UNA CANCIÓN ETERNA
Escrito por Carolina Aydé
Dedicado a José Guadalupe, mi hermano del alma
Hacemucho tiempo, en un lugar muy lejano, en el bosque de Ankel, vivía unapequeña hada. Su belleza era inigualable, sus ojos de color verde, tanprofundos, que te quedabas profundamente plasmado en su mirada, su pelolargo y oscuro como la noche y una piel más blanca que la nieve. Era elser más hermoso que se podía ver sobre la tierra. Esta hada se llamabaInsel y vivía sola, pues tiempo atrás se alejó de su hogar y nunca máspudo regresar.
Loque más le alegraba a nuestra pequeña hada era ver a aquel elfo sentadoen la roca, cerca del arrullo, tocando un instrumento que ella jamáshabía visto, pero que hacía un hermoso y suave sonido. Cada anochecerel hada se sentaba cerca de la rosa y esperaba que llegara aquelhermoso joven. Pasaban los días y el elfo no se volvió aparecer, peroel hada no perdía la esperanza de volverlo a ver y emprendió un viajepara buscarlo.
Unanoche de viento lo encontró tirado cerca de un arroyo congelado. Elhada presurosa se acercó a aquella persona que le había robado sucorazón y, viendo que la noche se hacía mas fría, busco refugió parapoder tratar de salvarlo.
Pasaronunos días y aquel joven no despertaba. En ese tiempo el hada no seseparó de él ni un segundo. Quería saber su nombre, quería tenerlo conella...
Una mañana, Insel se había quedado dormida sobre su pecho. Al despertar vio que aquella belleza empezaba a abrir sus ojos.
-Son mas hermosos de lo que pensé- murmuró el hada.
-¿Quién eres? ¿Dónde estoy?- preguntaba el elfo con desesperación.
-Calma,calma, que no te haré daño- contestó el hada con una hermosa voz-. Mellamo Insel, noches han pasado ya, nunca me has visto, eso lo sé, perosiempre he querido saber cuál es tu nombre.
-Ziran, pero, ¿cómo que has esperado para saber mi nombre? ¿Dónde me has visto? -preguntó aquel elfo.
-Teveía cada noche tocar tu instrumento, sentado a la orilla del arroyo,en una gran roca. Pero jamás tuve el valor de poder acercarme a ti
Ziran solo veía aquellos grandes ojos y quedó perplejo ante tanta belleza.
-Dime, ¿Cómo te llamas, pequeña hada?
Ella, con una sonrisa, suavemente contestó:
-Insel.
Ziran,al recuperar sus fuerzas, se levantó y quiso volver a su hogar. Duranteel camino aquellas criaturas platicaron sobre su vida.
-Dime, Insel, ¿Cómo has llegado a vivir sola, si las hadas viven juntas?
Ellale contestó que, de pequeña, un horrible incendio había atacado suhogar. Ella voló lejos de ahí para poder salvar su vida, pero cuandoquiso volver ya no puedo, puesto que todas las hadas de ese lugar habíadesaparecido. Ella, con una sonrisa en su rostro y los ojos llorosos,le preguntó:
-Y tú, ¿tienes hogar?
Él,con voz triste, le contestó que el jamás había tenido un hogar, quesiempre había vivido solo. Como con un susurro le contestó:
-¡De qué sirve tener un hogar si nunca te pondrán atención...!
Estabanllegando al arroyo cuando ella le dijo que siempre había querido estarcon él, desde la primera vez que lo vio y se enamoró. Ziran le contestóque él jamás podría estar junto a ella. Llevaba una vida muy pesada ysolitaria, ella no podría soportarlo, pero le prometió que cada nochevendría y tocaría para ella la canción que él jamás terminó, para queasí supiera que siempre estaría con ella.
Conel corazón destrozado y los ojos llorosos, aquella pequeña hada semarchó y nunca más regresó. Pero dicen que cada noche, en aquella roca,se oye la hermosa melodía del hada entristecida.
fuente: http://www.elmundodelashadas.com