prefieras seguir el otro camino», dijo Thorgunna. «Correré ese riesgo», replicó Leif. «Entonces debo revelarte», dijo Thorgunna, «que estoy embarazada, y que tú eres responsable del niño que espero. Presiento que daré a luz un hijo varón, cuando llegue el momento, y aun cuando tú te niegues a dejar que ello te afecte, me propongo criar al niño y enviártelo a Groenlandia tan pronto como pueda viajar en compañía de otros. Tengo la sensación de que tener un hijo conmigo te disgustará más de lo que te complace abandonarme. Y de cualquier modo yo también tengo la intención de ir a Groenlandia alguna vez». Leif le dio un anillo de oro, una capa de lana groenlandesa tejida en casa y un cinturón de marfil de morsa(9). El niño, al que llamaron Thorgils, llegó tiempo más tarde a Groenlandia, y Leif lo reconoció como hijo suyo. Algunas gentes cuentan que este Thorgils llegó a Islandia el verano anterior a que acontecieran las Maravillas del río Frod. Thorgils marchó después a Groenlandia, y dicen que desde entonces y para siempre algo misterioso pareció acompañarle(10). Leif y sus hombres salieron navegando de las Hébridas y llegaron a Noruega en otoño. Se unió a la corte del rey Olaf Tryggvason, que lo honró grandemente y lo juzgó hombre de talento(11). En cierta ocasión el rey habló con Leif y le dijo: «¿Tienes la intención de ir en tu nave a Groenlandia este verano?» «Sí», respondió Leif, «si dais vuestro consentimiento». «Pienso que sería una buena idea», dijo el rey. «Has de ir allí con la misión que ahora te encomiendo: predicar el cristianismo en Groenlandia.» Leif dijo que era propio del rey mandar, pero añadió que en su opinión era esa una misión difícil de llevar a buen término en Groenlandia. El rey replicó que no se le ocurría nadie mejor dotado que él para llevar a cabo aquella empresa, «y tu buena estrella te ayudará». «Ello sólo será así», dijo Leif, «si también cuento con el amparo de la vuestra». Leif se hizo a la vela en cuanto estuvo dispuesto; tropezó con sucesivas dificultades en el mar, y finalmente dio con unas tierras cuya existencia nunca hubiera sospechado. Había allí campos de trigo silvestre, «trigo que se sembró a sí mismo», y vides, y arces entre otros muchos árboles. Tomaron muestras de todas aquellas cosas(12). Leif se encontró con algunos marinos cuyo barco había naufragado y los llevó con él a su casa y les brindó su hospitalidad, acogiéndolos durante todo el invierno. Mostró su gran magnanimidad y bondad rescatando a aquellos náufragos, e iguales cualidades probaría tener más tarde al introducir el cristianismo en el país. Desde entonces se le conoció con el nombre de Leif el Afortunado. Leif desembarcó en Eiriksfjord y volvió a su hogar en Brattahlid donde lo recibieron con los brazos abiertos. En seguida comenzó a predicar el cristianismo y la fe católica por todo el país, revelando a las gentes el mensaje del rey Olaf Tryggvason y descubriéndoles cuánta excelencia y cuánta gloria había en esta fe. Eirik se resistía a abandonar su vieja religión, pero su mujer, Thjodhild, se convirtió muy pronto e hizo que construyeran una iglesia, aunque no demasiado cerca de la granja(13). La llamaron Iglesia de Thjodhild, y allí ella y otros muchos que también habían abrazado el cristianismo elevaban sus plegarias. Thjodhild se negó a seguir viviendo con su marido una vez se hubo convertido, y esto apenó mucho a Eirik. Se hablaba entonces mucho de ir en busca de aquel país que Leif había descubierto. El que en ello más destacaba era su hermano Thorstein Eiriksson, hombre popular y bien informado. Muchos abordaban también a Eirik el Rojo, pues tenían gran fe en su previsión y buena estrella. Eirik estaba al principio poco dispuesto, pero no pudo negarse cuando sus amigos lo apremiaron. Así que aparejaron la nave que Thorbjorn Vifilsson había traído de Islandia y enrolaron una tripulación de veinte hombres. Llevaron consigo poco ganado, pero muchas armas y provisiones. La mañana en que Eirik abandonó su casa para embarcarse, cogió un cofre lleno de oro y plata y lo ocultó. Después partió a caballo, pero antes de que hubiera ido muy lejos fue arrojado a tierra por su montura, se rompió algunas costillas, se hirió en el hombro y gritó: «A-aay». A raíz de ello envió un mensaje a su mujer pidiéndole que desenterrara el tesoro que había ocultado, pues creía que había sido castigado por esconderlo(14). Entonces se hicieron a la mar desde Eiriksfjord. Se sentían felices e ilusionados por lo que esperaban encontrar, pero hubieron de lidiar con el mal tiempo, y fueron incapaces de alcanzar los mares que buscaban. Un día avistaban Islandia; al otro veían pájaros que venían de Irlanda. Su nave fue zarandeada de un lado a otro a través del océano. En otoño emprendieron el regreso a Groenlandia y arribaron a Eiriksfjord al comienzo del invierno, derrotados por el desabrigo y la fatiga. Entonces dijo Eirik: «En verano, cuando navegabais alejándoos del fiordo, estabais mucho más alegres de lo que estamos ahora, pero, por si sirve de consuelo, diré que creo que todavía hay muchas cosas buenas aguardándonos». «Sería un noble gesto»,opinó Thorstein, «proporcionar lo indispensable a todos aquellos que lo han perdido todo, y encontrarles alojamiento para el invierno». «Hay mucha verdad en el dicho que afirma que uno nunca sabe hasta que le responden», dijo Eirik, «y así ha ocurrido en este caso. Se hará como tú propones». Todos aquellos que no tenían adonde ir bajaron a tierra y se alojaron en la casa de Eirik con éste y con su hijo.
VI THORSTEIN EIRIKSSON MUERE
Sucedió que Thorstein Eiriksson pidió la mano de Gudrid Thorbjarnardottir; la petición fue bien recibida tanto por ella como por su padre, Thorbjorn. Se llegó a un acuerdo, y Thorsíein tomó por esposa a Gudrid en Brattahlid, en otoño. El banquete de bodas estuvo muy concurrido y fue del gusto de todos. Thorstein poseía una granja en Lysufjord, en la Colonia Occidental. Otro hombre, también llamado Thorstein, era dueño de la mitad de aquella propiedad, y tenía una mujer llamada Sigrid. Thorstein Eiriksson, junto con su mujer Gudrid, se mudó a Lysufjord en otoño para pasar el invierno con su tocayo, y allí se les dio una cálida bienvenida. A comienzos del invierno una enfermedad brotó entre los habitantes de la granja. El capataz, un hombre impopular llamado Gardi, fue el primero en caer enfermo y en morir. En seguida muchos otros contrajeron el mismo mal, y fueron muriendo uno tras otro. También enfermaron Thorstein Eiriksson y Sigrid, la mujer de su tocayo. Una noche Sigrid quiso salir al retrete que había frente a la puerta principal. Gudrid la acompañó. Mientras aún estaban fuera, mirando hacia la puerta, Sigrid gritó: «¡Oh!». «Hemos sido muy imprudentes», dijo Gudrid. «No deberías haber salido con este frío. Apresurémonos a entrar en casa.» «No voy a entrar ahora», replicó Sigrid, «porque todos los muertos están alineados ante la puerta. Puedo ver a tu marido Thorstein entre ellos y también puedo verme a mí misma allí. ¡Qué horrible visión!». Pero aquello pasó y Sigrid dijo: «Ya no los veo». También se había desvanecido el capataz muerto, a quien ella creía haber visto azotando a los otros con un látigo. Tras esto las mujeres volvieron adentro. A la mañana siguiente Sigrid ya había muerto, e hicieron un ataúd para ella. Aquel mismo día algunos hombres salieron de pesca, y Thorstein de Lysufjord los acompañó hasta el embarcadero; al anochecer bajó otra vez a ver cuánto habían pescado. Entonces Thorstein Eiriksson le envió un mensaje pidiéndole que volviera en seguida porque el desorden reinaba en la casa, y el cadáver de Sigrid trataba de levantarse para meterse en la cama con él. Cuando Thorstein de Lysufjord regresó, ella ya estaba junto al lecho de su tocayo; la agarró con fuerza y le clavó un hacha en el pecho. Thorstein Eiriksson murió al anochecer. El otro Thorstein le dijo a Gudrid que se acostara y que durmiera, asegurándole que él velaría los cadáveres hasta el día siguiente. Ella se metió en la cama y cayó dormida al instante. Recién entrada la noche, el cadáver de Thorstein Eiriksson se incorporó y habló; dijo que quería que Gudrid acudiera a su presencia, pues deseaba hablar con ella: «Es la voluntad de Dios que a mí se me conceda esta hora para que pueda arrepentirme de lo que hice en vida». El otro Thorstein fue en busca de Gudrid y la despertó. Le dijo que se santiguara y que rezara pidiendo ayuda a Dios. «Thorstein Eiriksson me ha dicho que quiere hablarte», dijo. «Debes decidir qué hacer por ti misma; yo no puedo señalarte el camino». Gudrid contestó: «Es muy probable que este misterioso acontecimiento termine en algo que se recuerde para siempre. Pero confío en la protección divina, y contando con la misericordia de Dios, correré el riesgo de hablar con él, pues nunca podría evitar sufrir daño si ello es a lo que se me ha destinado, y peor aún sería que su cadáver echase a andar y nos siguiese rondando, como sospecho que sucedería si yo eligiera el camino más fácil». Así que Gudrid fue a ver a Thorstein, y le pareció que estaba derramando lágrimas. Thorstein le susurró al oído unas pocas palabras que sólo ella pudo oír, y entonces dijo: «Benditos sean aquellos que son fieles a su fe, porque hallarán salvación y misericordia; pero», añadió, «hay muchos que no cumplen como deben con los preceptos de su fe». «Es una mala costumbre la que se ha adquirido aquí en Groenlandia tras la llegada del cristianismo, dar sepultura a la gente en tierra no consagrada, sin apenas honras fúnebres. Quiero que me llevéis a la iglesia en compañía de aquellos otros que han muerto aquí, todos excepto Gardi, a quien quiero que quemen en una pira tan pronto como sea posible, porque es él el responsable de todos los encantamientos que han tenido lugar aquí este invierno.» También le habló a Gudrid acerca de su futuro y le predijo un destino magnífico, pero le advirtió que no debía casarse con un groenlandés. Por último la instó a que donara el dinero de ambos a la Iglesia o lo repartiese entre los pobres; y, dicho esto, se desplomó por segunda vez. Era costumbre en Groenlandia, desde la llegada del cristianismo, enterrar a la gente en suelo no consagrado, cerca de las granjas donde hubieran muerto; se hincaba en la tierra una estaca encima del pecho del difunto, y más tarde, cuando llegaban los sacerdotes, arrancaban la estaca y derramaban agua bendita en el hoyo, y se celebraban las exequias, sin que importara el tiempo transcurrido desde el entierro. Llevaron los cuerpos a la iglesia de Eiriksfjord y los sacerdotes oficiaron los funerales. Algún tiempo después murió Thorbjorn Vifilsson, y su hija Gudrid lo heredó todo. Eirik el Rojo la acogió en Brattahlid y cuidó bien de ella y de todos sus asuntos.
VII KARLSEFNI EN GROENLANDIA
Había un hombre llamado Thorfinn Karlsefni, que era el hijo de Thord Cabeza de Caballo, y que vivía en el norte de Islandia, en Skagafjord, en un lugar antes llamado Reynines y que hoy se llama Stad. Karlsefni era un hombre muy rico y de noble linaje; su madre se llamaba Thorunn. Era un mercader al que su oficio llevaba a mares lejanos, y tenía buena reputación como tal. Un verano aparejó su nave para emprender viaje a Groenlandia; Snorri Thorbrandsson de Alptafjord se unió a él, y reunieron cuarenta hombres entre los dos. Un hombre llamado Bjarni Grimolfsson, de Breidafjord, y su socio, un hombre llamado Thorhall Gamlason, de los fiordos del Este, aparejaron también su nave para viajar a Groenlandia aquel mismo verano, con otros cuarenta hombres a bordo. Cuando todo estuvo preparado, los dos barcos se hicieron a la mar. No hay relato alguno que diga cuánto tiempo estuvieron en el mar, pero ambas naves arribaron a Eiriksfjord en otoño. Eirik y algunos otros colonos bajaron a caballo hasta donde descansaban las naves, y el comercio que siguió contentó a todos. Los capitanes invitaron a Eirik a que tomara lo que quisiera de entre sus mercancías; Eirik no iba a ser menos en lo que a generosidad se refiere e invitó a ambas tripulaciones a que se alojaron en Brattahlid durante todo el invierno. Los comerciantes aceptaron su oferta y fueron a casa de Eirik. Acarrearon sus mercaderías a Brattahlid, donde había bastantes almacenes, todos ellos amplios y apropiados, y allí las guardaron. Los comerciantes pasaron un agradable invierno en compañía de Eirik, pero, a medida que se acercaba la Navidad, éste mostraba cada vez mayor tristeza. Un día Karlsefni habló a Eirik y dijo: «¿Hay algo que marche mal, Eirik? Siento que estás mucho más decaído que antes. Nos has brindado la hospitalidad más sincera y es nuestro deber corresponder a tu amabilidad lo mejor que podamos. Cuéntame, ¿cuál es la causa de tus preocupaciones?». «Habéis aceptado mi hospitalidad con cortesía y buenas maneras», respondió Eirik, «y no se me ocurre a mí pensar que nuestro mutuo trato vaya a traeros descrédito alguno, sino muy al contrario. Estoy triste porque no me gustaría que se dijera que soportasteis una Navidad tan miserable como la que ahora se anuncia». «No hay razón para tus temores, Eirik», dijo Karlsefni. «Trajimos con nosotros malta, harina y trigo en abundancia, y se encuentra a tu disposición todo lo que de ello precises para preparar un banquete tan copioso como tu generosidad exige.» Eirik aceptó la oferta, y se hicieron los preparativos para la fiesta de Navidad, y ésta resultó tan completa que los convidados pensaron que pocas veces habían asistido a una tan magnífica. Pasada la Navidad Karlsefni se acercó a Eirik y le pidió la mano de Gudrid Thorbjarnardottir, a quien creía bajo la tutela de Eirik, porque pensaba que era una mujer hermosa y capaz. Eirik le aseguró que respaldaría firmemente su petición, y dijo que ella era merecedora del mejor partido. «Y es probable que ella cumpla su destino casándose contigo», dijo. Añadió que había oído a muchos elogiar a Karlsefni. Transmitieron a Gudrid la oferta de matrimonio y ella consintió en aceptar el consejo de Eirik, y, para no hacer de ello una larga historia, el resultado fue que se celebró el matrimonio, y que a la fiesta de Navidad sucedió la fiesta de bodas. Aquel invierno en Brattahlid les regaló días felices, y jugaron al ajedrez, se contaron historias y gozaron de los muchos entretenimientos que dan calor a una familia(15).
VIII KARLSEFNI VA A VINLANDIA
Durante ese mismo invierno se habló mucho en Brattahlid acerca de partir en busca de Vinlan-dia, donde, se decía, había excelentes tierras por ocupar. A resultas de ello, Karlsefni y Snorri Thorbrandsson aparejaron su nave y se aprestaron a salir en busca de Vinlandia aquel verano. Bjarni Grimolfsson y Thorhall Gamlason decidieron sumarse a la expedición con su propio barco y con la tripulación que habían traído de Islandia. Había un hombre llamado Thorvard, que era el yerno de Eirik el Rojo(16). Había otro hombre llamado Thorhall, que era conocido por el nombre de Thorhall el Cazador; había estado al servicio de Eirik durante largo tiempo, ocupándose de cazar para él en verano, y de otros muchos cometidos. Era un hombre inmenso, moreno y tosco. Cada vez más viejo, malhumorado y marrullero, casi siempre taciturno, pero deslenguado cuando hablaba, fue siempre un buscarruidos. No había tenido mucho trato con el cristianismo desde la llegada de éste a Groenlandia. No era muy popular, pero él y Eirik habían sido siempre buenos amigos. Acompañó a Thorvald, el hijo de Eirik, y a los otros porque había pasado por la experiencia de recorrer más de una región salvaje(17). Disponían del barco que Thorbjorn Vifilsson había traído de Islandia, y cuando se unieron a Karlsefni los groenlandeses formaban el grupo más numeroso de la tripulación. Un total de ciento sesenta personas iba a tomar parte en aquella expedición. Marcharon primero hacia la Colonia Occidental. Luego fueron a Bjarneyjar (Islas del Oso). Desde allí navegaron delante de un viento del norte, y después de dos días en el mar avistaron tierra, decidieron explorarla, y se dirigieron a ella remando en sus botes. Hallaron allí muchas lajas tan grandes que dos hombres con los pies enfrentados hubieran podido dormir sobre ellas. Entre los animales de aquellas tierras, eran los zorros los que más destacaban por su número. Dieron nombre a aquel país, y lo llamaron Helluland (Tierra de Piedras Llanas). Desde allí navegaron otros dos días con viento norte, hasta que avistaron tierra a proa(18); era un país densamente arbolado, y en él abundaban los animales. Había una isla hacia el sureste donde encontraron osos, por lo que la llamaron Bjarney (Isla del Oso). También dieron nombre a la arbolada de tierra firme, Markland (Tierra de Forestas). Dos días después volvieron a avistar tierra, y hacia ella mantuvieron el rumbo; era un promontorio aquello a lo que se acercaban. Viraron para bordear el litoral, dejando la tierra a estribor(19). Era una costa abierta y no ofrecía puerto natural alguno, sino largas playas y arenales. Fueron a tierra en sus botes y encontraron la quilla de un barco y por ello dieron el nombre de Kjalarnes (Cabo de la Quilla) a aquel lugar(20). Llamaron Furdustrandir (Riberas Maravillosas) a esa parte de la costa, por lo mucho que habían tardado en recorrerla(21). De pronto el litoral mostró, los dientes y hubo entonces bahías; los viajeros entraron en una de ellas. Tiempo atrás, cuando Leif Eiriksson compareció ante el rey Olaf Tryggvason y éste le pidió que predicase el cristianismo en Groenlandia, el propio rey le dio una pareja de escoceses, un hombre llamado Haki y una mujer llamada Hekja. El rey le dijo a Leif que los empleara especialmente en aquellas misiones que requiriesen la mayor celeridad, ya que podían correr más velozmente que los ciervos. Leif y Eirik se los habían cedido a Karlsefni para aquella expedición. Cuando las naves hubieron sobrepasado Furdustrandir, los dos escoceses fueron bajados a tierra y les mandaron correr en dirección sur para explorar el país y los recursos que ofrecía, y que volvieran antes de que hubiera acabado el tercer día. Llevaban sendos «bjafal» por vestido; el «bjafal» tenía una capucha y aberturas en los costados, carecía de mangas y se abrochaba entre las piernas con un lazo y un botón. Echaron anclas allí y se quedaron esperando, y a los tres días los escoceses volvieron corriendo a la orilla; uno de ellos traía algunos racimos de uvas, y el otro unas pocas espigas de trigo silvestre. Dijeron a Karlsefni que creían que habían dado con una buena tierra. Fueron conducidos a bordo, y reemprendieron la navegación hasta llegar a un fiordo, en el que entraron con sus naves. En su embocadura había una isla alrededor de la cual fluían muy poderosas corrientes, y por ello la llamaron Straumsey (Isla de las Corrientes). Había allí tantos pájaros que uno apenas podía plantar el pie entre sus huevos. Los marinos siguieron fiordo adentro, y lo llamaron Straumfjord (Fiordo de la Corriente), descargaron sus barcos y dispusieron lo necesario para establecerse allí. Habían llevado con ellos ganado de todas clases, y miraron en torno para ver qué les podía proporcionar la naturaleza. Había montañas y el país era hermoso de contemplar, pero a ellos no les interesaba nada sino explorarlo. La hierba, muy alta, crecía por doquier(22). Pasaron allí aquel invierno, que resultó ser un invierno muy duro; durante el verano no habían hecho acopio de víveres para mejor afrontarlo, y ahora andaban escasos de comida y faltaba la caza. Se trasladaron a la isla con la esperanza de que les ofreciera caza, o alguna ballena embarrancada, pero allí había poca comida que encontrar, salvo para el ganado. Entonces rogaron a Dios que les enviara algo que comer, pero la respuesta no llegó tan prontamente como ellos hubieran deseado. Entretanto, Thorhall el Cazador desapareció y salieron en su busca. Lo buscaron durante tres días, y al cuarto Karlsefni y Bjarni lo localizaron en lo alto de un farallón. Miraba fijamente al cielo, muy abiertos los ojos, la boca y las ventanas de la nariz, y se arañaba, se pellizcaba y murmuraba. Le preguntaron qué estaba haciendo allí; él replicó que no era asunto suyo, y les dijo que no debían sorprenderse, y que ya tenía edad suficiente como para cuidar de sí mismo sin su ayuda. Le instaron a que volviera a casa con ellos y así lo hizo. Un poco más tarde, embarrancó una ballena y se apresuraron a descuartizarla. Nadie fue capaz de decir qué clase de ballena era, ni siquiera Karlsefni, que conocía a fondo estos animales. Los cocineros cocieron la carne, pero en cuanto los hombres la hubieron comido cayeron enfermos. Entonces Thorhall el Cazador se adelantó y dijo: «¿Acaso no se ha manifestado Barbarroja con más poder que vuestro Cristo? Ésta es la recompensa que recibo por haber compuesto un poema para mayor gloria de Thor, mi patrón; él me ha fallado pocas veces»(23). Cuando los otros comprendieron el significado de lo que decía se negaron a volver a comer la carne de la ballena, y la arrojaron desde un acantilado y se encomendaron a Dios. Entonces el tiempo les concedió una tregua que les permitió salir de pesca, y después de aquello no hubo más escasez de alimentos. En primavera regresaron a Straumfjord e hicieron acopio de víveres: caza de tierra firme, huevos de la isla y peces traídos del mar.
IX THORHALL SE SEPARA
Discutieron entonces el camino que se debía tomar y presentaron sus planes respectivos. Thorhall el Cazador quería ir hacia el norte, más allá de Furdustrandir y Kjalarnes, para buscar Vinlandia; Karlsefni, por el contrario, quería ceñir la costa en dirección sur, porque creía que el país mejoraría a medida que se alejaran hacia el sur, y juzgaron conveniente poner a prueba ambos proyectos. Thorhall aparejó su barco en el lugar más abrigado de la isla; sólo nueve hombres se habían unido a él, el resto de los viajeros acompañó a Karlsefni. Un día, tras beber un sorbo del barril de agua que acarreaba a bordo de su barco, Thorhall recitó:
«Estos guerreros de corazón de roble con un cebo me atrajeron a esta tierra, con la promesa de bebidas indecibles; ¡ahora podría maldecir este país! pues yo, el que lleva yelmo, debo ahora hincarme de rodillas ante un manantial y arrastrar un barril de agua; ni una gota de vino ha tocado mis labios.»
Entonces se hicieron a la mar y Karlsefni los acompañó hasta que llegaron a la altura de la isla. Antes de izar la vela Thorhall cantó:
«Regresemos ahora al hogar de nuestros compatriotas; deja que nuestra nave que cruza el océano a zancadas explore las anchas regiones de la mar mientras estos ansiosos hombres-espada que alaban estas tierras se establecen en Furdustrandir y cuecen ballenas.»
Y con esto se dividieron en dos grupos. Thorhall y su tripulación navegaron rumbo al norte, más allá de Furdustrandir y Kjalarnes, y trataron de virar hacia el oeste desde allí. Pero toparon con furiosos vientos de proa que se apoderaron del barco y lo llevaron a Irlanda. Allí fueron cruelmente vencidos y esclavizados; y allí murió Thorhall.
X KARLSEFNI VIAJA HACIA EL SUR
Karlsefni navegó con rumbo sur ciñendo la costa, en compañía de Snorri, Bjarni y el resto de la expedición. Navegaron durante largo tiempo y el azar los llevó a un río que se deshacía en un lago, renacía y moría en el mar. Frente a la desembocadura del río se extendían amplios bancos de arena, por lo que sólo podían acceder a ella con la marea alta. Karlsefni y sus hombres penetraron el estuario, y llamaron Hope (Bahía de la Marea) a aquel lugar(24). Allí encontraron trigo silvestre que crecía en las tierras bajas, y vides en las tierras más altas. Los peces bullían en todos los arroyos. Cavaron zanjas en la marca que había dejado la marea alta al retirarse; subió la marea, y cuando volvió a bajar había halibuts atrapados en las zanjas(25). En los bosques vivía un gran número de animales de todas clases, y el ganado seguía con ellos. Permanecieron allí durante quince días; olvidados de las penas gozaron de todo. Pero una mañana temprano miraron en torno y distinguieron nueve canoas de cuero. Los hombres que iban en ellas agitaban palos que producían un sonido semejante al que hacen los mayales desgranando maíz; el movimiento de los palos seguía el camino del sol. Karlsefni preguntó: «¿Qué puede significar esto?». «Bien pudiera ser una señal de paz», respondió Snorri. «Cojamos un escudo blanco y vayamos con él a su encuentro.» Así lo hicieron. Los recién llegados remaron hacia ellos y los miraron con asombro cuando llegaron a tierra. Eran pequeños y de malvada apariencia y su pelo descuidado; tenían ojos grandes y anchos pómulos. Se quedaron donde estaban durante un rato, maravillándose, y luego se alejaron remando hacia el sur y rodearon el promontorio. Karlsefni y sus hombres habían construido su poblado sobre una cuesta que daba al lago; algunas de las casas tocaban casi el agua, otras estaban un poco más lejos. Pasaron allí todo aquel invierno. No nevó una sola vez y el ganado sobrevivió sin ayuda.
XI LOS SKRAELINGAR ATACAN
De pronto, una mañana temprano, en primavera, vieron un gran enjambre de canoas de cuero que se acercaba desde el sur, rodeando el promontorio, una horda tan densa que parecía que el estuario estaba sembrado de carbón, y se blandían palos en todas las canoas. Los hombres de Karlsefni alzaron sus escudos y los dos grupos se entregaron al comercio. La tela roja era la mercancía que más deseaban comprar los nativos; también querían comprar espadas y lanzas, pero Karlsefni y Snorri prohibieron esa venta. A cambio de las telas entregaban pieles grises. Los nativos tomaban un palmo de paño rojo por cada piel y ataban las telas alrededor de sus cabezas. El trueque se desarrolló de ese modo durante algún tiempo, hasta que la tela empezó a escasear; entonces Karlsefni y sus hombres las cortaron en piezas que no eran más anchas que un dedo, pero los skraelingar pagaron por ellas tanto o más que antes. Entonces sucedió que un toro que pertenecía a Karlsefni y sus hombres salió a la carrera de los bosques, bramando furiosamente. El terror se apoderó de los skraelingar, que corrieron a sus canoas y se alejaron remando hacia el sur y rodearon el promontorio. Después de aquel suceso los skraelingar no dieron señales de vida durante tres semanas enteras. Pero a su término los hombres de Karlsefni vieron un enorme número de canoas que se acercaban desde el sur, derramándose como un torrente. Esta vez blandían los palos en la dirección opuesta a la que sigue el sol y todos los skraelingar aullaban. Karlsefni y sus hombres alzaron entonces escudos rojos y avanzaron hacia ellos(26). Cuando se produjo el choque nació una feroz batalla, y una granizada de proyectiles partió de las catapultas de los skraelingar y vino volando sobre ellos. Karlsefni y Snorri vieron cómo izaban una gran esfera de color azul oscuro a un poste. La esfera pasó volando sobre las cabezas de los hombres de Karlsefni y produjo un horrible estrépito cuando dio contra el suelo. Aquello causó en Karlsefni y los suyos espanto tan grande que su único pensamiento fue el de huir, y se retiraron subiendo por las márgenes del río. No se detuvieron hasta alcanzar unos riscos, donde se aprestaron a ofrecer firme resistencia. Se aventuró Freydis a salir de su refugio y presenció la huida, y gritó: «¿Por qué vosotros, hombres tan osados, emprendéis tan vergonzosa fuga ante enemigos tan miserables como éstos? Deberíais ser capaces de degollarlos como si de ganado se tratara. Si yo tuviera algún arma estoy segura de que podría enfrentarlos mejor que cualquiera de vosotros». Los hombres no prestaban atención alguna a lo que iba diciendo. Freydis trató de unirse a sus compañeros, pero no podía reducir la distancia que la separaba de ellos porque estaba embarazada. Cuando penetró en los bosques en pos de ellos, los skraelingar estaban ya muy cerca. Frente a ella yacía un hombre muerto, Thorbrand Snorrason, con una piedra incrustada en la cabeza y con su espada a los pies. Agarró la espada y se dispuso a defenderse. Cuando los skraelingar vinieron corriendo hacia ella, sacó uno de sus pechos del corpino y dio en él con su espada. Al ver aquello cundió el pánico entre los skraelingar, que corrieron a sus canoas y huyeron a toda prisa(27). Karlsefni y los suyos se acercaron a Freydis y encomiaron su bravura. Dos de ellos habían perecido y cuatro de los skraelingar habían corrido la misma suerte, a pesar de que los enemigos de Karlsefni y sus hombres eran mucho más numerosos. Retornaron a sus casas y se preguntaron acerca de la fuerza que había atacado desde el interior. Se dieron cuenta, entonces, de que los únicos atacantes habían sido aquellos que habían venido en canoa, y que la otra fuerza no había sido sino ilusión. Los skraelingar hallaron al segundo normando muerto, cuya hacha reposaba a su lado. Uno de ellos golpeó una roca con ella y la hoja se quebró; y juzgando al hacha carente de valor porque no había podido aguantar el choque con la piedra, la arrojó lejos. Karlsefni y los demás ya habían tenido ocasión de comprender que, a pesar de que la tierra aquella era excelente, no podrían disfrutar allí de una vida tranquila y libre de temores a causa de los nativos. En consecuencia se aprestaron a abandonar el lugar y volver a casa. Se marcharon navegando en dirección norte a lo largo de la costa. Tropezaron con cinco skraelingar que dormían envueltos en pieles; junto a ellos había varios recipientes llenos de tuétano de ciervo mezclado con sangre. Los hombres de Karlsefni supusieron que habían sido expulsados del grupo que los había atacado, y los mataron(28). Llegaron entonces a un promontorio en el que había numerosos ciervos; el promontorio semejaba un gigantesco pastel de estiércol, ya que los animales solían invernar allí. Poco después Karlsefni y sus hombres llegaron a Straumfjord, donde abundaba todo aquello de lo que necesitaban. Según cuentan algunos, Bjarni Grimolfsson y Freydis se habían quedado atrás, en Straumfjord, con cien personas, mientras Karlsefni y Snorri navegaban al sur junto con cuarenta hombres y, después de pasar dos meses escasos en Hope, volvían aquel mismo verano. Karlsefni salió en su nave en busca de Thorhall el Cazador, mientras el resto de los expedicionarios permanecía donde estaba. Navegó con rumbo norte hasta sobrepasar Kjalarnes y entonces viró hacia el oeste, dejando la tierra a babor. Era aquella una región boscosa, salvaje y desierta, y cuando la hubieron atravesado en su mayor parte llegaron a un río que corría en dirección este-oeste hasta perderse en el mar. Penetraron en la desembocadura del río y se pusieron al pairo junto a la ribera sur.
XII THORVALD EIRIKSSON MUERE
Un día, por la mañana, Karlsefni y sus hombres vieron que algo resplandecía en la parte más distante del claro, y vocearon para llamar su atención. Aquello se movió y resultó ser un Unípede que se acercó brincando a la nave donde Thorvald, el hijo de Eirik el Rojo, estaba sentado al timón. El Unípedo le disparó una flecha que lo alcanzó en la ingle(29). Thorvald se arrancó la flecha y dijo: «Es un país rico este que hemos encontrado; una capa de grasa viste mis entrañas». Poco después la herida acababa con él. El Unípedo escapó velozmente en dirección norte. Karlsefni y sus hombres trataron de darle caza y lo vislumbraron más de una vez mientras proseguía su huida. Finalmente desapareció dentro de un arroyo y los perseguidores se resignaron al fracaso y regresaron. Uno de los hombres recitó esta estrofa:
«Sí, es cierto, nuestros hombres acosaron al Unípedo camino del mar; la sobrenatural criatura corría como el viento por encima de la tierra más áspera; escucha esto, Karlsefni.»
Entonces se alejaron navegando con rumbo norte, y pensaron que podían visitar la Tierra del Unípedo, pero decidieron no arriesgar más veces la vida de la tripulación. Calcularon que las montañas que tenían al alcance de la vista se correspondían a grandes rasgos con aquellas que había en Hope, y que todas formaban parte de la misma cordillera, y estimaron que ambas regiones equidistaban de Straumfjord. Regresaron a Straumfjord y pasaron allí el tercer invierno. Pero entonces las riñas se desataban con reiterada frecuencia; aquellos que seguían solteros importunaban continuamente a los hombres casados. Transcurría el primer otoño cuando nació Snorri, el hijo de Karlsefni; tenía tres años cuando se marcharon. Se hicieron a la mar delante de un viento del sur y llegaron a Markland, donde toparon con cinco skraelingar, un hombre barbado, dos mujeres y dos niños. Karlsefni y sus hombres capturaron a los dos niños, pero los otros lograron zafarse y desaparecieron debajo de la tierra. Llevaron a los niños con ellos, les enseñaron a hablar su lengua y los bautizaron. Los niños dijeron que su madre se llamaba Vaetild y su padre Ovaegir. Contaron que dos reyes, uno de los cuales se llamaba Avaldamon y el otro Valdidida, reinaban en el país de los skraelingar. Dijeron que allí no había casas y que la gente vivía en cuevas o en hoyos excavados en la tierra, y que también había un país al que se accedía atravesando el suyo, en el que la gente iba por todas partes vestida de blanco y profería alaridos y llevaba palos de los que pendían pedazos de tela. Se piensa que ese país era Hvitra-mannaland (la Tierra de los Hombres Blancos)(30). Por fin arribaron a Groenlandia y pasaron el invierno en compañía de Eirik el Rojo.
XIII LA MUERTE DE BJARNI GRIMOLFSSON
El barco de Bjarni Grimolfsson fue arrastrado por el viento al Mar de Groenlandia. Se habían metido, inopinadamente, en aguas infestadas de gusanos y, antes de darse cuenta, el vientre del barco estaba acribillado bajo sus pies y empezó a hundirse. Discutieron acerca de lo que debían hacer. Disponían de un bote que habían protegido con brea hecha con grasa de foca; se dice que los gusanos de concha no pueden penetrar la madera calafateada tal como aquélla lo había sido. La mayor parte de la tripulación opinó que debían cargar ese bote con tanta gente como pudiera soportar. Pero cuando comprobaron la cabida del bote vieron que éste sólo podía llevar a la mitad de ellos. Entonces Bjarni dijo que los ocupantes del bote debían ser elegidos por sorteo y no atendiendo a su rango. Pero, desoyendo a Bjarni, todos intentaban meterse en el bote. Éste, sin embargo, no podía acogerlos a todos, y, comprobado este extremo, acordaron al fin aceptar la idea de echar a suertes las plazas disponibles. Cuando se efectuó el sorteo, la fortuna decidió que el propio Bjarni, junto con cerca de la mitad de la tripulación, ganara una plaza, y todos ellos abandonaron el barco para ir en el bote. Cuando estuvieron en él, un joven islandés que había sido compañero de a bordo de Bjarni le preguntó: «¿Vas a dejarme aquí, Bjarni?». «Así ha de ser», contestó Bjarni. «Pero no es eso lo que prometiste cuando dejé la granja de mi padre en Islandia para ir contigo», dijo el joven. «No veo ninguna otra salida», dijo Bjarni. «¿Se te ocurre a ti algo mejor?» «Propongo cambiar nuestros puestos; que tú subas aquí y que yo baje ahí.» «Así se hará», dijo Bjarni. «Puedo ver que no escatimarás esfuerzo alguno para salvar tu vida, y también veo tu temor a la muerte.» Así que intercambiaron sus sitios. El islandés entró en el bote y Bjarni volvió a bordo de la nave. Y se dice que Bjarni y todos los que permanecieron con él en el barco perecieron en el Mar de los Gusanos(31). Aquellos que pudieron entrar en el bote se alejaron navegando y tocaron tierra, y allí contaron esta historia.
XIV LOS DESCENDIENTES DE KARLSEFNI
Dos veranos más tarde, Karlsefni regresó a Islandia en compañía de su hijo Snorri, y se dirigió a su granja de Reynines. Su madre juzgó que se había casado con una mujer indigna de él, y no se quedó aquel primer invierno en la casa de su hijo. Pero, cuando tuvo ocasión de comprobar que Gudrid era una mujer excepcional, volvió a casa y se llevó bien con ella. Snorri Karlsefnisson, el hijo de Karlsefni, tuvo una hija llamada Hallfrid, que sería la madre del obispo Thorlak Runolfsson. Karlsefni y Gudrid tuvieron otro hijo, llamado Thorbjorn, que sería el padre de Thorunn, la madre del obispo Bjorn. Snorri Karlsefnisson tuvo un hijo llamado Thorgeir, que sería el padre de Yngvild, la madre del primer obispo Brand(32). Y aquí termina esta saga.
NOTAS
LA SAGA DE LOS GROENLANDESES
1 - El poblamiento de Islandia empezó hacia el año 870; durante el siglo x acudieron a ella inmigrantes noruegos en gran número, y ya en 930 se daba por terminada la Edad de la Colonización, nacía la nación islandesa y el proceso de asentamiento había sido completado en gran parte. Para dar una idea del número de habitantes, Musset dice que se calcula, siguiendo el Landnámabók o Libro de la Colonización de fines del siglo xil, que hubo unos veinte mil inmigrantes durante el primer siglo de colonización. Magnusson y Pálsson cifran en treinta mil el número de habitantes de Islandia hacia el año 930.
2 - Entre los escandinavos de la época, todo personaje de cierta categoría social, e incluso algún campesino, tenía en su casa un salón principal, y en él un trono o asiento destacado. Las pilastras que soportaban este sitial, o los paneles adosados a él, estaban ricamente tallados, y no hay que olvidar que es en la talla de la madera donde más destacaban los artistas vikingos (como ejemplo de este tipo de trabajos, aunque de la primera mitad del siglo ix, figura la decoración de la nave, los trineos y el carromato de Oseberg). Además estas tablas debían acompañar al viajero siempre que fuera a mudar su hogar, pues eran ellas las que, arrojadas al mar y dirigidas por los dioses, elegían el lugar de la nueva residencia.
3 - Pero la Saga de Eirik en su estado actual no relata con mucha más extensión las aventuras de Eirik en Islandia. Este capítulo de la Saga de los Groenlandeses y los dos primeros de la Saga de Eirik están sacados del Landnámabók, el libro de la Colonización o de los Asentamientos. Es posible que hubiera una Saga de Eirik perdida que tratara con más detenimiento la historia de la vida de Eirik y que hubiera sido a su vez fuente del resumen del Landnámabók.
4 - Es de notar la belicosidad de Eirik y la forma en que las frecuentes disputas se resolvían en Noruega e Islandia. Cada contendiente era respaldado por un grupo reunido fundamentalmente en torno a lazos familiares y de amistad, y aunque a veces seguían los cauces legales y se sometían a un arbitraje privado o público, era normal que las diferencias se dirimieran con la espada y que primara la venganza personal. En la República de Islandia el poder legislativo y judicial estaba en manos de la Asamblea General o Althing, regida por treinta y seis godar o sacerdotes. Además se había establecido una docena de asambleas de distrito, entre las que estaba la de Thorsnes, cada una de ellas dirigida por tres godar y con autoridad casi absoluta dentro de su territorio. Los hombres libres podían asistir a las asambleas, pero las decisiones dependían de la arbitrariedad de los sacerdotes, por lo que contar con su favor significaba contar con el de la justicia. De ese modo, los que estaban menos relacionados con los godar llevaban las de perder, y no era raro que fueran condenados al destierro. Muchos de esos desterrados pasaron a engrosar las filas de los exploradores y colonizadores de nuevas tierras. Gunnbjorn Ulf-Krakason fue el primer europeo en avistar Groenlandia de que se tiene noticia. Descubrió los Gunnbjar-nasker, islas que no han podido ser claramente identificadas, y divisó tras ellos una tierra más extensa, cuando viajando desde Noruega a Islandia a comienzos del siglo ix, fue empujado hacia el oeste por las tormentas. Los descendientes de Gunnbjorn vivieron en el mismo rincón de Islandia que Eirik, por lo que éste quizá conociera su viaje cuando fue sentenciado a tres años de destierro en el 982.
5 - Eirik el Rojo capitaneó esta armada de veinticinco naves que viajó a Groenlandia a principios del verano del año 985 ó 986, y se calcula que unas cuatrocientas personas sobrevivieron a la travesía e iniciaron la colonización de las nuevas tierras. Los «hombres leídos» son los historiadores de Islandia del siglo XII, y especialmente Ari el Sabio o el Historiador (1067-1148), que en el Islendingabók (el Libro de los Islandeses), del que sólo queda un resumen en latín, decía que Groenlandia fue colonizada catorce o quince años antes de la adopción del cristianismo como religión oficial en Islandia en el año 1000. El obispo Fridrek, alemán, y Thorvald Kodransson, del norte de Islandia, fueron los primeros misioneros que intentaron cristianizar a los islandeses, durante los años que transcurrieron entre el 981 y el 986, año en el que debieron abandonar el país.
6 - La Colonia Oriental, Eystribyggd, llegaría a tener 190 granjas y 12 iglesias, y la Occidental, Vestribyggd, unas 90 granjas y cuatro iglesias. Se calcula que la máxima población de Groenlandia fue de unas 3.000 personas.
7 - Los papar, anacoretas irlandeses, fueron los primeros europeos que vivieron en Islandia, de donde marcharon al llegar los nórdicos, hacia el 860. No fue Ingolf Arnarson el descubridor escandinavo de Islandia, pero sí su primer colonizador, porque dio comienzo, en el sudoeste, cerca de donde hoy se halla Reykjavik, al proceso de asentamiento hacia el año 870. También él era noruego y hubo de abandonar su país a causa de un asesinato.
8 - Se llama «poesía occidental» a la creada por los escandinavos en las Islas Occidentales (Islas Británicas) a partir del año 1000. Ejemplo de esta poesía es la canción de alabanza o drapa. El término hafgerdingar, grandes olas o setos marinos, parece referirse a algún tipo de maremoto. Aparte de las que aparecen intercaladas en esta saga, sólo otras dos líneas de este poema han llegado hasta nuestros días.
9 - Según los historiadores anglosajones y escandinavos, Bjarni Herjolfsson sería así el primer europeo que avistó la costa este del continente americano, pues a esta costa pertenecerían las tres regiones en las que no quiso desembarcar, antes de tomar tierra en Herjolfsnes, ya en Groenlandia. En la Saga de Eirik el Rojo no se hace mención de Bjarni, y Leif queda como descubridor de las nuevas tierras del oeste.
10 - El conde Eirik Hakonarson, uno de los rivales del rey Olaf Tryggvason en la batalla naval de Svold en el año 1000, donde Olaf encontró la muerte, fue conde de Noruega del año 1000 al 1014.
11 - Los escandinavos creían firmemente en la mala o buena suerte de cada individuo, en el destino y en los presagios. Precisamente era de mal agüero caer del caballo antes de emprender un viaje.
12 - Como Leif hizo el viaje en sentido contrario al de Bjarni, que le había informado del suyo, esta Helluland es la última tierra avistada por Bjarni antes de llegar a Groenlandia. En cuanto a su localización hay grandes discrepancias entre los diferentes investigadores. Entre los que creen que es una parte del continente americano, la mayoría opina que debe referirse a la Tierra de Baffin o a la costa norte del Labrador.
13 - Markland se suele identificar con la costa sureste del Labrador o la costa norte de Terranova.
14 - Ésta es la tierra que luego Leif bautizará con el nombre de Vínland o Vinlandia. Es la más importante de las tres descubiertas por Leif, ya que fue allí donde cuentan las sagas que los escandinavos pretendieron establecerse. Su localización es la más debatida, y para dar idea de la disparidad de opiniones que se defienden, diremos que entre los que la creen en América, algunos la sitúan en Florida, y otros, en estudios más modernos, en Nueva Inglaterra o el norte de Terranova. De cualquier modo, no existen evidencias arqueológicas en que apoyarse, a excepción de los indicios poco demostrativos que aportaron las excavaciones de Helge Ingstad en el norte de Terranova, y los datos que se manejan son los que nos ofrecen las sagas. Muy importantes en este sentido son los párrafos que siguen en esta Saga de los Groenlandeses. . aunque no tanto como otros de la Saga de Eirik, más precisa en sus descripciones geográficas.
15 - Se trata de las Casas de Leif o Leifsbudir, que en esta saga aparecen tan a menudo que parecen identificarse con Vinlandia. Misteriosamente, todos los viajeros, ahora Leif y luego Thorvald, Karlsefni y Freydis, llegan a ese mismo punto, y en su descripción se mezclan detalles que en la Saga de Eirik el Rojo corresponden a dos lugares distintos, Hope y Straumfjord.
16 - Dice la saga que el sol tenía allí tres eyktarstadr y dogmalastadr el día más corto, lo que se cree que significa que el sol se veía durante tres horas antes y después del mediodía. En el siglo XI los nórdicos no disponían de relojes y se servían de la observación de las fases del sol, a través de su posición en el horizonte, para calcular el paso del tiempo. A partir de este dato posiblemente objetivo se ha tratado de determinar la latitud de Leifsbudir, pero se ha tropezado con las dificultades que interpone la imprecisión de la medición del tiempo por medio de estos eyktarstadr y dagmalastadr, y los cálculos efectuados por unos investigadores sitúan a Vinlandia-Leifsbudir sobre los 50° de latitud norte (golfo de San Lorenzo), y los de otros hacia los 37° (bahía de Chesapeake).
17 - Vinlandia es un nombre descriptivo, como muchos de los que los escandinavos daban a los nuevos territorios. Parece claro que significa Tierra del Vino o Viñedos, a pesar de que algunos han defendido, sin demasiado fundamento y con el objeto de desembarazarse del problema de la existencia o no de vides en ella, la teoría de que no se trataba de Vínland, sino de Vinland, Tierra de Pastos.
18 - No debe extrañar el interés de Leif por ese cargamento, pues en Groenlandia escaseaba la madera, fundamental para fabricar sus naves y mantener una cierta autonomía comercial. Dependían del comercio para abastecerse de ciertos productos básicos que no podían obtener por sí mismos; el trigo, el hierro y la propia madera (a excepción de la poca que llegaba a la deriva desde Siberia), debían ser importados de Noruega. También importaban ropas, armas, malta y vino.
19 - Se considera poco probable que las canoas de cuero sean los «kajaks» de los esquimales. Se ha supuesto que son canoas de los indios, pues éstos, aunque normalmente las fabricaban con corteza de abedul, a veces las hacían de piel de anta y acostumbraban a dormir bajo ellas.
20 - Se atribuyen varios significados, todos ellos apuntando en un mismo sentido, al término skraelingar: «gente inferior», «gente miserable», «gente fea», «gente que grita», «gente cobarde». Este nombre se aplicaba indistintamente a indios y esquimales, pueblos que los nórdicos juzgaban culturalmente inferiores. Como las sagas no diferencian entre unos y otros y en esa época es posible que algunos esquimales vivieran muy próximos a los indios, y no siempre más al norte que ellos, los autores modernos tratan de determinar en cada momento a quienes se refieren las sagas, según los datos que se aporten en los sucesos narrados. Así por ejemplo, en este caso concreto, se afirma que fueron los indios quienes mataron a Thorvald, ya que la cultura esquimal no disponía de arcos y flechas en aquel tiempo.
21 - Groenlandia se convirtió al cristianismo poco después del año 1000, a consecuencia del mismo impulso misionero que llevó a Islandia la nueva fe. Apenas terminado el asentamiento en la Colonia Oriental, Groenlandia era ya cristiana, aunque por supuesto no se había erradicado la influencia del paganismo. Las sagas nos muestran la convivencia de las morales cristiana y pagana en esta época, y el relato .presta atención en muchas ocasiones a cuestiones religiosas. Llama la atención al leer las sagas encontrar aquí y allá unas líneas intercaladas en el texto que hacen referencia al momento por el que atravesaba el cristianismo, y con las que el autor trataba de aportar una fecha, siquiera aproximada, de los acontecimientos que estaba relatando.
22 - Un ejemplo más que nos ilustra acerca de cómo el mundo de estas sagas está a caballo entre el paganismo y el cristianismo. En Islandia y Groenlandia hubo mucha mayor tolerancia religiosa que en otros países, incluida Noruega.
23 - La extrañeza de Thorstein no parece reflejarse tan intensamente como debería en alguien que ve levantarse a un muerto y, sin embargo, no se debe inferir de ello que las sagas se alejen, en ésta y otras historias parecidas, del realismo descriptivo que las caracteriza, pues admiten lo sobrenatural como parte de lo que era real para los nórdicos de aquel tiempo. Entre las viejas creencias islandesas ocupa un importante lugar el retorno después de la muerte, aptrganga; no sólo el espíritu de los muertos, sino también sus cuerpos, podían reanimarse y participar momentáneamente del mundo de los vivos.
24 - Según las sagas el primer intento serio de colonización europea de América fue el de Karlsefni, y su fracaso se debió, sobre todo, a la hostilidad y belicosidad de los indígenas, mucho más numerosos y casi tan bien armados como ellos a pesar de que no conocieran el hierro.
25 - Los islandeses eran muy aficionados a los juegos atléticos y llenaban con la práctica de éstos muchos de sus ratos de ocio.
26 - La ley islandesa de la época equiparaba, en cuanto al derecho matrimonial, al hombre y a la mujer. Ésta podía pedir el divorcio, y si se lo concedían, podía exigir la mitad de los bienes del marido.
27 - El término húsasnotra se identifica con el castellano mascarón. Los vikingos tallaban mascarones de madera, representando generalmente animales más o menos fantásticos, elementos decorativos que emplazaban a menudo en los tejados de sus casas y otras veces en sus naves como mascarones de proa a popa, e incluso en sus trineos. Los mascarones de las naves se llevaban con el fin de atemorizar a los enemigos de los viajeros, y también para alejar a los malignos espíritus marinos. En el Hauksbók, que contiene una de las versiones completas del Landnámabók, se nos dice que una de las primeras leyes paganas prohibía recorrer los mares en una nave con mascarón, y que si esto se hacía se debía quitar el húsasnotra antes de avistar la costa para que los espíritus de la tierra no se asustaran al ver las fauces abiertas del animal.
28 - El obispo Brand Saemundarson lo fue de Molar, al norte de Islandia, en los años 1163-1201. El obispo Thorlak Runolfsson lo fue de Skalholt, al sur de Islandia, en los años 1118-1133. Fue promovido al obispado por el obispo Guzir, que fue también quien fijó en Skalholt la sede del obispo de Islandia. Para él y para el obispo Ketil escribió Ari el Historiador el Islendingabók. El obispo Bjorn Gilsson lo fue de Molar en los años 1147-1162. LA SAGA DE EIRIK EL ROJO
1 - Durante el siglo VIII pequeñas bandas de noruegos invadieron las Shetland y las Oreadas, para hacer después lo mismo con los territorios pictos de Sutherland y Caithness, en el norte de Escocia, y con Argyll que al noreste de Escocia, había sido anexionada en el 843 al reino picto. Hacia el 860 se organiza un principado con las Oreadas como centro y bajo el mando de upa familia de jarls, aristócratas venidos de Noruega occidental. Los vikingos ocuparon también las Hébridas y Man, donde se formó una curiosa civilización indígena, dada la fuerza del sustrato celta nativo. Tras unas incursiones piráticas los noruegos trataron de conquistar toda Irlanda hacia mediados del siglo IX. No era nada habitual entre los noruegos la planificación de la conquista de un gran estado, pero en este caso comenzaron por tomar puntos de apoyo en la costa, como Dublín, ocupado en el 836, y Limerick, para luego tratar de hacerse con el control de toda la isla. Más tarde, a partir del 872, frenados sus impulsos originales, hubieron de conformarse con el dominio de ciertos enclaves costeros aislados entre sí, en los que crearon ciudades-estado, la principal de las cuales era Dublín. Los Finngail, Extranjeros Blancos o noruegos, se relacionaron con los indígenas como atestigua la existencia de los Gall Gaidil, Irlandeses (o Celtas) Extranjeros, que eran mestizos bilingües, y en realidad los jefes noruegos y los pequeños reyes irlandeses que luchaban continuamente entre sí se parecían en muchos aspectos, y a veces estaban unidos por los lazos del fosterage o adopción. Olaf el Blanco sería uno de los caudillos vikingos que se establecieron en Irlanda en la primera mitad del siglo IX. Es un personaje bien conocido en las sagas, pero difícil de situar históricamente. Ketil Nariz Aplastada. Thorstein el Rojo y Eyvind el Oriental serían otros cabecillas noruegos que participaron en empresas vikingas en Irlanda. Escocia y las Islas.
2 - Muchos de los colonos de Islandia eran aristócratas de origen noruego que llegaron a la isla con sus clientes y sus esclavos, estos últimos irlandeses en su mayoría.
3 - Este Thorbjorn Vifilsson sería el padre de Gudrid.
4 - Un godordsmadr era un sacerdote-cabecilla con autoridad política y religiosa. Los godar controlaban la Asamblea General o Althing. formada en el 930 y principal institución de la República aristocrática de Islandia, que sobrevivió durante más de tres siglos. Al principio había 36 godar, pero en este momento había ya 39. y ellos eran los verdaderos amos de Islandia. Los privilegios de los godar solían adquirirse por herencia, pero también existía la posibilidad de acceder al cargo por medio del dinero.
5 - La adopción era una práctica común en Escandinavia por aquel tiempo, y muchas veces era el padre adoptivo o fostri quien educaba al niño.
6 - Thorbjorn fue uno de los amigos que ayudó a Eirik cuando éste fue desterrado y partió hacia Groenlandia. Eirik les prometió que les devolvería el favor si alguna vez le necesitaban.
7 - Con respecto a quién era el granjero de Herjolfsnes en este momento, el dato que ofrece la Saga de Eirik difiere tanto del que aporta el Landnámabók, que dice que era Herjolf Bardarson, como del que presenta la Saga de los Groenlandeses, que afirma que se trataba de Bjarni, hijo y sucesor de Herjolf.
8 - Tácito cuenta, en Germania VIII, cómo los germanos «creen que hay en la mujer algo sagrado y profético, y no desprecian su parecer ni tienen en menos sus respuestas». De toda la literatura medieval islandesa es éste el episodio que describe con más lujo de detalles a una sibila, tanto en lo referente a su atuendo y actitudes como en lo que atañe al ejercicio de sus facultades adivinatorias. La profetisa es tratada con gran respeto, si bien algunos, como Thorbjorn, y Gudrid en menor medida, expresan el rechazo que les merecen las prácticas paganas de la sibila. De cualquier modo ninguno descree de sus profecías, que, según la saga, se verían efectivamente cumplidas. En la Saga de Eirik, Gudrid asiste dos veces a la predicción de su futuro. En esta ocasión es la sibila quien profetiza y, entre otras cosas, le predice su matrimonio y la pronta muerte de su marido; en la segunda oportunidad es precisamente éste, Thorstein Eiriksson, el que después de muerto anticipa el destino de Gudrid. En la Saga de los Groenlandeses es Thorstein Eiriksson después de muerto el único que predice a Gudrid su futuro, y con la lógica salvedad del anuncio de su propia muerte, lo hace en términos muy semejantes a los empleados por la sibila.
9 - Son éstos unos ricos presentes. Los anillos de oro tenían un gran valor material y simbólico (en las kenningar, metáforas utilizadas en la poesía de los escaldes y recogidas en la Edda Prosaica, se llama a la mano «país de los anillos de oro», y al rey «señor de los anillos»). La lana de Groenlandia era muy apreciada, al igual que el marfil de morsa, y ambos eran productos que Groenlandia exportaba (junto con aceite de foca, pieles, cueros y muy resistentes cuerdas y cabos para el aparejo de los barcos), como contrapartida de las importaciones mencionadas en la nota 18 de la Saga de los Groenlandeses.
10 - Se rompe el hilo temporal de la narración para aportarnos algunos datos sobresalientes acerca de la vida de Thorgils. En el párrafo siguiente el hilo se recobra, y prosigue el viaje de Leif. En cuanto a las Maravillas del río Frod, que acontecieron en los años 1000-1001. la Eyrbyggja Saga cuenta que cuando Thorgunna, mujer de las Hébridas que tenía unos cincuenta años y que poseía dotes de maga, murió en la granja de aquel lugar, en Snaefellsnes, se sucedieron apariciones, encantamientos y muertes trágicas. Esto supone una contradicción con la Saga de Eirik, pues en ésta Leif conoce a la joven Thorgunna en el mismo año 1000, año en el que Olaf Tryggvason le encomendaría la misión de cristianizar Groenlandia.
11 - Olaf Tryggvason reinó en Noruega desde el año 995 hasta el año 1000, y reinició el proceso centralizador que había comenzado su bisabuelo Harald, el de los Hermosos Cabellos, a fines del siglo IX. Antiguo varego y vikingo, bautizado en Inglaterra, aparece en muchas sagas, e incluso dio su nombre a la Gran Saga de Olaf Tryggvason, vasta compilación de material histórico en la que se conserva la Saga de los Groenlandeses, y que está incluida en el Flateyjarbók, un extenso códice escrito a finales del siglo XIV. Trató de consolidar la unidad del país favoreciendo la misión cristiana; fue el fundador de la Iglesia Escandinava y el instigador de la conversión de Noruega, Islandia, Oreadas, Shetland y Faroes. Pero tanto el hecho de que encomendara a Leif la misión de convertir Groenlandia, como el de que la misión se cumpliera, son, como dice el profesor Johannesson, meras invenciones atribuibles a Gunnlaug Leifsson, monje islandés que, a fines del siglo XII, escribía una biografía del rey Olaf.
12 - Así en esta saga es Leif quien descubre casualmente Vinlandia, pues no son otras estas nuevas tierras, sin que se haga mención alguna del viaje de Bjarni Herjolfsson. El nombre de Vinlandia no aparece en la Saga de Eirik hasta que Karlsefni parte para colonizar aquel país. En 1530 Jacques Cartier. el descubridor del Golfo de San Lorenzo, encontró allí campos de trigo silvestre, parecido al centeno y a la avena.
13 - En 1932 arqueólogos del Museo Nacional de Dinamarca dirigieron unas excavaciones en Kagssiarssuk, donde se suponía que se hallaba Brattahlid, la granja de Eirik el Rojo. Efectivamente se descubrió un gran conjunto de edificaciones entre las que figuran el gran salón de Eirik, el edificio de los fuegos, el de los dormitorios, el de los almacenes y establos y otras dependencias. No se encontró la iglesia de Thjodhild, pero, ya en 1961, se desenterró casualmente el cráneo de un noruego medieval en las cercanías de Brattahlid, y las subsiguientes excavaciones, efectuadas en el verano de 1962, tuvieron como resultado el hallazgo de una pequeña iglesia medieval, de unos 15 m2 de superficie, con gruesos muros de tepes y madera, y rodeada por un cementerio que contenía unas ochenta sepulturas.
14 - En la Islandia cristiana, y es de suponer que también en Groenlandia, estaba prohibido enterrar el dinero, práctica que era común entre los vikingos.
15 - Se han desenterrado en varios lugares de Groenlandia artísticas piezas de ajedrez talladas en materiales tan propios del país como marfil de morsa y hueso de ballena. Piezas similares del período vikingo han aparecido en Escandinavia y en las Hébridas.
16 - En este párrafo es más explícita la versión del Hauksbók que la del Shálholtsbók, y dice: «Había un hombre llamado Thorvard, que estaba casado con Freydis, hija ilegítima de Eirik el Rojo. Thorvard también se unió a ellos, al igual que Thorvald, hijo de Eirik el Rojo».
17 - En Groenlandia había amplias regiones desiertas e inhabitables, los Obyggdir. Algunos cazadores y navegantes especialmente intrépidos se aventuraron a explorar estos territorios, en los que encontraban caza y pesca y madera a la deriva.
18 - También aquí debemos acudir a la versión del Hauksbók: «Desde allí navegaron durante dos días, primero hacia el sur y luego, cambiando de rumbo, hacia el sureste».
19 - En el Hauksbók: «Desde allí navegaron con rumbo sur a lo largo de la costa durante mucho tiempo, hasta que llegaron a un promontorio; la tierra firme quedaba a estribor».
20 - Recuérdese que, en el capítulo 5 de la Saga de los Groenlandeses, Thorvald Eiriksson hacía erigir como monumento en un promontorio la quilla de su nave accidentada, y daba el nombre de Kjalarnes a aquel lugar, situado en alguna parte al noreste de Vinlandia.
21 - Una vez más los investigadores discrepan en cuanto a la localización de un lugar geográfico, a causa de que sólo disponen de los datos ofrecidos por las sagas y de que, incluso éstos, difieren según las versiones en que aparecen. Gwyn Jones identifica Furdustrandir con la costa sureste del Labrador, al sur de Hamilton Inlet, y Kjalarnes con el cabo Porcupine. Según él cuando la costa se torna dentada los viajeros se encuentran en la zona de la bahía de Sandwich. Magnusson y Pálsson, por el contrario, opinan que la franja costera de Furdustrandir debe situarse en algún lugar del golfo de San Lorenzo, o en Nueva Escocia o, incluso, en Nueva Inglaterra, y de Kjalarnes sólo dicen que es algún punto de Furdustrandir.
22 - Jones dice que Straumsey podría ser Belle Isle, y que Straumfjord era el entrante norte del estrecho de Belle Isle, que comunica el golfo de San Lorenzo con el océano Atlántico. bañando las costas de Terranova y Labrador. Como siempre, otros autores defienden localizaciones completamente distintas.
23 - Barbarroja, o Barbaquemada, es el nombre familiarmente aplicado a Thor, el dios de la tormenta. A partir del siglo IX es el dios más popular, el favorito de campesinos libres y vikingos, y aún en época cristiana los amuletos en forma de martillo dedicados al dios plebeyo coexisten con las cruces. Un ejemplo extremo en este sentido son los moldes capaces de fabricar a un tiempo tanto los colgantes paganos como los cristianos. Dentro del amplio panteón pagano de los nórdicos cada uno era libre de elegir un «patrón», a quien incluso se podía reverenciar como si se tratara de la única divinidad.
24 - La saga dice que Hope está al sur de Straumfjord. En consecuencia Jones lo sitúa en algún lugar de la costa occidental de Terranova, en el golfo de San Lorenzo, y Magnusson y Pálsson en algún lugar del sur de Nueva Inglaterra.
25 - El halibut recibe también el nombre de hipogloso. El halibut del Atlántico (Hippoglossus hippoglossus) se encuentra en ambas orillas del Atlántico Norte, llegando hasta Nueva York por la orilla americana. Es un pez plano que puede llegar a medir dos metros y pesar 325 kilos, incluido en la familia de los Pleuronéctidos o rodaballos dextrógiros.
26 - Una Kenning llama a la batalla «lluvia de los escudos rojos».
27 - Este episodio recuerda, aunque la situación que contempla no es la misma, ya que Freydis muestra su pecho a sus enemigos, unas líneas de la Germania de Tácito: «Es fama que ejércitos medio vencidos y a punto de darse a la fuga, se rehicieron merced a las mujeres, quienes, tenaces en sus súplicas, descubrían sus pechos y hacían ver la inminencia del cautiverio, mucho más temido por la suerte de ellas que por la de los propios varones...» Seguramente, como apunta Manuel Marín Peña, era aquél un ademán simbólico que tenía por objeto hacer ver al varón el riesgo de que su mujer se convirtiera en un objeto de placer para el vencedor en caso de derrota.
28 - Los diferentes investigadores han intentado determinar la naturaleza de los skraelingar con los que se enfrentaron Karlsefni y sus hombres, y para ello se han basado en lo que de ellos cuenta la saga, en los conocimientos de los etnólogos, y en su propia imaginación. Los defensores de la hipótesis de que se trataba de indios, dicen que a ellos corresponde la descripción física que de aquellos hombres de anchos pómulos y pelo negro y descuidado hace la saga. Opinan que los ruidosos palos que agitaban los skraelingar eran matracas que los pieles rojas solían utilizar en sus rituales; que la esfera azul y el poste al que la izaron para lanzarla eran las partes integrantes de una «balista», antiguo instrumento de combate de los algonquinos; y que el tuétano de ciervo mezclado con sangre es una descripción aproximada del «pemmican», comida que llevaban los pieles rojas en sus expediciones de caza. Los partidarios de la teoría de que estos skraelingar eran esquimales, empiezan por resaltar que no se mencionan flechas, típicas de los indios, y sostienen que los palos que blandían eran canaletes de dos paletas, remos del tipo usado por los esquimales; que no hubo «balista» alguna, sino arpones esquimales que llevaban una vejiga llena de aire a modo de flotador; y con respecto a la comida explican que los esquimales de Canadá comían médula de caribú cubierta de sangre, alimento que guardaban en recipientes de piel de foca.
29 - Esta saga es posterior a la de los Groenlandeses, en la que son los skraelingar los que flechan a Thorvald, y su autor debió de ser un hombre aficionado a la lectura de los textos medievales. El Unípedo, animal fabuloso del que se decía que vivía en África, aparece en la traducción islandesa de cierto tratado medieval de geografía (cuya última fuente son los trabajos de San Isidoro de Sevilla), por lo que parece ser que su inclusión en el texto responde tanto a la fantasía del autor como a su conocimiento de las teorías de algunos geógrafos islandeses que opinaban que Vinlandia debía extenderse hasta África. Quienes interpretaban las sagas como si fuesen crónicas históricas puntualmente exactas quisieron buscar explicaciones a este episodio llegando a interpretar, ante la hilaridad de algunos, que el Unípedo era un esquimal que bailaba sobre un solo pie o una mujer esquimal de baja estatura vestida con la indumentaria convencional de un sobretodo con larga cola. Descartado que fuera un Unípedo el que clavara la fecha a Thorvald, y contando con el apoyo del relato de la Saga de los Groenlandeses, se ha deducido que fueron los indios quienes le dieron muerte. Según Gwyn Jones, Thorvald murió en el English River. río que corre en dirección este-oestre hasta perderse en el lago Melville, al que se accede virando al oeste tras sobrepasar, navegando con rumbo norte, el cabo Porcupine (Kjalarnes). En el año 1930, Aage Roussell encontró en el cementerio de Sandnes, en la Colonia Occidental de Groenlandia, una punta de flecha, de cuarcita idéntica a la del Labrador, y ya entonces se aseguró que la punta era india. Esto se creyó ver confirmado con el descubrimiento de una punta muy similar por Melgaard en 1956, en un antiguo asentamiento indio del lago Melville. La flecha de Sandnes se ha tenido por una de las pocas piezas arqueológicas que evidencian un contacto de los escandinavos con Norteamérica, y se ha supuesto que la flecha que mató a Thorvald era igual a ella.
30 - También en el Landnámabók se alude a una Hvítramannaland, a la que se dice se llega después de navegar durante seis días y con rumbo oeste desde Irlanda, y en ciertas versiones islandesas de escritos europeos medievales se habla de la existencia de una Albania, un País de los Hombres Blancos, situado en algún lugar de Asia, quizá al norte de la India. Otros han supuesto que al hablar de gentes vestidas de blanco se hacía referencia a los indios Nauskapi. cuyas ropas de baile estaban hechas de gamuza blanca, y de los que se presume vivían en la zona este del Labrador.
31 - Bjarni es el personaje central de este capítulo de la saga, y la razón de ello no es otra que la concepción épica que del destino de los hombres tenían los autores de las sagas. Los héroes de éstas no han de ser siempre señores o príncipes, sino hombres de voluntad inquebrantable que no rehuyen la muerte y que son capaces de aceptar su destino sin someterse a él.
32 - Este obispo, citado también, como los otros, en la Saga de los Groenlandeses, es mencionado aquí como «primer obispo Brand», de lo que se deduce que en la época en que se escribió la Saga de Eirik había habido ya un segundo obispo Brand. Hubo, en efecto, un obispo llamado Brand Jonsson en Molar, en los años 1263-1264, por lo que la Saga de Eirik tuvo que ser escrita con posterioridad a esta fecha. Pero, como apunta Jones, es posible que esta referencia a Brand Saemundarson como «primer obispo Brand» no figurara en una hipotética Saga de Eirik original, escrita en el primer cuarto del siglo xill, y que fuera, por tanto, un añadido que aparecería por primera vez en la Saga de Eirik que, escrita poco después del año 1263, conocemos a través de las versiones contenidas en el Hauksbók (siglo XIV) y en el Skálholtsbók (siglo XV).LISTA DE PERSONAJES POR ORDEN ALFABÉTICOLa compleja ortografía de los nombres propios islandeses, muchos de ellos muy parecidos entre sí, y la abundancia de personajes, pueden desconcertar y confundir al lector. Todo nombre va acompañado de la información que indica la saga y capítulo donde aparece, para que el lector pueda orientarse fácilmente. Grl significa Saga de los Groenlandeses; Eir, Saga de Eirik el Rojo. Los números hacen referencia a los capítulos de dichas sagas. Arnlaug, Grl 1. Arnora, Eir 3. Aslak el del Valle del Langa, Eir 2. Asvald Ulfsson, Grl 1, Eir 2. Aud la Meditabunda, hija de Ketil Nariz Aplastada; casada con Olaf el Blanco; se establece en Islandia, da tierras a Vifil, Eir 1. Avaldamon, Eir 12. Bjarni Grimolfsson, islandés de Breidafjord; viaja a Groenlandia con su socio Thorhall Gamlason, y se queda con Eirik, Eir 7; se une a la expedición de Karlsefni a Vinlandia, Eir 8; va a Hope en Vinlandia, Eir 10, o se queda en Straumfjord, Eir 11; su barco es arrastrado al Mar de Groenlandia y empieza a hundirse, cede su puesto en el bote a un joven islandés y muere, Eir 13. Bjarni Herjolfsson, comerciante islandés, hijo de Herjolf Bardarson, Grl 2; viaja a Islandia para estar con su padre, pero éste se ha ido a Groenlandia, parte en su busca, pierde el rumbo y avista nuevas tierras pero no las explora, llega por fin a Groenlandia, se establece en Herjolfsnes, Grl 2; viaja a Noruega y visita al conde Eirik, le cuenta sus viajes, se pone a su servicio, vuelve a Groenlandia; vende su barco a Leif Eiriksson pues éste lo necesita para ir a Vinlandia, Grl 3. Bjorn, Eir 1. Bjorn Gilsson, Grl 9, Eir 14. Bjorn Karlsefnisson, Grl 9 (llamado Thorbjorn en Eir 14). Brand Saemundarson, Grl 9, Eir 14. Einar, Grl 1. Einar de Laugarbrekka, Eir 3. Einar Thorgeirsson, de Thorgeirsfell, comerciante islandés hijo de un liberto; ve a Gudrid en casa de Orm de Arnarstapi, convence a éste para que pida, en su nombre, la mano de Gudrid al padre de ésta, es rechazado, Eir 3. Eirik el Rojo, hijo de Thorvald Asvaldsson; abandona Noruega con su padre, se establece en Drangar (Islandia), se casa con Thjodhild, se muda al sur, al valle de Hauka, mata a Eyjolf Saur y a Hrafn el Duelista, le destierran, descubre Groenlandia y la coloniza, se establece en Brattahlid, Grl 1, Eir 2; tiene un hijo, Leif, Grl 1; se mencionan los nombres de sus tres hijos, Leif, Thorvald y Thorstein, y el de su hija Freydis, en Grl 2; en Eir 5 sólo aparecen Leif y Thorstein, luego aparecen Thorvald y Freydis en Eir 8, 11 y 1 2; se niega a abrazar el cristianismo, Eir 5; acepta ir con Leif a Vinlandia, pero luego decide no hacerlo, Grl 3 (en Eir 5 decide ir con su hijo Thorstein, se cae del caballo y renuncia); acoge en su hogar de Brattahlid a su nuera Gudrid, Eir 6; hospeda a Karlsefni, a Bjarni Grimolfsson y a Thorhall Gamlason, junto con sus tripulaciones, da una fiesta de Navidad, casa a Gudrid con Karlsefni, Eir 7; hospeda a Karlsefni y a los otros colonizadores de Vinlandia, Eir 1 2; muere, Grl 4 (en Grl 5 se nos dice que murió antes de que Groenlandia se hiciera cristiana). Eirik Hakonarson, Grl 3. Eyjolf el de la isla de Svin, Grl 1, Eir 2. Eyjolf Saur. Grl 1, Eir 2. Eyvind el Oriental, Eir 1. Finnbogi, mercader islandés; viaja a Groenlandia con su hermano Helgi en el barco de ambos, él y Helgi se suman a la expedición de Freydis a Vinlandia, se enemistan con ella, Freydis hace matar a los dos hermanos, Grl 8. Freydis, hija (ilegítima según el Hauksbók, ver nota 16 Eir) de Eirik el Rojo, casada con Thorvard de Cardar, Grl 2, Eir 8; se suma junto con Thorvard a la expedición de Karlsefni a Vinlandia, Eir 8; estando embarazada hace huir a los skraelingar dando un golpe en su pecho desnudo con una espada, Eir 11; organiza junto con los hermanos Helgi y Finnbogi una expedición a Vinlandia, hace asesinar a los dos hermanos, regresa a Groenlandia, Grl 8; allí salen a la luz sus crímenes, Grl 9. Fridrek, Grl 1. Gardi, capataz de una granja en Lysufjord, hombre muy impopular, contrae una enfermedad y muere, se le achacan encantamientos, queman su cadáver en una pira, Eir 6. Geirstein de Jorvi, Eir 2. Grimhild, mujer de Thorstein el Negro; ella y su marido acogen a Thorstein Eiriksson y a Gudrid en su casa, una enfermedad invade la casa y Grimhild es la primera en morir, Grl 6; aparece también en Eir 6 con el nombre de Sigrid. Groa, Eir 1. Gudrid (a veces aparece con su apellido, Gudrid Thorbjarnardottir), hija de Thorbjorn Vifilsson y de Hallveig; adoptada por Orm de Arnarstapi, Einar Thorgeirsson pide su mano sin éxito, marcha con sus padres a Groenlandia, Eir 3; en Herjolfsnes ayuda a Thorbjorg, la sibila, cantando los cantos de Vardlok, la sibila le predice el futuro, Eir 4; aparece como mujer del noruego Thorir cuando Leif Eiriksson rescata a ambos del arrecife, enviuda, Grl 4; se casa con Thorstein Eiriksson, Grl 6, Eir 6; acompaña a su marido en su fracasada expedición a Vinlandia, Grl 6; viaja a Lysufjord (Groenlandia), allí muere Thorstein que después de muerto le predice el futuro, regresa a Brattahlid, Grl 6, Eir 6; se casa con Thorfinn Karlsefni, Grl 7, Eir 7; acompaña a su nuevo marido a Vinlandia, Grl 7, Eir 12; tiene un hijo, Snorri, en Vinlandia, Grl 7, Eir 12; se le aparece una mujer que dice llamarse también Gudrid, Grl 7; vuelve junto con Karlsefni a Islandia, se enumeran sus descendientes, Grl 9, Eir 14; muere Karlsefni, va en peregrinación a Roma, se hace monja, Grl 9; en vida de Karlsefni había ganado el aprecio de su suegra, Eir 14. Gudrid, Grl 7. Gunnbjorn, Grl 1, Eir 2. (Ver último párrafo de la nota 4 Grl.) Hafgrim, Grl 1. Haki, siervo escocés, compañero de Hekja, ambos corredores muy veloces; entregado junto con aquélla por Olaf Tryggvason a Leif, éste y Eirik ceden la pareja a Karlsefni para su expedición a Vinlandia, allí él y Hekja exploran tierras y vuelven con trigo silvestre y uvas, Eir 8. Halldis, mujer de Orm de Arnarstapi; madre adoptiva de Gudrid, emigra a Groenlandia junto con su marido, Gudrid y el padre de ésta, pero antes de llegar enferma y muere en el mar, Eir 3; mencionada por haber enseñado a Gudrid los cantos de Vardlok, Eir 4. Hallfrid, Grl 9, Eir 14. Hallveig, Eir 3. Helgi, mercader islandés; llega a Groenlandia procedente de Noruega con su hermano Finnbogi, los dos hermanos se suman a la expedición de Freydis a Vinlandia y allí construyen su propia casa, se enemistan con Freydis y ésta los hace asesinar, Grl 8. Helgi Thorbrandsson, Grl 1, Eir 2. Herjolf Bardarson, padre de Bjarni Herjolfsson; uno de los primeros colonos de Groenlandia, adonde emigró después de vender su granja de Islandia junto con Eirik y otros muchos y se estableció en Herjolfsnes, su hijo no sabía nada del viaje y fue yendo en su busca cuando avistó nuevas tierras al oeste, Grl 1, 2. Hrafn, Grl 1. Hrafn el Duelista, Grl 1, Eir 2. lllugi, Eir 2. Ingjald Helgason, Eir 1. Ingolf de Holmlatur, Eir 2. Karlsefni, ver Thorfinn Karlsefni. Ketil, Grl 1. Ketil Nariz Aplastada, Eir 1. Leif Eiriksson, el Afortunado, hijo de Eirik el Rojo, Grl 1, 2, Eir 5; explora las tierras avistadas por Bjarni Herjolfsson, da nombres a Helluland, Markland y Vinlandia, construye las Casas de Leif, rescata a Thorir y a Gudrid del arrecife, desde entonces le llaman el Afortunado, Grl 3, 4; parte de Groenlandia con destino a Noruega pero su nave es arrastrada a las Hébridas donde tiene amores con Thorgunna y engendra un hijo, llega a Noruega y el rey Olaf Tryggvason le manda predicar el cristianismo en Groenlandia, viaja hacia allí descubriendo tierras desconocidas por el camino, toma muestras de trigo silvestre, vides y arces, rescata a unos náufragos, llega a Groenlandia y la convierte al cristianismo, desde entonces le llaman el Afortunado, Eir 5; presta su barco a Thorvald para que vaya a Vinlandia, Grl 4; presta su barco a Thorstein para otro viaje a Vinlandia, Grl 6; da su aprobación a la boda de Gudrid con Karlsefni, Grl 7; permite usar las Casas de Leif a Thorvald, Karlsefni y Freydis, Grl 5, 7, 8; descubre los crímenes cometidos por Freydis en Vinlandia, Grl 9. Odd el de Jorvi, Eir 2. Olaf el Blanco, Eir 1. Olaf Tryggvason, rey de Noruega; recibe y honra a Leif, quien se queda algún tiempo en la corte, le encomienda la misión de predicar el cristianismo en Groenlandia, Eir 5; se dice que había dado a Leif una pareja de esclavos, Haki y Hekja, Eir 8. (Ver nota 11, Eir.) Orm de Arnarstapi, granjero islandés, casado con Halldis; padre adoptivo de Gudrid, de cuyo padre, Thorbjorn Vifilsson, es muy amigo; habla con Thorbjorn para decirle que Einar Thorgeirsson quiere casarse con Gudrid, Thorbjorn se opone al matrimonio; emigra con su esposa, Thorbjorn, Gudrid y otros a Groenlandia pero antes de llegar enferma y muere en el mar, Eir 3. Ovaegir, Eir 12. Runolf Thorleiksson, Grl 9, Eir 14. Sigrid, mujer de Thorstein de Lysufjord; Thorstein Eiriksson y Gudrid van a vivir con ellos, brota una enfermedad en la granja, cae enferma, tiene una horrible visión, muere, su cadáver revive, le clavan un hacha en el pecho, Eir 6; aparece también en Grl 6 con el nombre de Grimhild. Sigurd el Poderoso, Eir 1. Snorri Karlsefnisson, hijo de Thorfinn Karlsefni; nacido en Vinlandia, Grl 7, Eir 12; tiene tres años cuando se va de Vinlandia, Eir 12; se pone al frente de la granja de su padre en Islandia, Grl 9; sus descendientes, Grl 9, Eir 14. Snorri Thorbrandsson, hijo de Thorbrand el de Alptafjord; apoya a Eirik contra Thorgest, Grl 1, Eir 2; acompaña a Karlsefni a Groenlandia, Eir 7; se suma a la expedición de Karlsefni a Vinlandia, Eir 8; combate con los skraelingar, éstos matan a su hijo Thorbrand, Eir 10, 11. Solvi, Grl 1. Styr Thorgrimsson, Grl 1, Eir 2. Thjodhild, mujer de Eirik el Rojo, Grl 1, Eir 2, 5; se convierte al cristianismo y se niega a seguir conviviendo con su marido pues éste no abandona su vieja religión, hace construir la Iglesia de Thjodhild cerca de Brattahlid, Eir 5. (Ver nota 13 Eir.) Thorbjorg (la Pequeña Sibila), profetisa en Groenlandia; invitada por Thorkel a una fiesta en su granja de Herjolfsnes, hace brujerías, predice el futuro de Gudrid, profetiza el fin del hambre y de las epidemias que padecía Groenlandia, sus profecías se cumplen, Eir 4. Thorbjorn Glora, Grl 1. Thorbjorn Karlsefnisson, Eir 14 (llamado Bjorn en Grl 9). Thorbjorn Vifilsson, hijo de Vifil el del Valle de Vifil, Eir 1; apoya a Eirik contra Thorgest, Grl 1, Eir 2; se casa con Hallveig, se muda a Hellisvellir, en Laugarbrekka, Eir 3; es el padre de Gudrid, Eir 3, Grl 6; a pesar de los consejos de su amigo Orm se opone a la boda de Gudrid con Einar Thorgeirsson porque dice que éste es el hijo de un esclavo, a causa de sus problemas económicos emigra a Groenlandia, llega a Herjolfsnes, Eir 3; se niega a presenciar las brujerías de Thorbjorg en casa de Thorkel, navega a Eiriksfjord, se establece en Stokkaness, Eir 4; Thorstein Eiriksson usa su nave para viajar a Vinlandia, Eir 5; muere, Eir 6; su barco se usa en la expedición de Karlsefni a Vinlandia, Eir 8. Thorbrand el de Alptafjord, Grl 1, Eir 2. Thorbrand Snorrason, Eir 11. Thord Cabeza de Caballo, Grl 7, Eir 7. Thord Gellir, Grl 1, Eir 2, 7. Thorfinn Karlsefni, comerciante islandés rico y noble, hijo de Thord Cabeza de Caballo y de Thorunn; llega a Groenlandia, Leif Eiriksson le hospeda en Brattahlid, Grl 7 (Eirik, y no Leif, en Eir 7); se casa con Gudrid, Grl 7, Eir 7; dirige una expedición de un solo barco a Vinlandia, comercia con los skraelingar, lucha con ellos, vuelve a Groenlandia, Grl 7; dirige una expedición de tres naves a Vinlandia, pasa por la Colonia Occidental, llega a Helluland, a Markland, se queda algún tiempo en Straumfjord y en Hope, comercia con los skraelingar, combate con ellos, sale en busca deThorhall el Cazador, ve un Unípedo, avista la Tierra del Unípedo, vuelve a Markland, apresa a dos niños skraelingar, llega a Groenlandia, Eir 8, 9, 10, 11. 12; viaja a Noruega, Grl 8; allí vende su mascarón a un hombre del sur, Grl 9; regresa a Islandia y se establece allí, se enumeran sus descendientes, Grl 9, Eir 14; en Grl 9 se añade que, tras su muerte, Gudrid y su hijo Snorri se hicieron cargo de su granja. Thorgeir el del Valle de Hitar, Grl 1, Eir 2. Thorgeir de Thorgeirsfell, Eir 3. Thorgeir Snorrason, Grl 9, Eir 14. Thorgeir Vifilsson, Eir 1, 3. Thorgerd, Grl 2. Thorgest el de Breidabolstad, Eirik le presta las tablas de su sitial, luego él se niega a devolvérselas, riñas y disputas entre ellos y sus bandas, Grl 1, Eir 2; Eirik va a su casa y se hace con las tablas, persigue a Eirik, libra con éste una batalla en la que pierde a dos de sus hijos, Eirik se va de Islandia mientras él le busca, Eir 2; libra otra batalla con Eirik cuando éste vuelve de su destierro y le vence, más tarde se reconcilian, Eir 2. Thorgils Leifsson, hijo ilegítimo de Leif y Thorgun-na; viaja a Islandia y Groenlandia, donde Leif le reconoce como hijo suyo, algo misterioso le acompañó siempre, Eir 5. Thorgunna, mujer noble de las Hébridas; Leif llega accidentalmente a las Hébridas y se enamora de ella, quiere irse con él, le dice que está embarazada y que presiente que tendrá un hijo varón, Leif le hace unos regalos y la abandona, Eir 5. (Ver nota 10 Eir.) Thorhall el Cazador, servidor y amigo de Eirik, era pagano y Thor su «patrón»; se une a la expedición de Karlsefni a Vinlandia por conocer las regiones desiertas, un día desaparece, le buscan y le encuentran en lo alto de un farallón, miraba al cielo, se arañaba y murmuraba, vuelve con los otros, luego se sabe que estaba invocando a Thor, Eir 8; quiere ir más al norte, Karlsefni y los otros al sur, recita un poema y canta, se separan, el viento lleva su nave a Irlanda, allí le matan, Eir 9. (Ver notas 17 y 23 Eir.) Thorhall Gamlason, comerciante islandés de los Fiordos del Este; viaja a Groenlandia con su socio Bjarni Grimolfsson en la nave de ambos, les acompaña Karlsefni con otra nave, llegan a Eiriksfjord donde les recibe Eirik, pasan el invierno con él en Brattahlid, Eir 7; se suma junto con su socio y la nave de ambos a la expedición a Vinlandia dirigida por Karlsefni, Eir 8. Thorir el Oriental, comerciante noruego; marido de Gudrid, jefe del grupo que Leif rescata del arrecife cuando volvía a Groenlandia, llegan a Eíriksfjord, va con Gudrid a Brattahlid invitado por Leif, viven allí un tiempo, brota una enfermedad entre sus hombres, muere, Grl 4. Thorkel de Herjolfsnes, el granjero de Herjolfsnes, hombre principal y de valía; acoge a Thorbjorn Vifilsson y a la tripulación de éste cuando llegan desde Islandia, pasan con él un agradable invierno en su granja, Eir 3; invita a Thorbjorg, la Pequeña Sibila, a una fiesta en su casa para averiguar cuándo terminarían las penalidades por las que atravesaba Groenlandia, la recibe bien y trata de complacerla en todo, pide a Gudrid que cante los Cantos de Vardlok pues así lo desea la sibila, Eir 4. Thorlak Runolfsson, Grl 9, Eir 14. Thorstein de Lysufjord, granjero de Lysufjord; casado con Sigrid; reside en una granja cuya propiedad comparte con Thorstein Eiriksson, éste y Gudrid van a la granja para pasar el invierno con él y con Sigrid, brota una enfermedad en la granja, muere Sigrid, muere Thorstein Eiriksson, el cadáver de Sigrid revive, le clava un hacha en el pecho, vela los cadáveres, el cadáver de Thorstein Eiriksson revive, se lo dice a Gudrid, Eir 6; aparece también en Grl 6 con el nombre de Thorstein el Negro. Thorstein Eiriksson, hijo de Eirik el Rojo, Grl 2, Eir 5; se casa con Gudrid, Grl 6, Eir 6; navega hacia Vinlandia con su esposa Gudrid para recoger el cadáver de su hermano Thorvald, pero las tormentas les llevan a Lysufjord (Groenlandia), él y su esposa se hospedan en casa de Thorstein el Negro, muere allí, predice el futuro de Gudrid, Grl 6; proyecta ir a Vinlandia con su padre, éste cae del caballo y renuncia, parte hacia Vinlandia, las tormentas zarandean su nave, regresa a Groenlandia, Eir 5; él y Gudrid van a vivir a la granja de Lysufjord con Thorstein de Lysufjord y Sigrid, él y Sigrid caen enfermos, Sigrid muere, el cadáver de Sigrid intenta meterse en su cama, él muere poco después, su cadáver se incorpora y habla, predice el futuro de Gudrid, Eir 6. Thorstein el Negro, vive en Lysufjord, casado con Grimhild; Thorstein Eiriksson y la mujer de éste, Gudrid, llegan fortuitamente a Lysufjord, va a verlos y los invita a su casa, los trata bien, brota una enfermedad, Grimhild muere, también muere Thorstein Eiriksson, consuela a Gudrid prometiéndole que la llevará a Eiriksfjord acompañando al cadáver de su marido, cumple su promesa, se establece en Eiriksfjord, Grl 6; aparece también en Eir 6 con el nombre de Thorstein de Lysufjord. Thorstein el Rojo, Eir 1. Thorunn, mujer de Thord Cabeza de Caballo y madre de Thorfinn Karlsefni, Eir 7; Karlsefni y su esposa Gudrid regresan a Islandia, juzga que su hijo ha hecho una mala boda y se niega a convivir con Gudrid, luego ésta gana su afecto, vuelve a vivir con ellos, Eir 14. Thorunn, Grl 9, Eir 14. Thorvald Asvaldsson, Grl 1, Eir 2. Thorvald Eiriksson, hijo de Eirik el Rojo, Grl 2, Eir 8 (sólo en la versión del Hauksbók, ver nota 16 Eir); dirige una expedición a Vinlandia en una nave que le había prestado su hermano Leif, pasa el invierno en las Casas de Leif, se van de allí en ¿verano, su nave topa con un temporal frente a un cabo y la quilla se hace añicos, clava la quilla en el cabo y llama Kjalarnes a aquel lugar, lucha con los skraelingar, le alcanza una flecha, habla tranquilamente con bellas palabras, pide que le entierren en Krossanes, muere, Grl 5; va a Vinlandia con Karlsefni, Eir 8; durante su estancia en Vinlandia con Karlsefni y los otros sentado al timón de una nave un Unípede le dispara una flecha que le alcanza en la ingle, se arranca la flecha, pronuncia una bella frase, muere, Eir 12. (Ver nota 29 Eir.) Thorvald Kodransson, Grl 1. Thorvard de Gardar, granjero de Gardar (Groenlandia), marido de Freydis; hombre de carácter débil, Freydis se casó con él por su dinero, Grl 2, Eir 8; se suma a la expedición de Karlsefni a Vinlandia, Eir 8; va con Freydis y los hermanos Helgi y Finnbogi a Vinlandia, Freydis le miente diciéndole que los hermanos la manosearon y golpearon, le amenaza con separarse de él si no se venga, ordena a sus hombres que cojan sus armas, Helgi y Finnbogi son asesinados junto con la tripulación de ambos, Grl 8. Thurid, Eir 1. Tyrkir el Hombre del Sur, germano, padre adoptivo de Leif; acompaña a Leif cuando éste va a Vinlandia, Grl 3; un día desaparece, Leif se disgusta y sale en su busca con doce hombres, le encuentran, parece muy contento y excitado, al principio nadie entiende lo que dice, luego habla en islandés y dice que ha encontrado vides y uvas, comprueban que decía la verdad, Grl 4. Ulf Cuervo. Grl 1. Eir 2. Vaetild. Eir 12. Valdidida. Eir 12. Valthjof de Valthjofstadir, Eir 2. Vifil el del Valle de Vifil, noble nacido en las Islas Británicas, padre de Thorbjorn y de Thorgeir, abuelo de Gudrid; hecho cautivo por los vikingos y convertido en esclavo, Aud la Meditabunda le lleva con ella a Islandia, pide a Aud que le dé tierras. Aud le devuelve la libertad y le da las tierras del Valle de Vifil, se establece allí, Eir 1. Yngvild, Grl 9, Eir 14. BIBLIOGRAFÍA La bibliografía relacionada con este tema es abundantísima, sobre todo en idiomas escandinavos, pero también en inglés. Nos limitaremos aquí a apuntar los libros más interesantes entre los más modernos y asequibles al público español. De los escritos en castellano, es especialmente sugestiva el de Borges, y muy recomendables las traducciones de los trabajos de Musset, sobre la era de los vikingos en Europa, y, sobre todo, de Jones, que trata de la expansión atlántica de los vikingos y que incluye como fuentes las dos sagas aquí publicadas. En cuanto a los escritos en inglés, el de Sawyer contiene una amplísima bibliografía puesta al día, y el de Magnusson y Pálsson ofrece una traducción inglesa (la aquí vertida al castellano) de las Sagas de Vinlandia y un buen estudio de las mismas. ALMGREN, B. (ed.): The Viking (C. A. Watts, Londres, 1966). ANDERSSON, T.: The lcelandic Family Saga: An Analitic Reading (1967). ANDERSSON, T. y SANDRED, K. I. (ed.): The Vikings Proceedings of the Symposium of the Faculty of Arts of Uppsala University, 6-9 June 1977 (Uppsala, 1978). BORGES, J. L: Literaturas germánicas medievales (Falbo Librero Editorial, Buenos Aires, 1966 y Alianza Editorial, Madrid, 1982). GRAHAM-CAMPBELL, J.: The Viking World (Francis Lincoln Publishers Limited, Londres, 1980). ——: Viking Artefacts. A Select Catalogue (Londres, 1980). INGSTAD, H.: Westward to Vinland (Jonathan Cape, Londres y St. Martin's Press, Nueva York, 1969). JONES, G.: El primer descubrimiento de América. Los Vikingos en Islandia, Groenlandia y América (Ediciones de Occidente, Barcelona, 1965, traducción de The Norse Atlantic Saga, Oxford University Press, Oxford, 1964). ——: Eirik the Red and other lcelandic Sagas (Oxford University Press, Oxford y Nueva York, 1961). ——: A History of the Vikings (Oxford University Press, Londres y Nueva York, 1968). KRISTJANSSON, J.: lcelandic Sagas and Manuscripts (Saga Publishing, 1970). LOUTH, P.: Germanos y Vikingos (Madrid, 1977). MAGNUSSON, M. y PÁLSSON, H.: The Vinland Sagas. The Norse Discovery of America (Penguin Classics, Londres, 1982, 1.a ed. en 1965). MAGNUSSON, M.: Viking Expansion Westwards (Bodley Head, Londres y Henry Z. Walck, Nueva York, 1973). MORISON, S. E.: The European Discovery of America. The Northern Voyages, A. D. 500-1600 (Oxford University Press, 1971). MUSSET, L.: Las invasiones, el segundo asalto contra la Europa cristiana (Labor, Barcelona, 1975, 2.a ed.). ——: Les Peuples Scandinaves au Moyen Age (Presses Universitaires de France, París, 1951). PORTNER, R.: La saga de los vikingos (Juventud, Barcelona, 1975). SAWYER, P. H.: Kings and Vikings: Scandinavia an Europe (A. D. 700-1100) (Methuen & Co., Ltd., Londres, 1982). TURVILLE-PETRE, E. O. G.: Origins oí lcelandic Literature (Oxford, 1953). Los ikingos y sus predecesores. Catálogo de la exposición en el Museo Arqueológico Nacional (Madrid, 1980). WERNICK, K.: The Vikings, the Seafarers (Time-Life Books, Amsterdam, 1980; de los mismos editores hay versión francesa, L'épopée viking).
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xaver a las 16:30 · 2 Comentarios
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Hola: Soy ex- estudiante de física y también ex de ingeniería:), y me gusta las sagas nórdicas.Gracias por publicar bibliografía, pero te agradecería si me pudieras indicar dónde comprar la Völsunga Saga, en inglés y también las Eddas.Ojalá me quieras responder a mi dirección de e-mail.
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Sobre mí |
Alberto Javier Maidana
Soy coleccionista de cuentos (sobre todo de hadas, antiguas sagas, mitos y leyendas) me fascina las historias Nórdicas, Germanas, Celtas y Griegas. Recopilo cuentos en la red y en libros. Cito las fuentes por sobre todo por respeto a la labor como autor, editor , traductor
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No soy escritor, poeta, ni licenciado en letras, soy: programador de oficio, ex-estudiante de física, estudiante de ingeniería , y empleado publico, pero también soy coleccionista de cuentos (sobre todo de hadas, antiguas sagas, mitos y leyendas) me fascina las historias Nórdicas, Germanas, Celtas y Griegas. Recopilo cuentos en la red y en libros. Cito las fuentes por sobre todo por respeto a su labor como autor, editor , traductor. Espero algún día poder publicar algo 100% mio ya que no solo acopio, sino que también aprendo. También invito a quien tenga alguna historia, cuento o mito que desee compartir , me lo envían por email y lo publico formando este parte de la colección. Dedico este blog a dos personas muy especiales para mi, a Cecilia (que será ;yo siento; en un futuro cercano, una gran y prestigiosa Licenciada en letras "y por que no Doctora en letras") y Juanito (un ángel con todo una vida por delante) quienes compartieron un momentos de su vida conmigo pero el destino nos separo, pero siempre estarán en mi corazón. Agradezco a todos que se tomaron su valioso tiempo en ver mis publicaciones y quienes ingresen al blog por lo mismo, a quienes se tomaron el trabajo de comentar, pero por mi carencia no pude contestar. Y no puedo terminar sin decir perdón por mis faltas y gracias por compartir conmigo este rincón que quise que sea mágico y puro ya que no soy escritor pero me siento un NARRADOR DE CUENTOS y ese es el fin de este blog. saludos Xaver |
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